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La luz contra mis ojos, me despertó por la mañana. No sabía la hora exactamente, quizás mediodía, no estaba segura.

Mis ojos no encontraron a Jared, pero no me preocupe, me sentía feliz, estire mi cuerpo dando un pequeño bostezo, quedándome con la mirada fija hacía el techo, no podía creer que había pasado toda una noche junto a él, quisiera que esto durará para siempre.

Mi celular emitió un sonido, lo cogí entre mis manos, al parecer me había llegado un mensaje.

Ivy.

Becca, ¿Cómo es que no estás en tu casa? Estoy frente a tu puerta y nadie me abre y tu vecino está acosandome  ¿Dónde estás?

Becca.

Lo siento, olvidé que venías hoy, estoy en la casa de Jared... No me mates.

Ivy.

¡¿Qué hiciste, Steinfield?!

Becca.

Nada de lo que tu mente perversa está imaginando, sólo decidí quedarme, eso es todo, deberías de darle una oportunidad a Louis.

Ivy.

¿Tu vecino? En mil años, Becca. Veo que estás apunto de comprar pañales...no estoy lista para cuidar de un bebé, te dejaré en tu mundo de morbosidad, te llamó luego. Te quiero.

Becca.

Yo igual.

Apague el celular, riendo por aquella tontería de Ivy. Hablando de Louis. Ese chico siempre me estuvo preguntando por Ivy, pero no se atrevía a hablarle, tan sólo mirarla desde la ventana de su habitación cuándo ella viene de visita a mi casa, tal vez eso le parecía algo amargo a ella, pero estoy segura que de alguna manera acabarán juntos.

—¿Qué es lo divertido? —pregunto él, de pie junto al umbral de la puerta, sonriendo.

—Es Ivy, olvidé que vendría hoy a mi casa —respondí, sentándome en la cama, observando cómo se acercaba hacía mí.

—¿Quieres que te llevé? —pregunto, poniendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—No, gracias, supongo que saldré con ella mañana.

—¿De compras? —dudó un poco.

—Algo así —reí  —Tal vez vaya con ella está noche a comprar los vestidos para la graduación, será en cinco días.
Él me sonrió, al escuchar un pequeño rugido de mi estómago.

—Tienes hambre —repuso con rapidez y se levantó de la cama. 

Luego de unos segundos fuera de la habitación, volvió a entrar, esta vez con una pequeña bandeja, dónde había una bebida y unos cuantos omelets. Se sentó, poniendo aquella bandeja delante mío.

—Yo ya desayune, no quise levantarte tan temprano —explicó, elevando la comisura de sus labios.

—Gracias, ¿Es la primera vez que cocinas o ya cocinabas antes? —pregunte, cogiendo el tenedor y llevando un pedazo de omelet a mi boca.

—He cocinado antes, cuándo estoy en casa, lo que no es mucho tiempo, siempre preparó algo para mí, ¿Qué te parece?

Saboree la comida, encantada por el sabor, comí con mucha más rapidez, él rió al ver mi acción.

—Maravilloso —dije sonriente —La próxima vez, yo preparé la comida.

—Veremos si me puedes superar —me desafío, alejando aquella bandeja de mí ya que había terminado de comer.

—Lo haré —sonreí, encarnando una ceja.

—Si tu lo dices —puse mis ojos en blanco —Tengo que llevarte a casa, Becca, aún no creo que hayas aprovechado que Anne este en el hospital toda la noche, para que te quedarás aquí.

—Yo soy mayor, puedo quedarme dónde quiero —recalque, cruzando mis brazos —Pero si quieres puedo irme —dije, levantándome de la cama, con los pies descalzos.

Sentí un leve sonido de sus pasos atrás mío, de inmediato voltee, teniéndolo frente a frente. Alcé la cabeza para poder mirarlo.

—¿Qué? —susurre, tratando de no reí.

—Podemos quedarnos un poco más si deseas.

Salté en mi mismo sitio, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello.

—Sabia que volverías a mis pies —bromee, haciéndolo reír.

Él me sujeto de mi cintura, llevándome nuevamente hacía la cama, dónde no paró de hacerme cosquillas. Pasando las horas y minutos, cada momento, juntos.

Luego de las cuatro de la tarde, me encontraba de camino a casa junto a Jared, el sol estaba en su punto, queriendo que esto se repitiera día a día. Me asome hacia la ventana del auto, llegando el aire hacía mi rostro, lo único que podía florecer de mí ahora, era una infinita paz, sin embargo, sabía que solo sería temporal.

—Parece que mamá ya llegó —dije en cuánto salimos del auto, observando la luz encendida de la casa.

Nos acercamos hasta la puerta, dónde entré a casa junto a Jared, encontrando a mamá junto con aquél hombre que sólo había podido conocer a través de fotos.

Mamá lo había conocido en su anterior trabajo en Seattle, hace ya un año, según por lo que tenía entendido, él es dueño de una gran empresa que realizaba vestidos para dama o de novia de alta costura. Ella no quería presentarlo hacía mí ya que aún quería un poco más de tiempo para saber si era un hombre quién valía la pena que yo lo conociera.

Y al parecer ya tomó su decisión.


No Way » Jared LetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora