Capítulo XX

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Narra Justin:

—Nena—la llamé y su respuesta fue el dedo del medio. Sabía que aún seguía molesta, pero yo no tenía la culpa de que haya decidido ponerse las bolas de juguete. Eso en cada movimiento hacia que chocaran con su punto G y que rozara su clítoris. Era excitante verla jadear bajito tratando de mantener el control del placer que estaba sintiendo. No mentía, Amelia todo el viaje estuvo jadeando, apretando mi mano, removiéndose incomoda y más. Estoy seguro que tuvo un pequeño orgasmo. –Preciosa—susurré en su cuello haciéndola quejarse.

—Déjame maldito infeliz—bufó y reí viendo a las niñas. Ya todos estaban bajándose, pero ellas decidieron esperar por nosotros.

—Vayan ustedes con Mima, yo me encargo de mamá—les dije a ambas que rieron asintiendo. Miré a Amelia que seguía en la misma posición que tuvo durante el segundo viaje y reí. Definitivamente estaba molesta, pero yo no tenía la culpa. Yo quise ayudarla, pero cuando iba a seguirla al baño, la azafata me pidió que la esperara afuera. La segunda vez que lo intenté, Derek se había despertado.

—Amelia, ¿Quieres quedarte en el avión para siempre?—le pregunté y esta bufó.

—Si pudiera pararme lo haría, pero si me muevo bien sabes lo que pasará—bufó y sonreí poniéndome de pie. –Estoy más sensible que nunca imbécil—dijo y me agaché a su altura. Era gracioso ver en la posición que estaba. Estaba agachada hacia al frente casi abrazando sus piernas.

—Ven con papá nena—dije haciéndola bufar. Reí cargándola como los recién casados haciendo que se quejara.

—Me duele—gimió y asentí saliendo del avión haciendo que todos nos miraran con confusión, incluso ternura. Si tan solo supieran porque la cargaba así, no nos mirarían así.

—¿Qué le pasa?—preguntó Mima al vernos y bajé con cuidado a Amelia que se quejó abrazándome. Al parecer sí que le dolía. Necesitábamos un baño urgente.

—Necesita ir al baño—conteste y esta asintió. –Ahora volvemos, vayan por maletas y cerca de Mima chicas—dije y ambas asintieron agarrando la manito de Derek. –Vamos—dije agarrando su brazo llevándola al baño.

—Joder, a este paso tendré mi clítoris hinchado—se quejó haciéndome reír. Realmente encontraba gracioso la situación. Pero mierda, me había quedado con las ganas de ayudarla.

—¿Cuál te pusiste?—le pregunté mientras caminábamos al baño. —¿La de dos o la de cuatro?—le pregunté y esta bufó.

—La de cuatro—se quejó y reí negando. eso le pasaba por golosa. La de cuatro golpeaba directamente su punto G mientras que las demás chocaban con sus paredes vaginales y la última con su clítoris teniendo satisfacción al máximo. Llegamos al baño de mujeres y rodeé los ojos al ver como varias se habían volteado a verme mal. Y que fuera el primer hombre que acompañaba a su mujer al baño.

—Lo siento, mi mujer ha tenido su periodo y he venido a ayudarla—expliqué y todas asintieron mirándome con ternura. Si tan solo supieran a lo que realmente venia estoy seguro que me hubieran mirado como un pervertido. Es mejor causar ternura que asco. Créanme, ya me han visto pervertido antes.

—Tienes un esposo muy considerado chica—dijo una y Amelia rodó los ojos.  Ella no me consideraba precisamente considerado.

—Lo se—contestó mirándome mal. Yo era todo menos considerado, al menos era eso lo que ella pensaba. ¿Cuándo iba a entender que no fue mi culpa? ¡Yo quería ayudarla! Jugar un rato con ella, pero no me dejaron.  Esperé a que el baño se vaciara de todas las chicas y le puse seguro a la puerta. No quería interrupciones.

Vacaciones Compradas {#3 Vientre Comprado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora