Capítulo 11

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Camino en silencio y me siento junto al guerrero. Después de que llegó Lamat la dejamos comer y descansar, pero como atardeció decidimos que lo mejor era seguir caminando. Así que llevamos todo un día esperando oír su historia. El ambiente está tan tenso que siento como si me moviera bajo el agua con cuerpo humano, no en mi forma de boto.

Por desgracia, ahora está hablando con Caban y Ahau, quienes han pasado todo este día sumidos en un profundo silencio. Lo único que hicieron fue cruzar palabras sueltas con Lamat para asegurarse que se encontraba bien y no la han presionado más, al parecer el shock de saber que Caban, o Felipe como le sigue diciendo, está vivo fue demasiado para ella.

—Hola —susurro a Oc que está descansando en la parte más alejada del refugio que hizo Caban, frente a la mirada sorprendida de Lamat.

—Así que quieres saber de qué hablan, ¿no? —Abro los ojos, sorprendida porque Oc me haya descubierto tan rápido, pensé que era sutil de mi parte—. No te sientas mal, recuerda que las emociones y sentimientos son lo mío.

Bufo.

—Lo que quieres decir es que... ¿puedes saber qué es lo que pasa entre ellos? —Pregunto, después de unos segundos en silencio.

El anciano niega con una sonrisa en el rostro.

— ¿No puedes?

— ¡Por supuesto que puedo! —Exclama riendo, yo frunzo el ceño intentando seguirle el ritmo a lo que me dice—. No los espiaré por ti, porque ya lo hice por mí —levanto una ceja—. Algunos de nosotros que estamos demasiado viejos para estas cosas nos entretenemos con los rumores y dramas de los más jóvenes.

Una risa escapa de mis labios.

—Eres un cotilla.

—No tanto más que tú —replica riendo—. Así que... ¿quieres saberlo?

Asiento sin pensármelo dos veces.

—Lamat y Ahau están prometidos —asiento otra vez, eso ya lo sabía—. Lo que pasa es que Lamat estaba prometida al portador del sello y ese antes era Caban, o Felipe. Y mientras fueron prometidos ambos se amaron mucho, felices de estar comprometidos y enamorados, durante todo ese tiempo Ahau estuvo enamorado de Lamat, pero respetaba demasiado a su primo como para interponerse. Sin contar que para él no había destinado ningún sello, por lo que no tendría oportunidad con Lamat. Sin embargo, al "morir" Felipe, Ahau fue quien terminó recibiendo el sello del Sol, volviéndose el nuevo prometido de Lamat. Esta en un comienzo estaba reacia a aceptarlo, como de todos modos le tenía mucho cariño, terminó aceptando hasta que un amor nació entre ambos.

Suspiro y apoyo la barbilla entre mis rodillas flectadas, con la vista fija en aquel trío tan particular.

—Luego, llegaste tú —explica Oc—. ¿Quieres que aclare esa parte también o prefieres hacerlo por ti misma?

—Supongo que tendré que hacerlo yo —me quejo—. Así que puedes saber todo esto por tu sello —comento.

—Sí, las historias de amor entre las criaturas son fáciles de leer para mí.

—No es muy útil —espero que no se ofenda, por suerte, no lo hace. Me dedica una sonrisa extraña y agrega:

—Para ti acaba de serlo, ¿no?

Le respondo la sonrisa aunque no pueda verla, supongo que sí, acaba de ser bastante útil. Miro al desierto, está comenzando a atardecer, así que me pongo de pie y ordeno mis cosas. Nos hemos habituado tanto a esta rutina que los demás me siguen sin reclamar. Varios aprovechan este momento para practicar con sus poderes y otros me han pedido los libros con los que cargo para aprender más sobre la herencia de los guerreros. Me gusta saber que están esforzándose.

Alun (La dama gris II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora