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Becca

Mi estómago rugía por comida, así que me levante de la cama luego de estar unos minutos tendida en ella por la mañana, era temprano, Jared fue por algo de comida ya que lo que teníamos se estaba acabando y puedo decir que yo era la culpable principalmente.

Abrí el refrigerador, encontrando un poco de pollo y fresas, tal vez sea mala combinación pero para mi apetito peor que el de un tigre esto era el paraíso; frei un poco, hasta ver que quedara cocido y lo comí como si fuera el único pedazo de comida en el mundo.

—¿Me he demorado mucho? Ese era el último pedazo de pollo –me dijo él sonriendo entrando a la casa.

—No aguanté –reí, poniéndome de pie hasta llegar a su lado, observando lo que compró.

—Que bueno que traje más –me sonrió —¿Vas a comerte eso? –me dijo refiriéndose al pollo que deje en la mesa.

Pero de repente mi estómago volvió a darme vueltas, odiando una vez a mi débil apetito aún sabiendo las consecuencias, corrí hacía el baño, maldiciendo en voz baja por ser la tercera vez que me pasa esto desde que desperté.

—Creó que ya es hora de volver a la ciudad, ¿No crees? –me dijo con una media sonrisa mientras ponía un mechón de mi cabello atrás de mi oreja, ayudándome a ponerme de pie.

—Tal vez, ¿Crees que sea normal? No puedo mantener la comida ni quince minutos –dije algo asustada mientras enjuagaba mi rostro en el lavado.

—Llamaré a Will –me avisó, sosteniendo su celular.

—¿Quién es él?

—Es esposo de Elena, es médico –dijo, marcando el número con rapidez —Estarás bien –me susurró, dándome un beso en la sien, alejándose del baño.

Suspire, esperando que no sea nada grave, de nuevo, mi corazón hizo un salto, al verme en el gran espejo del baño, me fije en mi estómago, poco a poco subiendo la tela de mi blusa, notando ese pequeño bulto, tomando consciencia que una parte de mi vida se encontraba ahí, amándole tan de pronto como lo había visto, desde ese momento, supe que aunque algo estuviera mal o bien, mi vida vendrá a este mundo, cueste lo que cueste, mi corazón, mi palpitar, todo es suyo completamente.

Vi llegar a Jared nuevamente, esta vez con un destello que podría predecir que algo no anda bien y lo peor es que es sobre mí.

—Tenemos que volver –me dijo, dándome un corto beso en la frente y dirigiéndose a la habitación mientras yo lo seguía preocupada.

—¿Qué fue lo que te dijo? –pregunte alarmada.

—Te llevaré a Seattle, estarás mejor allá –fue lo único que dijo, obviando mi pregunta, sin calmar mis nervios.

De una vez deduje que él será incapaz de responderme, por lo menos hasta llegar a nuestro destino, mi cabeza sólo pensaba lo peor y decidí en llamar a Elena, al menos alguien tendrá que estar de mi lado en esta situación por cualquier cosa que pasará.

¿Becca? ¿Estás bien? ¿Me puedes decir qué pasa?

—Voy a necesitar tu ayuda.

En tan corto tiempo, ya estábamos saliendo de la isla, Jared hizo una llamada a la aerolínea en que nos iríamos, al parecer quería irse conmigo lo más pronto posible, tanto que accedió a rentar un avión privado ya que los vuelos a Seattle saldrían recién en unas seis horas.

El trayecto fue casi una tortura para mí, mi estómago no paraba de tener alguno que otro rugido, sin embargo, me aguantaba a querer algo de comida, sabía lo que se vendría luego y no quería preocupar a Jared más de lo que ya estaba, ni siquiera hablé con él en el camino, mis preguntas eran rechazadas por él y mi resentimiento se agrandaba.

No Way » Jared LetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora