Capítulo Once

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Narra Justin:

—Buenos días—sonreí al ver como Amelia se daba la vuelta para verme. Había cogido la manía de darme la espalda a la hora de dormir y me gustaba puesto a que podía abrazarla aunque eso a ella la irritaba porque decía que no le daba espacio, pero solo bromeaba. Ella amaba que la abrazara mientras dormíamos. Le gustaba que escondiera mi cabeza en su cuello y que le diera besitos en el cuello.

—Buenos días—sonrió con la voz ronca. Señal de que había descansado y me alegraba. Ambos en especial ella necesitábamos descansar. Y que mejor que ahora que estábamos solos. —¿Qué hora es?—preguntó sentándose en la cama y le di la goma del pelo para que se lo amarrara.

—Las una y media de la tarde— dije y esta abrió los ojos como platos viéndome incrédula. De seguro no podía creer que era esa hora, ella jamas se mantenía en cama hasta esa hora. Pero como dije antes, estábamos solos sin los niños todo era posible.

—¿Qué?—dijo incrédula mientras comprobaba la hora. Efectivamente eran las una y media de la tarde. Yo no mentía al decirle la hora. –La reunión...—susurró mirándome y sonreí.

—Tranquila, tuve todo bajo control—sonreí y esta me miró aun sorprendida. De seguro no entendía porque no la había levantado para la reunión. Había asistido sin ella y ni siquiera se dio cuenta cuando dejé la cama. Algo muy bueno porque no quería levantarla.

—¿Por qué no me levantaste?—preguntó y me puse de pie trayendo el carrito con su desayuno aunque no sabia si lo quería puesto a que el desayuno ya había pasado.

—Quería que descansaras—dije y esta asintió sacando la tapa que tapaba su desayuno. Me acerque moviendo su cabello aun suelto hacia atrás y besé su hombro desnudo. –Buenas tardes hermosa—dije y esta sonrió viéndome.

—Buenas tardes amor—dijo besando mis labios. –Gracias—murmuró y sonreí. No tenia porque darme las gracias, todo lo hacia por ella. Estas atenciones y mas ella merecía e iba a dárselas.

—No hay de que—sonreí besando su frente. —¿Cómo te sientes?—pregunté y esta le dio un bocado a su tortilla.

—Flotando—dijo y reí. –No había dormido tanto en años y debo admitir que lo necesitaba—asentí estando de acuerdo con ella. Si que lo necesitaba. Amelia era una persona que se esteraba con facilidad y no dormir bien era una de las razones de su extremo estrés y su mal humor. Así que cuando ella dormía lo necesario, su cuerpo se relajaba y no estaba tensa. Ademas de que su humor cambiaba radicalmente. Era otra, algo muy bueno.

—Que bueno nena, eso era lo que quería—dije viendo el teléfono.

—¿Has hablado con las chicas?—preguntó y asentí.

—Me llamaron mientras iban de camino al campamento—dije tecleando una rápida respuesta a la secretaria. Me alegraba que ya estaba aquí, iba a necesitarla porque ella iba ayudarme a dividir el tiempo para poder estar con Amelia. Quería compartir con Amelia un rato, llevarla de paseo. Después de todo, merecemos unas pequeñas vacaciones solos. –Mima me contó que durmieron en nuestra cama y que varias veces se levantó a chequearlas porque habían llorado hasta dormirse—dije y esta asintió.

—Me sorprende que nos extrañen tanto—dijo y asentí. A mi también me sorprendía, pero me encantaba. Eso significaba que mis princesas nos querían, nos amaban. –Ellas no son así, normalmente es Derek quien se pone así, pero lo mas seguro es que no se ha dado cuenta que no estamos—dijo comiendo. —¿Y sobre los bebés?—preguntó y le robé una tostada haciéndola reír.

Vacaciones Compradas {#3 Vientre Comprado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora