Carmen
Me aferro todo lo fuerte que puedo al torso de Adrián. Vamos por la Alameda, llegando a Aragón con su moto. Hace frío, pero la chaqueta de Adri me da calor. Me siento un poco mal, porque sé que él se está congelando, pero ha insistido en que me la pusiese yo, porque decía que a él le molesta al conducir.
La fiesta de hoy, a pesar de todo el lío de Alberto y las niñatas de un curso menos, ha pasado completamente en "paz" y ha sido increíble. Nos hemos reído, bailado y bebido un poco de más, pero no demasiado. Bueno, Adrián apenas se ha tomado dos copas porque tenía que conducir, pero ha asegurado que no le importaba porque mañana tiene entrenamiento y debe estar en buenas condiciones.
Entramos en el parking del sótano del edificio, y un gran olor a combustible, así como una ola de calor, me golpean, causándome un malestar nauseabundo que me hace estremecerme. Aunque no he bebido lo suficiente como para ir borracha, empiezo a pensar que no se me ha pasado tanto el efecto del alcohol como yo pensaba, y que mi mareo es bastante intenso.
Dejamos la moto en su plaza y vamos, quitándonos el casco, hacia el ascensor.
- ¿Seguro que tu padre no aparecerá? - le pregunto a Adri, tratando de ignorar mi malestar.
- Segurísimo - Me afirma convencido - Ni mi hermano.
- Perfecto - le respondo.
- Aun así cerraré la puerta con llave por si acaso - bromea.
- Por favor - le pido con una sonrisa.
Lo cierto es que mis padres no saben que duermo en casa de Adrián, sino que creen que estoy en casa de Alba y que llevo durmiendo horas, así que no me gustaría que les llamase nadie diciendo que han encontrado a su hija durmiendo en su casa, por lo tanto, que el padre de Adrián no esté es una buenísima noticia. Además doy gracias al cielo por haber decidido dejar a Alba ir por libre, ya que me ha confesado sólo a mí que está con Alex López y no en su casa, como le ha dicho al resto.
Mientras el ascensor nos sube al piso, me vienen recuerdos míos sobre la noche con Alberto, pero los borro rápidamente, y me sorprende que no provoquen en mí un miedo horrible, sino simplemente un rechazo mucho más llevadero.
Nada más Adrián abre la puerta y me cede el paso, recorro la entrada hasta el gran salón mientras oigo como él cierra la puerta con llave.
"Yo creía que decía de coña lo de cerrar" pienso, riéndome para mis adentros.
Lanzo el casco a uno de los sofás, y antes de poder hacer nada más, la sensación de mareo y náuseas vuelve. Creo que ya no tolero tanto el alcohol como antes, consecuencia supongo de haberme tomado un descanso de él durante los dos meses de verano. Adrián aparece por la puerta de la habitación, y me mira fijamente.
- No tienes muy buena cara -comenta, y no sé si parece preocupado por mí o divertido por la situación.
- Me encuentro un poco mal - le confieso.
- Vale, siéntate en el sofá - me indica, haciendo que me siente y sentándose conmigo, ahora un poco más serio - ¿Quieres lavarte la cara o los dientes?
- Muchas gracias - accedo mientras asiento - Creo que será lo mejor.
Me acompaña al baño que hay al principio del pasillo, y tras rebuscar entre los cajones, me da un cepillo de dientes nuevo.
- Para ti. Ahí tienes pasta de dientes - me señala uno de los cajones y a continuación se gira, dispuesto a salir del baño. Se marcha, y comienzo a lavarme los dientes, no sin antes echar pasta en el cepillo. Cuando termino, me enjuago la boca, y luego me lavo la cara con agua fría, que creo que es lo que me hace encontrarme definitivamente mejor.
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Piensa en Ellos #1, #2 [Editando]
Любовные романыEn el Amapola todo parece ir bien. Los adolescentes van a clase, y punto. Pues bien, esa no es la verdad. En clase hay todo tipo de problemas. Tenemos a Carmen, una chica que tras cometer un error llena su vida de problemas ; a Ahinoa, su prima, qui...