Los días pasan.
Ya hace un par de semanas desde que llegué a la casa de los Diedrich y René no vuelve.
Entrenamos con Lorian todos los días desde muy temprano, los dos poníamos mucho esfuerzo pero los avances eran mínimos. Lorian tenía una manera totalmente diferente de enseñar, me explicó que luchar no era la única manera de sacar el Athmen y que muchas veces ese método es contraproducente así que intentó un método más pasivo.
Hizo que me siente en el suelo cruzando ambas piernas entre sí con la columna completamente erguida, mi respiración debía ser calmada y mis ojos cerrados; entonces dejaba que se relajara cada parte de mi cuerpo. Lorian describía que tenía que sentirme como si flotara, debía olvidarme de su presencia y de donde estaba.
Ya cuando estaba completamente en trance me pedía que imagine un paisaje a cientos de metros de altura.
Hicimos ese ejercicio muchas veces y siempre imaginaba exactamente el mismo sitio: Rascacielos alzándose a la altura de las nubes, miles y miles de metros hacia arriba. Entonces me imaginaba volando a la cima de uno de ellos, siempre el mismo, donde había un sofá azul en el medio y estructuras de metal en forma de arcos alrededor de él sujetando luces en tonos rojizos que iluminaban de una manera muy peculiar aquel sofá. Desde allí podía ver los otros edificios altos un tanto borrosos por las nubes.
Cuando dejaba de volar y mis pies tocaban el mullido almohadón azul del sofá, iba velozmente hasta el borde del edificio y miraba el precipicio; podía ver a la gente como pequeñas hormigas caminado por las calles que separaban los rascacielos desde abajo. Mientras estaba allí de pié en la cornisa todo dejaba de ser imaginación mía y se volvía una especie de realidad que vivía en mi cabeza, como que de algún modo ese escenario reflejaba todo en mí, los miedos e inseguridades y también lo que me hacía bien y donde me encontraba segura.
No sentía vértigo por más alto que esté, no me daba miedo, es más me daba intriga saber qué pasaría si me aventaba hacia el abismo, después de todo no era físicamente real ¿Que pasaría en mi mente si me tirara? Tenía que probarlo, no perdía nada así que lo hice; miré hacia el frente, inhalé profundo y me incliné hacia adelante.
Sentía el viento golpeando velozmente en mi cara alborotando mi cabello rojo que de vez en cuando daba latigazos hacia mis mejillas. Cuando terminé de caer pude sentir el impacto de mi cuerpo contra el suelo junto con el sonido seco que produce un objeto al caer con tanta velocidad, y entonces abrí mis ojos después de un sobresalto.
Lorian me explicó que todas las sombras decidimos tirarnos al abismo arriesgando nuestra vida por mera curiosidad, solo por sentir el peligro y la adrenalina. Luego me dijo que el objetivo del ejercicio era frenar la caída a la menor distancia del suelo.
Lo intenté una y otra vez, día tras día pero siempre terminaba con un sobresalto y un Lorian burlón frente mío.
Los días pasan y el suelo seguía estampándose en mi cara y yo ya estaba perdiendo la paciencia así que anoche decidí hacerlo sola, sin la supervisión de Lorian; me senté en el piso de mi habitación con las luces apagadas, me concentré, relajé todo mi cuerpo y cerré los ojos.
La noche era silenciosa especial para relajarse. Tenía que hacerlo no podía seguir perdiendo tiempo.
Y allí estaban elevándose sublimes hacia el cielo, subí a la cima y al aterrizar en el sofá mis pies notaron algo metálico debajo. Bajé y antes de dirigirme al borde para dejarme caer, volteé a ver qué era eso que había pisado. Sumergidos entre los almohadones azules unos lentes plateados de un cristal fino, no pude evitar sonreír, en ese momento me di cuenta que podía hacerlo y tenía que demostrarle a Lorian que no era una niña débil.

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Athmen
FantasiVisitar la casa de un viejo conocido de su familia es solo el primer paso que Emma debe tomar para poder entrenar un don increíblemente peligroso que le fue otorgado. Llena de odio ella y su hermano están tramando su venganza sobre aquellos que no...