Capítulo 27: Navidad (II): Homo-viajes y disputas pseudo-matrimoniales

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Alex

Sabía que iba a ser difícil pero, además de eso, presentarle a Hugo a mi madre es lo más extraño que he hecho en toda mi vida. Al principio no ha ido mal, sobre todo porque he evitado pronunciar la palabra "novio" para referirme a él, y es que seguimos sin haber hablado de qué somos exactamente, más allá del hecho de que no habría terceras personas. Por suerte, hemos cenado nada más ha llegado, por lo que no ha habido que hacer conversación esperando la comida. Casi me hubiera gustado que mi madre le hubiera acribillado a preguntas del tipo de "¿A qué quieres dedicarte?" o "¿Cuáles son tus aficiones?'', pero no, el silencio ha reinado durante toda la cena, sin que nadie se haya esforzado por evitarlo.

Mi madre, aunque lo ha intentado, me parece que no ha terminado de encajar tan bien la situación como ha querido aparentar en un principio, y Hugo, según me ha dicho, prefería el silencio a cagarla. Yo, simplemente, no encontraba nada inteligente que decir ante lo que estaba pasando. La noche ha acabado como cabría esperar: con una corta despedida, cordial pero fría.

Lo cierto es que podría haber ido mejor, y hasta cierto punto me ha decepcionado un poco la actitud de mi madre, pero también podría haber ido mucho peor, así que decido aferrarme a eso. Al fin y al cabo no ha habido peleas ni discusiones, ni tampoco mi madre ha montado una escena, eso a ella no le va, ni Hugo le ha dado motivos para no gustarle, además del hecho de ser un chico.

Lo más raro y a la vez conciliador de todo es que mi madre ha valorado la actitud de Hugo de quedarse callado, por lo que me ha dado su permiso para ir al viaje. "Parece educado y prudente", cito textualmente, y no ha añadido nada más a parte de que tuviera cuidado y no desfasase.

***

Hugo me ha recogido a las seis de la mañana para irnos a Andorra, y mi madre, contra todo pronóstico, hasta ha salido a saludarle y despedirnos. Ahora mismo vamos por la autovía en su coche, y no puedo hacer otra cosa que no sea mirarle. En serio que lo veo muy guapo, tan guapo que no es ni medio normal, y su cara de concentración hacia la carretera me tiene embobado todo el rato. Hugo no conduce extremadamente rápido, pero sí un poco por encima del límite de velocidad, por lo que en dos horas ya estamos en Tarragona, donde paramos a que nos dé un poco el aire y tomarnos un café. Bueno, para ser sinceros, Hugo se toma un café, yo una leche con Cola Cao. Son las ocho de la mañana, pero dado que los chicos llegaron muy tarde al hotel anoche, posiblemente todavía estén durmiendo cuando lleguemos. Además, conociéndolos estarían haciendo el canelo hasta bien tarde. Tras unos veinte minutos volvemos al coche, ya que aún nos quedan más de dos horas para atravesar Cataluña de arriba a abajo. Durante el camino escuchamos música, reímos y hablamos, pero todavía no ha salido el tema de mi madre así que, como parece que Hugo está de buen humor, decido aventurarme.

- Bueno - comienzo a decirle tras recuperarme de la risa que me ha causado su imitación del responsable del club de Cross - ¿Qué te parece mi madre?

- Es genial - me miente sin demasiado énfasis y sin añadir nada más.

Por un segundo me quedo mirando sus ojos azules brillar entre las primeras luces del día, pero no dejo que me encandilen, y continúo.

- ¿Y qué más? - le insisto algo temeroso, queriendo saber su verdadera opinión, por mucho que esta pueda llegar a molestarme.

- Nada más - me contesta mirándome de reojo y esbozando una media sonrisa, pero una de esas que no significan nada bueno. Me quedo en silencio durante otro momento, analizando lo que está pasando, y llego a la siguiente conclusión: a Hugo le cae mal mi madre.

- ¿Qué ha hecho o dicho para molestarte? - vuelvo a insistir ya algo molesto por su falta de honestidad, si tiene algo que decir debería saber que estoy aquí para escucharle.

Piensa en Ellos #1, #2 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora