Athmen

Capitulo 26

NOTA: Chicos, agregué un trozo bastante largo al capitulo anterior. Los que hayan leído el capitulo 25 parte 2/2, les recomiendo que vuelvan a pasarse y lean lo que agregué. Lo iba a poner en este capitulo pero me pareció mejor que quede en el anterior.  Y AHORA SÍ LES DEJO EL CAPITULO 26. QUE LO DISFRUTEN. 

~*~

Abro los ojos de golpe, sobresaltada. Mi corazón todavía está acelerado después de otra pesadilla. No bastaba con lo que había pasado que también tenía que soñar con ello. Miro alrededor. La habitación se siente muy silenciosa y de la ventana no se escucha bullicio alguno, solo el cantar de un que otro grillo solitario. No sé qué hora sea pero al parecer es bastante tarde. La luz del cuarto encendida y Agnes no está en su cama, tampoco parece que esté en el baño.

Me acomodo en la cama y quedo mirando el techo. Otra pesadilla más en la que Aris está en peligro, pienso. Otra vez ese lugar oscuro y angustiante, otra vez las voces; pero a diferencia de la pesadilla anterior, esta tuvo algo mucho más aterrador. Pude ver a Aris en medio de la oscuridad. Tomé valor y fui hacia él; tenía una flecha clavada en su abdomen, una flecha mía. La desesperación me inundo rápidamente al verlo sangrar, de la misma manera que ahora me inunda al recordar. Observé la flecha por unos segundos y después alcé a vista para verlo. Su rostro comenzó a cambiar de forma hasta convertirse en Lorian. Lo miré algo confusa y me di cuenta que aunque ya no era Aris quien tenía enfrente, la flecha seguía atravesada en su cuerpo. Rápidamente, el rostro volvió a cambiar transformándose en Haru, llevaba la sonrisa con el hijo rojo corriendo por su comisura. Me aleje de él atemorizada y con el corazón a mil por horas y fue entonces cuando me desperté.

Froto mi rostro con ambas manos para sacar esas imágenes de mi mente y vuelvo a voltear hacia la cama de Agnes. Ahora que recuerdo no la he visto desde que salió de la habitación justo antes de que esa loca haya venido a buscarme. Junto fuerzas y logro sentarme en la cama. Todo me da vueltas y hasta tengo la sensación de que me baja la presión así que me tomo un momento para que se me pase antes de ponerme de pie.

Entonces algo llama mi atención: mi vista se va directo al espejo que esta frente a la cama. "Vaya pintas" pienso, dándome gracia a mí misma. El brazo vendado, el cuello y el abdomen también, el cabello revuelto, ojeras moradas y una camiseta gigante que, evidentemente no es mía. Completamente impresentable.

Después de un par de minutos, puedo ponerme de pié, busco una camiseta de mi talla y unos pantalones en mi bolso y tomo una hebilla de la mesita de noche. Ato mi cabello desarreglado y me quito la camiseta gigante; el vendaje del abdomen queda al descubierto y mi curiosidad me gana, toco y hago presión sobre el las vendas donde recuerdo que tengo la herida y para mi sorpresa sigo sin sentir dolor. Busco el extremo de la venda y la desenrollo hasta dejar mi torso al descubierto...

- ¿Qué? –susurro.

Bajo la venda no hay rastro alguno de una herida, ni siquiera hay cicatriz. Saco también las vendas del brazo y la del cuello, allí tampoco hay cortes. No entiendo. Recordaba a esa chica haberme hecho cortes bastante profundos ¿Cómo puede ser que se hayan borrado de la nada?

De repente la puerta de la habitación se abre sin previo aviso. Lorian queda congelado unos segundos antes de reaccionar que estoy casi desnuda y yo me cubro lo más rápido posible con la camiseta gigante.

-¿¡Que no sabes golpear!? –le regaño histérica.

-Lo hubiera hecho si supiese que no estabas dormida como cuando salí hace un momento –responde bastante nervioso mientras entra a la habitación y cierra la puerta rápidamente.

-¡Que no ves que me estoy vistiendo! – exclamo al ver que entra.

Lorian se da vuelta y queda mirando hacia la pared esperando que termine de cambiarme. Lo hago lo más rápido posible contando la presión extra de tenerlo allí y que pueda voltear en cualquier momento.