Capítulo 15: No sabes cuanto

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Ahinoa

Ando lo más rápido que puedo por el pasillo, evitando las miradas. Afortunadamente, este se está despejando, pues ya es la hora de entrar a clase y mucha gente se ha quedado a ver cómo termina la movida con Alex y Rossi, pero aún así sigo sintiendo miradas en mi espalda. Al final del pasillo se encuentran los lavabos de chicas, por lo que comienzo a andar más rápido para alcanzarlos. Al final, acabo casi corriendo y, tras entrar tan rápido como me lo permite el temblor de mis piernas, cierro la puerta detrás de mí y seguidamente me dejo caer con la espalda apoyada sobre ella.

Sé que no debería haberme puesto así, y también que no debería quedarme sola y encerrada en un baño por si necesito ayuda, pero estoy aterrorizada. Lo que ha pasado con Rossi me duele, porque es mi amiga, y no entiendo por qué piensa esas cosas de mí, pero lo que de verdad me asusta en este momento es lo que me está pasando, porque sé lo que es.

Trato de relajarme. Mi respiración, muy agitada, se escucha por todo el baño, pero sé que estoy sola porque las luces estaban apagadas, la gente ya debe de haberse ido a clase, además, no oigo otra cosa que no sea el ruido que hace el aire saliendo atropelladamente de mis pulmones.

"Respira, Ahinoa" me ordeno a mí misma repetidas veces.

"No te estás ahogando" me repito una y otra vez durante unos minutos, hasta que noto como mi respiración se va ralentizando poco a poco, pero sin llegar a ser normal, ya que sigue sonando por todo el baño.

Me encuentro fatal, pero al menos sé que en algún momento esto acabará, solo desearía poder acelerar el proceso.

- Hey , ¿estás bien? - oigo al otro lado de la puerta.

No puede ser.

- Vete - contesto, tratando de que mi voz no revele el estado en el que me encuentro, aunque no lo consigo.

Estoy mejor, y aliviada, ya que sé que podría haber sido mucho peor, pero todavía me siguen cayendo las lágrimas, mi respiración es muy fuerte y los temblores no han desaparecido del todo.

- ¿Ahinoa? - pregunta, tras un segundo con un tono dubitativo.

- Álvaro, vete - le pido, esforzándome todo lo que puedo por que parezca que estoy bien, nadie tiene por qué verme ni oírme en estas condiciones.

- Abre la puerta - dice serio, y con tal convicción que hasta me lo pienso, pero enseguida desestimo la idea.

- No - le respondo lo más firme que puedo - Vete.

- Ni de coña - dice él muy resuelto y pasando totalmente de mi orden.

- De verdad, necesito estar sola - le pido entonces, con la esperanza de que crea que lo mejor es dejarme en paz, aunque realmente sé que muchas veces es mejor que esté acompañada en este tipo de situaciones - Además, estás en el baño de chicas.

- Me da igual lo que me digas, no voy a irme, así que abre la puerta.

Su contestación me deja atónita.

¿Pero qué hace diciéndome eso? Será capullo.

- ¿De qué vas? - le reprocho, mientras noto cómo empiezo a enfadarme y, sobre todo, a indignarme con la situación y con él - ¡Eres un imbécil y un capullo. Si me ves mal y te digo que te vayas, te vas, porque es lo que necesito, y no te quedas para cotillear qué es lo que me pasa!

Por un momento no tengo contestación, y me felicito a mí misma por conseguir que se haya ido, pero me dura poco, pues enseguida vuelve a la carga.

- Puedes insultarme todo lo que quieras, pero no me voy a ir. Tú no quieres abrir, pues yo no voy a irme - termina por contestar.

- Pues quédate ahí lo que quieras, pero no molestes - le contesto, ya bastante molesta por su actitud.

Piensa en Ellos #1, #2 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora