Capítulo Doce

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Narra Justin:

—Realmente luces preciosa esta noche—le dije en el oído a Amelia que sonrió entrelazando nuestros dedos que permanecían en su cintura. No había querido soltarla todo este tiempo. Se me hacia imposible apartar las manos de ella. Aunque tampoco quería hacerlo, muchas miradas estuvieron sobre ella y la mayoría eran de hombres. Definitivamente hice bien en estar a su lado todo el tiempo, quería dejar claro que ella era mía. Que esa preciosidad que parecía un mismísimo ángel era mi esposa, la mujer que iba a compartir toda la vida conmigo. Vaya que lotería me había sacado con ella, muchos inversionistas nos lo habían dicho haciéndola sonrojar, pero era la verdad. Vaya lotería me había sacado con mi chica.

—No has parado de decírmelo—dijo y sonreí besando su cuello mientras la acercaba más a mí. Era cierto, toda la noche no he parado de decirle lo hermosa que estaba. De verdad lucia muy bien en ese vestido, aunque en realidad era todo lo que la hacia preciosa. Me costó bastante dejar de mirarla para atender a la convención. Se me hacia imposible apartar la mirada de Amelia.

—Es porque aun me tienes hipnotizado—dije y esta rió negando. Llevábamos toda la noche de buen humor. Habíamos hablado, reído y habíamos compartido con otros inversionistas. Ahora era el momento de nosotros, la noche apenas comenzaba para nosotros. Esperaba que todo estuviera listo en la habitación. Helena me había ayudado. Nunca hacia mal su trabajo, así que confiaba en que la habitación estuviera como le había pedido. –Se me ha hecho imposible apartar la mirada de ti, de tu cuerpo—murmuré y Amelia rió. –Me tienes atrapado, siento que si te pierdo de vista por un segundo desaparecerás—dije y esta sonrió.

—Tranquilo cariño, no iré a ningún lado sin ti—murmuró y sonreí besando su mejilla mientras salíamos del elevador. Cogí su mano y caminamos a la habitación. –Veo que estás desesperado—dijo y la miré con una sonrisa.

—Te tengo una sorpresa—dije y esta alzó una ceja.

— ¿Otra?—preguntó y asentí acercándola a mí. No tenia porque estar tan lejos, la quería muy cerca de mí.

—Apenas es el principio de muchas otras sorpresas—dije y esta sonrió enredando sus brazos en mi cuello.

—Te amo—susurró sobre mis labios y sonreí.

—Yo también—dije besando sus labios mientras la pegaba a la pared al lado de nuestra puerta.

—Necesito sentirte—gimió apretando su mano en mi cabello mientras besaba su cuello. Sabia lo excitaba que estaba, estaba temblando y apenas podía mantenerse en pie. Lo se porque la estaba agarrando. Tanto ella como yo necesitábamos sentirnos ya.

—Yo también necesito sentirte—susurré sobre su piel. –Necesito estar dentro de ti preciosa—dije mirándola y esta asintió jadeando. –Lo necesito—dije besando sus labios mientras pasaba la tarjeta para abrir la puerta.

—Oh Justin—gimió brincándome encima y reí entre dientes mientras entraba a la habitación con ella en brazos. Esta rió al escuchar la puerta cerrarse fuertemente y alzó la vista viendo la habitación.

— ¿Te gusta?—pregunté y esta sonrió con los ojos aguados viendo la habitación. Sabia que iba ser emocionante para ella ver la habitación llena de rosas, de velas y de olor a vainilla. Me había costado, pero lo había conseguido. Su cara de sorpresa, de satisfacción y de emoción al ver las fresas y chocolates en una esquina había valido la pena. –Me dijiste que nunca habías tenido la oportunidad de ir a un campin, entonces pensé ¿Por qué no hacerlo aquí?—dije y esta rió viendo las sabanas enganchadas en la cama pareciendo una tienda de campin. Aunque la cama no era lo principal, sino el piso que estaba forrado de pétalos haciendo una forma de cama con dos almohadas también. Mi intención era pasar una velada inolvidable e íbamos a hacerlo. En una esquina estaba la bañera portátil que había pedido llena de pétalos y con olor a vainilla. Cerca de la bañera en el piso estaban las toallas y la pequeña caja que había mandado a hacer. Quería que leyera las notas que había dentro de la caja, pero sabía que ella no iba a aguantar. La solté suavemente en el piso y le di la vuelta bajándole el zíper del vestido.

Vacaciones Compradas {#3 Vientre Comprado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora