capitulo 8. conversaciones

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CAPITULO 8.

-¿Qué haces aquí estúpido zopenco?- dije con una ligera nota de irritación en mi voz.

-Yo también estoy, encantado de volver a verte miss simpatía –dijo él irónico. Como en ese momento no tenía ganas de seguir discutiendo me gire y empecé a caminar pero él me paró y me dijo en un tono más normal - ¿Por qué?

-¿Por qué, qué? –dije confundida.

- ¿Por qué, dijiste que te ofrecías a trabajar a cambio de que no nos quitaran los puntos? –dijo realmente sorprendido, haciendo que yo también me sorprendiera, desde luego esa no era la pregunta que me esperaba.

-Simple, porque odio con todo mi alma a la gente que mete en sus propios problemas a alguien más que no sea él mismo, es decir, no me gusta que por mis cagadas paguen otros. –dije como si fuera lo más normal del mundo, para mí lo era. Pero, estaba claro que para él no.

-En este caso te doy la razón, pero me ha parecido que estas insinuando que nos debemos enfrentar a los problemas nosotros solos…

-Sí, exactamente eso es lo que quería decir. – dije yo cortándole.

-Pero, eso no es así. La mejor forma de solucionar un problema es apoyarte en tú familia y amigos. - dijo él muy seguro.

-No todos tenemos familia en la que apoyarnos – dije yo secamente, haciendo que él se sintiera incomodo.

-Pero, los amigos se pueden convertir en tú familia. – yo sabía que él estaba pensando en nuestro padre.

-Lo sé, créeme que lo sé muy bien. Pero, ¿de verdad te compensa poner en peligro a tú amigo, por un problema tuyo? –dije yo con la voz rota por recordar que Daniel murió por ayudarme. – Yo lo perdí – dije en un susurro esperando que él no lo escuchara me negaba a que él me viera frágil.

-¿Perdiste el que?

-Nada, déjalo. –dije seca. – Será mejor que nos vayamos o llegaremos tarde a las clases – dije mientras me giraba y me iba, dejándolo confundido.

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Las clases, fueron interesantes a excepción de la de historia en la que me aburrí como nunca antes. Para cuando me quise dar cuenta ya estábamos, sentados otra vez en las mesas del gran comedor devorando aquella deliciosa comida.

El ambiente era mucho más relajado, aunque seguía notando miradas clavadas en mi espalda, cuando al fin me harté y me gire. Me encontré con la penetrante mirada plateada con motitas grises de un chico rubio de Slytherin. Me acordaba de él, de haberlo visto antes pero no estaba segura, era guapísimo y no se podía negar, pero se notaba que se lo tenía muy creído por lo que tras darle una de mis sonrisas gélidas me giré y seguí en silencio con mi comida. Creía que nadie se había percatado de nuestra conversación silenciosa pero Clara lo había hecho y me sonreía, a diferencia del resto que me ignoraba. Estaba claro que insultar al “salvador” no estaba muy bien visto por aquí.

Por la tarde no teníamos más clases, por lo que decidí subir a mi cuarto a por un libro para sentarme en los terrenos a la sombra de un árbol a leer un rato. Un gran falló, pues en mi habitación me esperaba una Clara deseosa de hablar de mi “conversación silenciosa” con el Slytherin.

-Bueno, ¿a que ha venido esas miraditas en el comedor con Max Malfoy? – dijo realmente alegre, esta chica se estaba convirtiendo junto con su hermana en una de mis mejores amigas en la escuela, por no decir la única, ya que el resto me tiraban miradas asesinas o simplemente me ignoraban. ¿Max Malfoy, ese era el hijo de Draco Malfoy? Ahora todo encajaba, su padre había sido todo un pibón en su época de colegio, por lo que había podido ver en las fotos del colegio de mis padres.

-Ni siquiera sabía que se llamaba Max. – Dije intentando librarme del interrogatorio – él ni siquiera sabrá que existo, y si lo hace me ignorara como el resto- dije tranquilamente.

-Pues yo creo que sí que sabe que existes, solo había que ver la radiografía que te ha estado haciendo toda la comida. No apartaba los ojos, pensé que algún momento se iba a meter el tenedor en un ojo. –me reí un poco ante su comentario, mientras notaba como mis mejillas se sonrojaban ligeramente.

-Te lo habrá, parecido a ti, yo ni me percate de su persona después de lanzarle mi mirada gélida – mentira me había pasado toda la comida notando su mirada pero eso no era algo que fuera a admitir.

-Ya, ya seguro….

-Me voy a leer un rato, luego seguimos hablando – dije intentando escabullirme.

-No te escabullirlas tan fácilmente, pero ahora me voy a contarle todo esto a Sophie – dijo mientras salía corriendo en busca de su hermana. Aquella mujer me encantaba, era todo felicidad y positividad lo contrario a mí, pero no de una manera cargante.

Salí de la habitación con mi libro bajo el brazo. Al llegar a los terrenos me senté bajo un árbol y empecé a leer.

Jennifer Lily PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora