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Seis años antes...

16 de Febrero, día de mi cumpleaños número catorce, mis tíos habían venido a casa a visitarme junto a mis pequeños primos.

Toda la tarde habría sido diversión para mí, mi padre aún no llegaba de su salida. Mi madre trajo a la mesa aquella torta de chocolate, mis abuelos y todos los demás rodearon la mesa, mientras cantaban "Feliz cumpleaños" para mí.

Todos me alentaban a pedir un deseo antes de apagar la vela, y siempre habría sido mi ideal que mi familia se fortaleciera. Apagando la vela.

Me encontraba sentada en el mueble de la sala, dónde escuche voces amargas, ruidos que me destruían el alma, me había percatado entonces que mi madre junto a su hermano estarían hablando con mi padre.

Todo fue tan repentino. Mi padre ha cometido grandes errores, una de esas fue poniendo la mano encima de mi madre, amenazas, gritos, dolor. Mi madre habría soportado todo aquello por mí y creyendo que el tiempo curaría todo, volviéndonos poco a poco en la familia que ella deseaba y que yo necesitaba, sin embargo, mi padre nunca avanzaría y nunca lo hizo.

Terminando todo aquella noche, su separación definitiva, el mismo día en que nací... Que hace catorce años atrás habría sido su más grande regalo y su mejor día en toda su existencia. Y ahora convirtiéndola en uno de los más trágicos.

Siendo yo una parte del amor que quedó, que ahora se marchita con el tiempo y con el resentimiento.

Meses atrás.

Las cosas nunca habrían acabado, los problemas en mi familia seguían, no había día en que quisiera que todo acabará y rogando que todo parará.

Cada vez más era la tensión cuándo mi padre venía a casa a visitarme, no era capaz de dormir bien, mi preocupación aumentaba cada vez que me daba cuenta que dejaba a mi madre sola junto a él. A pesar de todo lo sigo queriendo, sigo amando a mi padre, pero hay cosas que no tienen solución.

Ahora con Veinte años, he tomado la iniciativa que tal vez mi madre habría estado esperando de mí. Junto al dinero que he estado ahorrando y el de mi madre por su trabajo, hemos podido mudarnos de Seattle hasta Nueva York, dónde conseguimos una pequeña casa, muy simple, pero acogedor.

Esperando a que este nuevo rumbo sea un gran comienzo para nosotras.

Ella buscaría un trabajo en algún hospital como doctora ya que tiene un título en aquella profesión, y yo estaría estudiando los pocos años que me quedan en ciencias de la comunicación.

Tenemos tantos planes por cumplir, ahora que nos sentimos libres.

Actualmente.

Pise el freno del auto, estacionando en el aparcamiento de la universidad. La mañana era soleada, los alumnos aún transitaban por el campo del instituto.

Hace seis meses que llegué a Nueva York, acoplarme a la gran ciudad fue muy difícil al principio, sin embargo, logré sentirme cómoda. Para mamá fue fácil encontrar trabajo en el hospital, pero aún era difícil para nosotras olvidar todo lo ocurrido, dejamos atrás muchas personas, amigos, familiares, todo, para comenzar de cero, supongo que de alguna manera esto valdrá la pena.

Ivy se encontraba en las puertas, esperándome, con una gran sonrisa, al parecer algo grande le había ocurrido y se moría por contarlo.

Ella era una de mis mejores amigas en la primaria en Seattle, quién se había mudado a Nueva York para la secundaria. Resulto ser que cuándo estaba por ingresar a la universidad, ella fue la que me reconoció estando en la oficina de la decana, fue una parte en mi vida en que por fin sentí que las cosas estaban cambiando para bien.

—Hola Ivy, veo que tienes algo que contarme — sonreí, mientras caminaba por los pasillos.

—¡Así es! —exclamó caminando detrás de mí.

—Bueno, sueltalo —reí.

—¡30 Seconds To Mars dará su último concierto de su gira aquí! —me dijo, saltando de alegría.

—Vaya, que gran noticia, ¿Irás? —pregunté, dejando algunos libros en el casillero.

—Claro, pero no iré sola —me insinuó, mirándome de reojo.

—No creas que iré contigo, Ivy —rodee los ojos.

—Por favor, será divertido, es este primero de Noviembre, tienes tiempo para pensarlo. —suplicó, llegando al salón respectivo.

—Ivy, ni siquiera se quienes son, además no tengo dinero para eso —dije con sutileza, sentándonos en nuestros asientos.

—No hay problema, yo puedo pagarlo, no esta tan caro, y yo te ayudaré a saber sobre ellos... Por Favor

—Lo pensaré.

—¡Si! Gracias Becca —me dio un abrazo, reí.

No Way » Jared LetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora