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Sentí una gran falta de oxígeno, las luces eran mucho más fuertes de lo habitual, el viento golpeaba mi piel.

Mis ojos se abrieron poco a poco, notando una silueta extraña a lado mío, solo podía escuchar sollozos, y mi mirada no lograba ver nada más que no fuera unos ojos azules con pequeñas y delgadas pestañas.

Mirándome fijamente, con dolor, parecía querer llorar, mi mano derecha fue a su rostro, tal vez tratando de darle calma, por más que intentaba poder mirar su rostro no podía hacerlo.

Mi única vista son de sus ojos, intensos como el mar, luego todo se lleno de fuego, pero aun así seguía ahí, con aquella extraña persona.

Por fin te encontré, me dijo una voz masculina. De pronto un sonoro ruido apareció, llevándome de repente a la normalidad.

       
                                  ~¶~

De un soplo abrí los ojos, centrándome en aquel chocante sueño.

Algo extraño paso por mi cuerpo, al recordar aquello, decidí no prestarle atención y salí de la cama. El teléfono empezó a vibrar, saliendo el nombre de mi abuela en pantalla. Al menos me relajaría un poco hablando con ella.

—Abuela, hola —saludé, mientras iba poniéndome mis botines.

—Hola pequeña, ¿Te has levantado recién? —me preguntó con una audible risa.

—¿Tanto se nota? —reí.

—Mi niña, te extrañamos mucho aquí, ¿Cómo vas en la universidad?

—Yo también a ustedes, abuela —dije nostálgica —. Hasta ahora muy bien, te lo aseguro, ¿Cómo va todo allá? ¿Sabes algo de él?

—Bueno, estamos bien, no tienes por que preocuparte, tu padre supongo que en algún lugar de la ciudad, trabajando, sabes que todo cambio ahora, cariño.

—Lo sé.

—Verás que el tiempo te traerá cosas muy buenas, ahora basta de tristezas, es Sábado, ve a relajarte y pasame con tu madre que siempre tiene el teléfono apagado.

—Esta bien —reí.

Mi madre casi siempre que tenía días libres se la pasaba en su habitación durmiendo ya que últimamente estaba haciendo mucha guardia en el hospital. La entendía en algún cierto punto ya que a mí a veces las tareas del instituto me tenían acorralada hasta la madrugada.

—Mamá, la abuela quiere hablar contigo —le avisé, mientras pasaba a su habitación.

—Otra vez tendré que disculparme por el teléfono apagado —me dijo sonriendo —. ¿Harás algo hoy, cariño?
—Si, saldré con Ivy al Central Park, y de paso le tendré que enseñar Biología —rodé los ojos.

—Bueno que te vaya bien —me dijo, dándome un beso en la mejilla, mientras le entregaba el teléfono.

Aveces las conversaciones entre mi madre y mi abuela eran demasiado largas, parecían ser las mejores amigas, cosa que me alegraba mucho.

Hoy hacía algo de calor, así que utilice unos pantalones y una blusa blanca de manga corta de cuello "V" hace mucho que la tenía guardada en mi closet, ya era hora de que la usará.

Eran exactamente las Doce del mediodía, le mande un mensaje a Ivy diciendo que estaría en un restaurante cerca al parque y que me llamará cuándo estuviera cerca.

Mi estómago hizo un sonido raro, exigiendo comida, así que rápidamente me adentre a aquél restaurante, dónde había pocos clientes y muchas mesas vacías, esto era mi parte favorita del día, el de no haber muchas personas a esta hora y no tendría que ser sofocante.

Pedí un refresco de vainilla, junto a una torta de chocolate.

Tome asiento, sacando de mi bolso los dos libros que Ivy tendría que estudiar, ya que si la estaba pasando muy mal con la materia de Biología.

Marque alguna que otra página para que ella lo leyera y algunos ejercicios, otros resueltos y otros no. Aveces creo que deberían de premiar a mí por ser tan buena amiga. Me lo merezco.

Mi celular emitió un sonido, siendo un mensaje de Ivy disculpándose con que se había levantado recién y que demoraría un poco, pero estaría aquí.

Al menos tendría tiempo de comer en paz.

Aún me encontraba marcando aquellas benditas páginas, cuándo escuche a la gente susurrar entre ellos, viendo todos ellos a un pequeño grupo de chicos. Los cuales no sabia quienes eran, así que seguí haciendo lo mío.

"Becca Steinfield" escuche decir a la cajera, que significaba que mi pedido estaba listo. Caminé hasta ella, viendo de reojo a aquellos tipos que recibían mucha atención por las personas de aquí. Cogí entre mis manos la bandeja, dándole las gracias mientras me encaminaba nuevamente a mi sitio. 

Todo parecía estar en orden, hasta que alguien apareció frente a mí, observe su mano en la mesa, mis ojos fueron repasando a aquella persona, hasta caer en sus ojos. Los mismos al que había visto en mi sueño, sintiéndome extraña de repente.

—Hola —saludó amablemente, tendiendo su mano.

—Hola —sonreí a medias, estrechando su mano. 

Dándome cuenta que era uno de los chicos al que la gente prestaba atención.

—Soy Jared. —me dijo.

—Becca. —dije, mientras él me daba una sonrisa.

No Way » Jared LetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora