Capitulo 23 (1/2)

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"Aris....Aris"

Sé que no es verdad, sé que es un sueño. No puedo ver nada más allá de mis hombros. Ni siquiera puedo distinguir donde estoy o al menos si conozco este lugar. Todo es tan oscuro y tranquilo

Una voz susurrando su nombre.

"Aris...Aris... Aris..."

Una y otra vez. No es solo una voz ¿O sí? Quizás son varias, pisándose una a la otra al repetir su nombre.

Aunque el lugar es tranquilo, el hecho de escuchar su nombre tantas veces de esa manera hace que empiece a ponerme nerviosa. Miro a los lados pero solo hay oscuridad y no puedo distinguir de donde vienen esas voces.

De repente el llamado es más intenso y puedo darme cuenta que no vienen de un solo lugar sino que las voces me rodean y giran a mi alrededor.

¿Quiénes son? ¿Por qué no puedo verlos? Estoy segura que están más cerca de lo que puedo imaginare.

"Aris...Aris...Aris...Aris...Aris..."

La desesperación se apodera cada vez mas de mi ser, puedo escuchar como las voces me cierran más. Están más cerca. No soporto la presión, es como si tuviera liberado el Athmen y me presionara en todo el cuerpo.

-¡Basta! –Exclamo pero nada sucede. Las voces siguen y siguen, puedo asegurar que se intensifican después de mi grito – ¡Que quieren de él! ¡Déjenlo en paz!

Están haciendo que pierda completamente la cordura. Solo quiero que se callen. No es por mí, no es que tenga miedo de lo que puedan hacerme, sino de lo que puedan hacerle a Aris. ¿Qué quieren de él?

Me dispongo a dar un paso en la inmensa oscuridad esperando encontrarme con alguien o algo pero es inútil solo hay mas oscuridad y vacío.

De repente las voces se agudizan, ahora parece que fueran niños y niñas llamando una y otra vez a Aris. Mi respiración se exalta y siento mi corazón latir tan rápido que parece golpear mi pecho. Los llamados se hacen más y más agudos. EL nombre de Aris ya casi no puedo distinguir por la agudeza que se va transformando lentamente en un pitico alarmante que se entrecorta constantemente.

Es tan molesto que me hace llevar las manos a mis oídos pero no puedo hacer que el sonido no aturda y retumbe en mi cabeza.

Entonces por fin abro los ojos como una exhalación. La garganta seca, la respiración agitada y los latidos a mil por hora van calmándose lentamente al ver el techo de mi habitación. El sonido agudo sigue allí tan molesto y odioso como en el sueño. Volteo hacia la mesa de noche alumbrada por la pantalla del maldito teléfono encendido. La alarma. Tomo el teléfono y desactivo de una vez el despertador que ya me estaba dejando sorda.

Trago saliva mientras recobro la calma. Me siento aliviada de haber despertado de aquel sueño o pesadilla más bien. Pero hay algo que no deja levantarme de la cama para empezar este día. Quizás este aliviada de haber despertado pero el sonido de aquel despertador solo me indica una cosa. Es momento de irnos.

Aunque intente, ni cabeza vuela por infinidades de pensamientos y este sueño es uno más. Pero si dejo divagar mi mente un poco mas no estaré lista para ir al Rengoku.

Suelto un pequeño suspiro mientras me incorporo. Somnolienta y aun algo aturdida voy hacia el baño para asearme. Es una mañana bastante húmeda, algo me dice que ha nevado esta madrugada, ni siquiera pude ver entrar la luz del sol entre la persiana asique apuesto a que está nublado allí afuera. Dejo mi ropa de dormir tirada en el piso y entro a darme una ducha caliente.

La mañana me contagia tranquilidad. Luego de la ducha y de prepararme y dejar todo listo para la hora de irnos, bajo al salón. En el camino puedo escuchar a René y Lorian hablando. Parecen tranquilos, al parecer no solo a mi me resulta calma la mañana. Nos tomamos un momento para desayunar y esperar a Agnes. Es como una mañana más para ellos, se puede notar que es algo tan común ir al mundo de los Hematsukis que me ayudan relajarme más aun. Agnes no tarda mucho en llegar y el ambiente se vuelva más ameno, ella siempre trae un poco de buena energía y se podría decir que la necesitaba. En cuanto terminamos nuestro desayuno René va por algunas cosas a su habitación en cambio Lorian y yo ya dejamos las nuestras en el salón listas para irnos.

AthmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora