capitulo 34. Jenny tú no estas sola.

7.3K 348 20
                                    

Capitulo 34.

Jenny P.O.V.

Llevaba llorando mucho tiempo, la verdad es que había perdido la noción del tiempo perdida entre mis horribles recuerdos/pesadillas, cuando de repente alguien se me acercó:

-Jenny, ¿Estas bien? –levanté mi cabeza al oír su voz, debía de tener los ojos rojos e hinchados pues su cara demostró más preocupación de la que ya traía.

-Desde luego, este está siendo el mejor día de mi vida. Es casi comparable al día en que me abandonaron en un sucio callejón. –dije yo sarcásticamente, odiaba llorar y más aún que me vieran llorar. – De todas maneras, ¿a ti qué más te da? Ni siquiera me has dirigido la palabra durante todo este tiempo.

-Jenny yo… -dijo Max puesto de cuclillas justo delante de mis rodillas las cuales estaban pegadas a mi pecho pues había llorado con la cabeza hay metida como cuando era un niña.

-¿Tú qué Max? ¿Qué quieres? Porque de verdad que ahora no tengo ninguna gana de ponerme a discutir contigo o cualquiera de tus estúpidos amigos.

-Joder Jennifer, ni cuando estas triste dejas de estar a la defensiva. ¿De verdad no te cansas? ¿Por qué no podemos mantener una conversación normal? Solo he venido para hablar contigo y ver como estabas.

-¿Quién te ha pedido que vengas aquí? Porque desde luego yo no he sido y me repito, ¡a ti qué más te da como este! –dije en forma de afirmación en vez de pregunta. -¿Vienes ahora por qué de repente te doy pena? ¿Por qué te da penita la niña a la que maltrataban?

-No Jennifer claro que no… yo…

-¿Tú qué, vas a acabar una maldita frase?

-¡Jennifer coño basta ya! –me gritó mirándome a los ojos le mantuve la mirada, negando las lagrimas que luchaban por salir, pero mis emociones estaban trastocadas y una traicionera se escapó de uno de mis ojos. (Odiaba el empezar a llorar porque luego no podía parar) En cuanto Max la vio a pesar de que yo la seque de un rápido movimiento con la mano, me abrazó. En el mismo instante en que me rodeaba con sus brazos, más lágrimas comenzaban a salir. Yo tan solo le devolví el abrazo, mientras dejaba caer mis lágrimas silenciosamente. – Tranquila. –me susurró en el pelo mientras se sentaba a mi lado y me colocaba sobre sus piernas sin dejas de abrazarme. Me separé de él y me limpie toda la cara con las manos.

-Estoy bien. –dije a la vez que hice el ademan de levantarme, pero como había hecho más veces me cogió del brazo y me obligo a permanecer sentada.

-No. –se limito a decir.

-¿No qué? –pregunte yo interrogativa.

-No es verdad que no me importabas, no es verdad que estaba enfadado contigo.

-En ese caso lo disimulabas muy bien. –dije yo irónica.

-No estaba enfadado contigo, lo estaba conmigo.

-Vale, vas tener que explicármelo mejor, porque no me estoy enterando de nada. ¡Y luego dicen que no hay quien entienda a las mujeres!

- Estaba enfadado conmigo, porque no lo estaba contigo. Era incapaz de enfadarme contigo, soy incapaz de enfadarme contigo. Me pones de los nervios y me sacas de mis casillas, pero a la hora de la verdad no puedo dejar de pensar en ti.

-¿Entonces por qué no viniste a hablar conmigo ni una sola vez?

-Porque se supone que era lo que tenía que hacer, se supone que tenía que estar enfadado, y además me negaba a aceptar lo que cada vez era más obvio.

-¿y se puede saber qué es eso que cada vez era más obvio?-Pregunté yo sin entender nada.

-Cada vez que alguien decía algo de ti, o se metían contigo tenía que recurrir de todo mi autocontrol para no partirle la cara. – dijo el ignorando mi pregunta – Cuando el dragón te golpeó el aire se fue de mis pulmones y noté como mi corazón dejaba de latir, el día que os contaron en qué consistiría la segunda prueba y tú te agobiaste por el agua y el imbécil de mi casa se metió contigo… creí que lo mataba allí mismo. No soporto que alguien te haga daño, por eso cuando he visto esas imágenes… -dio un largo suspiro como si aun no acabara de asumir todo lo que había visto - ¿Por qué no le contaste nada a nadie, por qué no me lo contaste a mi?

-Porque odio que la gente me mire con lastima, es un recuerdo constante de que hay algo por lo que tengo que dar lástima. Porque así puedo ser una más. Porque esas imágenes, esos recuerdos… -las lagrimas intentaron volver a escapar, pero me negué. -¿Quieres saber por qué nunca lloro? –Max solo asintió – Kyle mi segundo padre de acogida, cada vez que me pegaba o me electrocutaba yo lloraba y le suplicaba que parará. Él me respondía: <<Cuanto más te quejes y más llores más te seguiré golpeando. Quien llora demuestra su debilidad y tú has de ser fuerte >>

-Jen, llorar no es malo.

-Sí, sí lo es. No me permite estar atenta, no consigo controlar mis acciones.

-Jenny –dijo mientras me sujetaba la cara entre sus manos –no puedes pretender controlar todas tus acciones.

-Max –dije separándome de él y sentándome enfrente de él- ¿Quieres que te cuente algo?

-Claro Jennifer. –Dijo sentándose a mi lado apoyando su espalda en la pared.

-El primer día que conocí a Daniel, desconfiaba de él y esperaba que en cualquier momento me golpeara, pero para mi sorpresa no lo hizo. De hecho Daniel me trataba bien, prácticamente había olvidado aquello,-sonreí – ya sabes lo de que alguien se portara bien conmigo. Me recordaba mucho a James, pues Daniel al igual que James cuando me despertaba entre pesadillas por las noches me consolaba. Por eso cuando lo mataron, cuando me lo quitaron… Volví a sentir que perdía a mi hermano, me volvía a sentir sola. –dije mirando a la nada mientras una lágrima se volvía a escapar.

-Jenny tú no estás sola, yo estoy contigo. –dijo colocando un mecho de mi cabello tras mi oreja y acariciándome la mejilla.

-Todavía no me has contestado mi pregunta. –dije intentando no perderme en sus ojos.

-¿Qué pregunta? –dijo jugando con mi pelo.

-¿Qué es eso que era tan obvio? –en ese momento paró y me miro fijamente a los ojos.

-Yo no creo….

-Es decir ¿que yo te confieso cosas que no le he dicho a nadie más y tú no me respondes a una mísera pregunta? –le dije una pequeña sonrisa traviesa.

-Está bien… mira que eres cabezota. –dijo arrasándose la nuca, para luego mirarme a los ojos y decir – No quería aceptar que me he enamorado de ti, que soy incapaz de mirarte a los ojos y no perderme en ellos o intentar besarte. Que… -pero no lo deje seguir hablando, en su lugar: LO BESÉ.

--------------------------------------------               -----------------------------

Lo primero siento haber tardado en actualizar y lo segundo muchas gracias a todos los que votais y comentais y en esta ocasión en especial a los que me habeís apotartado ideas nuevas, de hecho, algunas ya van cogiendo forma en mi cabeza.

Como siempre, Paz y amor

besos,

Janire.  

Jennifer Lily PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora