—Siempre supe que no serían capaces de hacerse con el poder por el estigma que cargaban desde la gran guerra y por el papel que la raza amarilla jugó en ella. Siempre había sido un peso, una mancha en sus consciencias, pero yo necesitaba que fueran más que su consciencia, así que decidí liberarlos de todo. Los liberé del recuerdo. Los liberé de las demás razas.
— ¿De qué hablas? —Pregunta Ahau, considero responder, sin embargo, sé que de todos modos lo hará Eb. Debe estar llevando décadas decir esto en voz alta, un plan tan largo y complicado que nadie fue capaz de notar.
—Tomé al primer Eb mucho tiempo atrás, no fue difícil. Normalmente, no tenemos el poder de hacernos con guerreros, pero la esencia humana volvió débil a las criaturas en Peumayen y no hay raza más contaminada por humanos que la amarilla, por lo que no fue tan difícil como podrías considerar.
— ¿Cómo no lo mataste? —Lo interrumpo.
Como respuesta solo obtengo una sonrisa fría, como si no fuera digna de ella.
—Lo siguiente fue fácil, usé mi poder para controlar a los otros guerreros. Poseí el libre albedrío y con él me hice con el resto de la raza amarilla con una facilidad vergonzosa. Tendí la trampa y todos los guerreros que vinieron estaban confiados de la paz que llevaba décadas reinando, por lo que nadie se esperó un ataque. Muy pocos de ellos eran realmente buenos usando sus poderes para pelear, todos se habían dedicado a pasatiempos más pacíficos, por lo que cayeron casi sin batalla.
>>La paz os vuelve débiles. Usé el curinilahue que llevaba décadas acumulando para construir la Carcerem y encerrar en ella a los guerreros. Les dijimos a las personas que habíamos sido traicionados, los convencimos de odiar a las demás razas, pero luego me di cuenta que era mejor ser olvidados. Prohibimos cualquier rastro de ellas, los libros, los cantos, los juegos, los dibujos, cualquier recuerdo fue castigado y eliminado.
—Las criaturas no olvidamos.
—Sí, es cierto. Además, para ustedes era más fácil ver a través de los cuerpos. ¿Lo notaste, no es así? Podemos tomar todo el cuerpo, menos una parte.
—Sus ojos —comprendo y en ese momento puedo verlo con total claridad. Los ojos de los cuerpos controlados por wekufes son rojos. Antes me pareció que los ojos de Eb eran de un color marrón oscuro, ahora sé que era rojo. Un rojo tan oscuro como la sangre.
—Sí, para las criaturas era más fácil notarlo. Tardaban, pero siempre estaba el riesgo de que lo notaran así que repetimos el proceso con ustedes. Las condenamos a vivir marginadas matando a la mayor cantidad posible, usamos el miedo en su contra. El miedo de ustedes a ser exterminadas y el miedo de los humanos por aquello que es diferente, superior. Los obligamos a odiarlas y luego, olvidarlas, condenándolas a ser leyendas. Escondimos la magia para que jamás la usaran como explicación por las cosas que no comprendían. Lograr todo esto no fue fácil, tardamos varios años y varias generaciones de guerreros que tuve que ir controlando, hasta que llegué a un punto en que no había necesidad de hacerlo. Ellos creían que eran la única raza que quedaba, tanto de guerreros como de humanos, además de pensar que no habían poderes para los sellos, ni siquiera efectivamente sellos. Convertimos a los guerreros solares en títulos nobiliarios.
El silencio vuelve a reinar entre nosotros, hasta que la pregunta que no deja de rondar por mi mente sale, pero por los labios de Ahau.
— ¿Para qué tomarse tanta molestia?
—No sabes lo que es el quinto mundo, estar condenado a la incorporeidad, a la niebla eterna, al hambre... Los humanos tuvieron su mundo, lo desperdiciaron y se les dio la oportunidad de venir a este que lo están convirtiendo en lo mismo que el anterior, pero nadie dice nada. Nosotros no tenemos elección en lo que somos, nacemos condenados, pagamos por pecados que no cometimos. Somos juzgados y condenados antes de siquiera existir. Nos merecemos un mundo propio. Nos merecemos una oportunidad de equivocarnos y ser perdonados como los humanos suelen tener.
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Alun (La dama gris II)
FantasyLos guerreros, al final, han sido liberados de la Carcerem. Sin embargo, todavía queda mucho por delante. Estos tienen que aprender a usar sus poderes y decidir si realmente quieren formar parte de esta guerra que se ha creado, o, si prefieren esc...