Capítulo 30: Navidad (V): Charlas de amigas y bailes de balneario.

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Alex

Me miro en el espejo y me preocupo. Definitivamente el sexo está empezando a hacer estragos en mí. Tengo chupetones y bocados por todas partes, mi cuello está morado entero. Literalmente. A este le sigue mi pecho, con marcas de mordiscos y los pezones completamente rojos, lo que me da incluso un poco de miedo. También tengo marcas por ambos brazos, pero es por debajo del pecho por donde más marcado estoy. Mis abdominales parece que hayan sido apaleados, mi V de la cintura también tiene diversas marcas, y los morados que tengo por debajo de la cintura mejor no mencionarlos. Digamos que Hugo es un poco posesivo en estos temas, pero tampoco es como si él estuviese mejor que yo, ya que le he seguido bastante el juego, y me gusta, pero tal vez deberíamos de pasar a una forma de jugar menos agresiva, no sé, como besos y caricias, incluso lametones o algo por el estilo. No sé, pero espero que se me disimulen de aquí a la vuelta a casa, porque explicárselo a mi familia no va a ser gracioso.

Cuando Hugo entra en el baño, en calzoncillos también, observo su cuerpo a través del espejo indiscriminadamente, como hago siempre, como no era capaz de hacer con Rossi. Él también se ha llevado lo suyo. Tiene el cuello morado, aunque no tanto como yo, su pecho no tiene apenas marcas excepto una en el pezón derecho, supongo que es nuestro signo de identidad, y otro en la línea que hay entre ambos pectorales. Sus abdominales tienen alguna que otra marca, pero no tan exagerado como lo mío. Al menos en la espalda no tengo casi.

- Oye - le llamo, y él deja de buscar algo entre los cajones - Creo que deberíamos de parar un poco con esto del sado.

- ¿A qué te refieres? - me pregunta riéndose.

- A que parece que me hayan disparado, propinado una paliza y luego atropellado. Dos veces.

Se ríe más fuerte ante mi comentario, supongo que sobre todo por la segunda parte. Me hace girarme con los brazos y se coloca de frente a mí. Me da un beso en la frente, y acaricia mis pezones multicolores con suavidad haciéndome emitir un suspiro.

- Vale - me susurra al oído, y luego me muerde suavemente el lóbulo de la oreja - Pasemos a algo más blandito, si es lo que quieres.

Entonces me besa, y yo como siempre pierdo el conocimiento. Nos hemos besado mil veces y de mil formas distintas, pero nunca así. Creo que nuestros cuerpos evidencia que durante el sexo nuestra bocas suelen estar separadas y ocupadas en otras partes del cuerpo. Los besos suelen ser antes o después, pero durante son más rápidos y desesperados. Este no lo es, es intenso pero lento. Ninguno de los dos hace nada para cambiar nuestra situación, ni para ir a más ni para bajar el ritmo, simplemente nos besamos mientras nuestras manos recorren el cuerpo del otro. Al final nos separamos para respirar, y antes de que piense en nada más Hugo se hunde en mi cuello, depositando besos húmedos pero suaves, aunque no por ello me producen menos placer. De ahí va bajando por mi pecho, lame uno de mis maltrechos pezones con mucha más dulzura que de costumbre y yo no puedo hacer nada más que respirar. A continuación sigue bajando por mis abdominales hasta mi V, y al llegar ahí coge la coma de mis boxers y la tira hacia abajo. Yo sé lo que va a hacer ahora, y que nadie se confunda, no me molestaría nada que continuase, pero hay algo que no me puedo quitar de la cabeza.

- Hugo... Hugo - vuelvo a llamarle - Para un segundo.

- ¿Qué pasa? - pregunta él levantando la cabeza, pero sin incorporarse del todo.

- Creo que... yo... - mierda, soy bastante patético explicándome - Quiero hacer algo diferente.

Si hay algo que no tiene sentido en esta vida es que yo me avergüence de algo con Hugo, ya que él me ha visto de formas que nadie más lo ha hecho, en particular ahora que me encuentro completamente desnudo y rendido ante él.

Piensa en Ellos #1, #2 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora