POV Elena
- Entonces, ¿tu madre no vuelve hasta el domingo? - pregunta Alberto mientras examina cada rincón de mi salón.
- Eso creo - respondo observándole yo a él. Y es que tenerle en mi casa me resulta bastante raro.
No soy una persona muy abierta a nivel de amistades y con esto me refiero a que, aun que casi todo el mundo suele no disgustarme demasiado, cuesta mucho que alguien llegue a aportarme la suficiente confianza como para estar mucho tiempo a solas con esa persona o llevarle a mi casa cuando mi madre no está. Es por eso por lo que, como ya he dicho, me parece bastante extraña la imagen de Alberto en mi salón.
Es la primera vez que traigo a un chico que no fuese mi amigo a casa, y uso estas palabras para referirme a Alberto porque realmente no se que somos. Está claro que mi novio no es pero creo que tampoco puedo decir que sea solo un amigo con derecho. Lo que quiero decir es que, aun que lo nuestro no sea algo serio, estar juntos está comenzando a convertirse en algo bastante habitual.
- ¿A qué hora me has dicho que te ibas? - pregunto mientras me quito la chaqueta y la arrojo sobre el perchero que tengo a mi lado.
- ¿Ya me estás echando? – me dice a modo de respuesta dedicándome una mirada sorprendida pero a la vez divertida.
- Ni siquiera te he invitado, asique supongo que echarte está bastante fuera de lugar - le contesto yo, lo cual hace que él suelte una carcajada.
Y es que algunos de clase hoy se van a un pub y cuando le he dicho a Alberto que, al igual que en el noventa por ciento de las veces que se organiza un plan así, no voy a ir, a insistido en vernos antes e inocentemente ha propuesto el venir a mi casa.
- He quedado las doce y media o así, así que soy todo tuyo por dos horas - me informa. - Por cierto, no hace falta que te quedes ahí mirándome, te dejo que te sientes en el sofá.
Justo en ese momento me doy cuenta de que, mientras transcurría esta conversación, Alberto se a recostado en mi sofá con su tranquilidad natural al contrario que yo, que he permanecido de pie, observándole como si una intrusa se hubiese colado en mi casa.
Lo cierto es que hasta yo sé que mi actitud, aún que involuntaria, es un poco rara y bastante incoherente teniendo en cuenta que Alberto y yo llevamos quedando algún tiempo, que podría decirse que nos conocemos y que hemos quedado de esta manera en su casa mil veces.
Entonces me acerco al sofá y me siento a su lado, de manera que en cuanto lo hago, casi de inmediato, el pasa su brazo por detrás de mis hombros y me acerca un poco más a él.
A continuación me da un beso en la boca que resulta ser mucho más sirve de lo que me esperaba. Es decir, sinceramente creía que en cuanto me sentase a su lado, Alberto prácticamente se iba a abalanzar sobre mi y nos pasaríamos el resto del tiempo que estuviese en mi casa liándonos básicamente. El caso es que, al margen de que yo disfrutaría con ello y de que realmente no me haya planteado otra cosa, yo respondo al beso que creo que va a darme, y no realmente al que me da, lo que quiere decir que soy yo, sin a penas darme cuenta, la que comienza a besarle con bastante ímpetu.
Eso si, él no tarda en seguirme el ritmo y cuando a penas llevamos uno minutos besándonos ya estoy prácticamente sobre él, acariciando los abdominales que puedo notar a través de la camisa que se a puesto para salir de fiesta y que realmente me estorba demasiado en estos momentos.
Llega un momento en el que Alberto trata de que sus labios se deslicen por mi mandíbula hasta mi cuello, y lo consigue hasta que llega a esta y algo se lo impide.
ESTÁS LEYENDO
Piensa en Ellos #1, #2 [Editando]
RomanceEn el Amapola todo parece ir bien. Los adolescentes van a clase, y punto. Pues bien, esa no es la verdad. En clase hay todo tipo de problemas. Tenemos a Carmen, una chica que tras cometer un error llena su vida de problemas ; a Ahinoa, su prima, qui...