11. Lo deseo

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Kagome

Sango no ha parado de mirarme con cara de maníaca a punto cometer un homicidio. Su mirada de veras me está dando mucho miedo, hace un momento me informó que se quedará en mi casa a dormir, sin consultármelo. Es que eso es tener una mejor amiga, que llegue a tu casa como si fuera la suya.

Seguimos caminado en silencio hasta que me decido a romperlo, odio el silencio, si algún día hicieran un concurso sobre quien dure más tiempo en silencio, perdería como a los cinco minutos, pero en mi defensa el silencio es muy intratable.

—¿Qué paso con Miroku?—pregunto mirándola.

—No pasó nada, solo que es un idiota—la miro y sonrío.

—No me digas que no pasa nada cuando solo querías arrancarle la cabeza, luego cortarla en pedacitos, siguiendo por licúala y hacer una batida para tiburones—termino y ella estalla en carcajadas.

—A veces pienso que debes de dejar de ver tantas películas, te están afectando el cerebro—me encojo de hombros.

—Así me aman todos—respondo tranquila.

—Es verdad y creo que hasta... Inuyasha—mis mejillas se encienden y debo de parecer un tomate.

—¡Cállate!—ella solo me mira con una sonrisa burlona en sus labios.

—¿Que hacían cuando Miroku los encontró?—recordar su aroma cerca de mi cuerpo hace que me estremezca.

—Te diré si me dices que te hizo Miroku—veo que no le gusta la idea, pero termina aceptando.

—Está bien—responde después de un largo rato.

—Puedes comenzar—la aliento.

—Cuando te fuiste a bañar yo hice lo mismo—me mira—cuando salí del baño caminé hacia la sala para ver si te veía, pero solo me encontré con Inuyasha y el pervertido de Miroku, resulta que Inuyasha se marchó para ver a su hija y nos quedamos solos Sara, él y yo—asiento—¿sabes lo que nos propuso el idiota pervertido?—negué con cabeza aunque algo me decía que el estómago me dolería de tanto reír—nos propuso hacer un trío—y ahí fue donde estalle de la risa, mi risa escandalosa era el único sonido que podía escucharse, ¿alguna vez se han reído tanto que comienzan a golpear cosas?, pues en ese momento yo tenía un ataque de risas, estaba de rodillas en el suelo con una mano en mi barriga porque la verdad me dolía de tanto reír y la otra golpeando el suelo.

—¡Oye!, ¡no te rías de mi desgracia!—no hago caso a las palabras de mi mejor amiga y solo trato de regular mi respiración y el dolor en mi barriga.

—Lo siento—dije cuando pude hablar—puedes seguir—ella me fulminó con la mirada y continuo la historia.

—Por supuesto que le grité pervertido, maníaco, idiota, no soy una zorra, deberías de tener alguna enfermedad por puto, de seguro tienes pequeño el pe...

—Ya comprendí que lo insultaste—ella me sonríe apenada.

—¡El muy idiota solo me dijo que hacia un drama para nada!, se acercó a mí y me agarro el trasero, ¡mi trasero!, lo golpee y él se marchó a buscarte—otra vez parecía un pez fuera del agua muriendo lentamente.

—¡Es un pervertido!—lo acuso divertida.

—Ni que lo digas—suspiro cansada.

—Ay amiga—suspire riendo levemente.

—Ahora cuéntame que paso entre Inuyasha y tú—mis mejillas rojas en tres... dos... y ya están, no pudieron esperar el conteo.

—Bueno lo que pasó fue...

Y empecé a contarle como me encontró semidesnuda, las palabras que me dijo, nuestro acercamiento, el casi segundo beso y la interrupción de Miroku.

—Vaya—es la palabra que sale de sus labios—que intenso.

—No sé qué voy a hacer—dije sincera.

—Dime la verdad—pide mirándome—¿quieres que Inuyasha te bese?—la respuesta la sé desde hace tiempo.

—Lo deseo como hace mucho no deseo algo—respondo con sinceridad—es como si sus labios me gritaran que los bese, me tienen en un delirio cara vez que los tengo cerca, estoy perdida amiga, muy pérdida.

—No estas pérdida, estas enamorada que es algo totalmente diferente—me aclara.

—Me gusta mucho Inuyasha, es algo que ya no puedo negar—suspiro.

—Mejor vamos a llegar a tu casa antes que a tu madre le dé un infarto al no vernos llegar—sonrío y asiento.

Caminamos hasta mi casa y cuando entramos mi madre está sentada esperándonos. Hablamos con ella y después de cenar nos despedimos y nos acostamos a dormir.

Estaba sentada en un césped, había muchas flores a mi lado, el sol estaba brillando dándole un toque mágico a todo, me levante y camine hasta una de las flores que se veían más frágiles, la observo detenidamente, se ve tan débil, sin embargo, está luchando para crecer como las demás.

—Tú te pareces a esa flor—susurran en mi oído.

—No veo en que nos parecemos—es una flor y yo una humana.

—Tu eres hermosa como esa flor, eres frágil pero dura, eres débil, pero más fuerte que nadie, eres especial, por eso te pareces a la flor—su explicación me hace sentir amada. Doy la vuelta para encontrarme su rostro mirándome con fuerza, su cabello plateado brilla y sus ojos están más resplandecientes que el sol.

—Bésame—susurro con fuerza.

—¿Por qué debería de besarte?—lo miro y respondo.

—Porque lo deseo, lo deseo como no tienes idea, bésame y verás lo que valgo—bastaron esas palabras y sus suaves labios estaban sobre los míos.

—Yo también lo llevo deseando—dice y vuelve al ataque.

—Inu... yasha—jadeo en sus labios.

—Kagome, Kagome—siento que alguien me está llamando, pero mi sueño está genial, o lo pensaba hasta que sentí como caí de la cama.

—¡¿Qué?!—estoy enojada y ella lo sabe, su sonrisa burlona me lo demuestra.

—No hagas ruido es muy tarde—miro el reloj y son las 3:45am, la miro con cara de asesina en serie.

—¿Y por qué demonios me despiertas a ésta hora?—susurro alto.

—Tú me despertaste a mí que es diferente.

—¿Yo?—ella asiente—pero si yo estaba durmiendo.

—Espera un momento y te digo como me despertaste—se aclara la garganta—Inu... yasha—estoy segura que mi cara es un poema en este momento—si querida amiga, tengo con que molestarte todo el año.

¡¿POR QUÉ ME SUCEDE ESTO A MI?!

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora