Capítulo 33

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-Ponemos este rosario que perteneció a Jules Camedy y un puñado de la tierra que mantiene su cuerpo enterrado- oraba Griffin haciendo un llamado, luego, Leda sintió la plancheta deslizarse hasta donde estaba escrita la palabra "Hola"
Su corazón dio un vuelco y empezó a sentir un horrible frío de ultratumba; no sabía como explicar el rápido descenso que hubo en la temperatura en la casa, pero sus manos, su ropa y la superficie en que se encontraba, estaban heladas.
Sentía roces en sus pies, respiraciones en su nuca y miradas, pero la oscuridad no dejaba mucho a la vista.
Era una situación de incertidumbre, se sentía como esas veces en que sientes un hormigueo en alguna parte del cuerpo y sólo lanzas la mano fuertemente para retirar o matar el insecto que anda sobre tu piel; la única diferencia es que ella no podía hacer movimientos bruscos.
-¿Estas con nosotros Jules? De la manera más amable posible te pido que te presentes y contestes nuestras preguntas- los dedos de Griffin rozaban los de Leda, se sentía su piel cálida ¿él no sentía el frío?
En ese momento la plancheta comenzó a moverse de una letra a otra: A, Q, U, I, E, S, T, O, Y; decía.
-Jules ¿usted, en vida, podía ver a los no vivos?- a Leda le habría gustado que el moreno no hubiera sido tan directo, sin embargo, obtuvieron un sí por respuesta.
-La chica presente también puede verlos, Jules, ¿sabe usted cómo pasó?- ellos esperaban bien fuera un sí o un no, pero al ir juntando las letras, decía "¿me ves?"
La rubia volteó a todas partes pero no veía nada fuera de lo común.
-No, ¿sabe usted porqué veo a los no vivos?- respondió tratando de ocultar el temblor de su voz. Pero él volvió a preguntar lo mismo –No, Jules, no puedo verle- contestó con impaciencia y enseguida el puntero empezó a moverse; J, U, L, E, S.
-No esta saliendo del todo bien, será mejor que terminemos- expresó Connor
-Tiene razón- afirmó Griffin derrotado y justo cuando movía el puntero hacia el "Adiós", éste recorrió rápidamente todo el abecedario empezando por la Z y terminando en la A y los números desde el 9 al 0 -¿Lo moviste?
-No, claro que no- negó ella inquietada por la acusación.
Nuevamente probaron mover la plancheta para despedir al espíritu, pero el puntero volvió a moverse de la misma forma, deteniéndose esta vez en el número ocho.
-Te dejamos ahora, descansa en paz- se despidió Griffin y se dispuso a mover el puntero otra vez, pero éste empezó a moverse por todo el tablero dibujando un ocho grande.
Leda no fue la única que oyó cómo los cerrojos de las ventanas de la casa se retiraban y se abrían, dejando que el viento soplara apagando las velas.
La sal del círculo voló, pero no todos alcanzaron a cerrar los ojos. Ni Leda ni Griffin pudieron; incluso la tierra saltó sobre sus rostros, obligándolos a retirar sus dedos del puntero para frotarse los ojos.
Al ver de nuevo, la plancheta se había detenido en el ocho. Leda veía sólo la pequeña flechita sobre el tablero, levantó la cara para ver a Griffin y vio que él también estaba asustado, pero lo que más llamó su atención fueron las múltiples siluetas que veía por toda la casa.
Era como si de repente, hubiera como treinta personas en la casa, todos de pie.
Veía varias siluetas en la entrada de la sala y en el pasillo otras cuantas, alrededor de ellos había tantas, al lado de los sillones, una justo atrás de Griffin, afuera, otras asomadas en la ventana, a un lado de cada uno de los chicos se veían al menos dos.
Pero había una más grande e imponente, es decir, ver al resto le causaba temor, pero era aquella la que hacía que temblara.
