Al principio estaba molesto por ser despertado de esta forma, pero ahora creo que fue la mejor manera. Ya era hora de que volviera. Peumayen lleva demasiado tiempo viviendo bajo sus propias reglas. Demasiados humanos desagradecidos.
La voz de la gran serpiente, dueña de los mares, me paraliza y, peor que todo eso, me atrae. Después de todo, es la señora del mar, la madre de todas las criaturas marinas. De mí.
La oscuridad es absorbente, me quita el aliento y nubla mis pensamientos. Nada se puede ver aquí abajo, pero soy capaz de sentir cuando Kai-Kai Filu se mueve, su cabeza, al menos cinco veces más grande que yo, se ubica a solo unos metros de distancia. Soy capaz de ver su forma triangular, sus ojos separados y tan oscuros como las profundidades del mar, su boca...
Abre sus enormes fauces y sopla, millones de burbujas me envuelven, doy vueltas retorciéndome y antes de darme cuenta soy un boto. Al aliento de Kai-Kai Filu me devuelve a mi forma original, a la forma en que soy una de sus súbditos.
Ahora sí, dice la gran serpiente y me entremesco, como boto su voz es mil veces peor, más profunda, más poderosa y, por desgracia, más atrayente. El deseo de postrarme ante ella aparece en mí con una intensidad que me sorprende.
Yo quiero...
No lo pienso mucho, aprovechando mi cuerpo ágil de boto, nado hacia la superficie a una velocidad que nunca me vi obligada a utilizar. Mis aletas queman, pero no me detengo, ni siquiera disminuyo la velocidad cuando la superficie es visible.
Ocupo todo de mí para salir al aire y dar un enorme salto, mi cuerpo golpea la cubierta con el lado izquierdo y ni considero quejarme, poco después comienza la transformación. Ni siquiera me importa haberlo hecho frente a decenas de miradas curiosas. Lo único que hago es buscar a Ahau.
Me mira con sus ojos abiertos, se quita la chaqueta que tiene, la pone sobre mis hombros desnudos y acaricia mis brazos con delicadeza. Sube sus manos a mi rostro, ofreciéndome un calor tan poderoso que hace que me de cuenta de lo congelada que estoy. Pasa las manos por mejillas, secando con los pulgares las lágrimas que no soy capaz de dejar de derramar.
No me abraza, se queda con los ojos oscuros fijos en los míos, esperando con paciencia que diga algo.
Abro los labios y un susurro tembloroso sale de ellos, un murmullo ininteligible. Tomo una respiración profunda y lo intento de nuevo.
—Kai-Kai Filu.
Si un murmullo se hubiese extendido entre los hombres, gritos o maldiciones, hubiera sido mucho más agradable que el pesado silencio que se instala en cubierta.
—No puede ser, la gran serpiente está dormida... —replica, poco convencido, Caucau.
—Ya no más —respondo.
— ¿Quien lo despertó? —Pregunta alguien que no soy capaz de distinguir.
—No lo sé, por los dioses... No tengo idea de quién sería capaz de algo así —digo—. Y no está sola, otras criaturas marinas la acompañan.
—Eso no importa —me replica Caucau—. El simple hecho de que la dueña de los mares esté despierta es preocupación suficiente.
Lo sé, así que me mantengo en silencio. El solo recuerdo de su voz, su inmensidad, de su poder, me provoca escalofríos. No podemos contra ella, sería idiota de nuestra parte siquiera considerar algo así. Hay criaturas contra las que se puede pelear y otras contra las que solo se puede huir. Está de más decir que Kai-Kai Filu se encuentra dentro del segundo grupo.
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Alun (La dama gris II)
ФентезіLos guerreros, al final, han sido liberados de la Carcerem. Sin embargo, todavía queda mucho por delante. Estos tienen que aprender a usar sus poderes y decidir si realmente quieren formar parte de esta guerra que se ha creado, o, si prefieren esc...