Hubo un momento en que volvió a escuchar como si arrastraran cadenas, era el mismo sonido que oyó en el trabajo de Meridia; lo recordaba a la perfección.
El puntero volvió a describir una trayectoria que ya había visto; comenzando por la M, luego la E, yendo hasta la V, regresando a la E y terminando en la S.  El corazón de la chica iba en un ritmo máximo, sus pulmones no recibían el aire que necesitaba en ese momento; la silueta más grande se agrandaba mientras se acercaba.
Rozó a Nicholas, que estaba casi atrás de Griffin y ella vio la expresión muda del rubio: él sólo la veía a ella y evaluaba su expresión.
-Regresa al lugar del que vienes, espíritu maligno, y adiós- Leda se quedó viendo a Griffin y al voltear hacia abajo se percató de que finalmente había alcanzado el "Adiós" con el puntero.
Dicho y hecho, las ventanas volvieron a cerrarse de un golpe y las luces de la casa se encendieron.
Leda retrocedió avanzando gracias a sus brazos y piernas, como si gateara sentada. No quería pasar ni un instante más dentro de ese círculo, se detuvo cuando su espalda alcanzó una pared y se recargó en ella.
Aquella presencia que sintió en la casa, le provocó el mismo o peor terror que la del hospital cuando estaba con Annie.
-Me rindo- exhaló con dificultad por su agitada respiración –Cada vez es peor
-Hoy te abriste a ellos- comentó Jack –Más de lo normal
-Creí que iba a lastimarnos- confesó y eso era lo que más le preocupaba
-Iba a hacerlo- Nicholas le dio la razón –De haber podido, lo hubiera hecho, pero Griffin lo detuvo
-Rogaba por que funcionara- admitió el moreno tirando la tabla a un lado y recogiendo las cosas que habían usado
-No tengo que repetir que se los dije
-No vayas a empezar, Connor- regañó Jack de mal humor.
Leda apenas podía mantenerse consciente, su cara debía estar verde y todo su cuerpo le dolía. Su permanente baja tensión no le permitía lidiar bien con este tipo de situaciones.
Quería regresar a su hogar con sus padres pero, ¿acaso eso iba a cambiar algo?, ¿Alaska tenía que ver? Aparte, ella molestó mucho a sus padres porque quería la experiencia del intercambio, sería muy raro que simplemente regresara. No podía irse de ahí así como así, ni siquiera contaba con el precio de un boleto de avión de Alaska a Bogotá.
-¿Porqué no te recuestas en el sofá?- le ofreció Jack y la ayudó a llegar hasta el mueble.
Suspiró y se recostó de lado en el sillón más largo de la sala. Siguió la recomendación de su padre de que cuando uno tiene ganas de vomitar debe acostarse de lado. Sus ojos se cerraban pero algo en su bolsillo comenzó a molestarle.
El celular vibraba y cuando lo sacó en la pantalla decía "Mamá".
-Aló
-Leda, hija ¿Qué tal tu primer día en el club de teatro?- su mamá sonaba muy contenta
-Bien, fue entretenido- se volteó –Hay poca gente
-Leda ¿estas bien? Te oyes muy mal- se oyó preocupada
-Creo que algo me sentó mal, es todo, afortunadamente mañana es domingo y puedo descansar- bostezó -¿Qué tal viaje? Ya están en Ocaña, ¿no?
-Si, aquí estamos con tu abuelita, espera te la paso- se sentó para hablar y escuchó voces al otro lado de la línea
-Mi nieta linda- expresó la ancianita -¿Cómo estas?
-Bien, ¿cómo te has sentido?- la voz de la viejita la hizo añorar su familia.
Sentía deseo de pasar ese fin de semana con su abuela porque estaba muy enferma, la pobre mujer, por la edad ya no podía ni ver. Le preocupaba mucho que algo le pasara mientras estaba lejos.

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⏰ Última actualización: Jan 30, 2017 ⏰

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