26. Me iba a casar

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Inuyasha

El silencio se establece en toda la sala. Mis ojos no se apartaban de su figura, hace algunos años que no sabía de ella, de hecho, pensé que se mudó a otro país. Su sonrisa no se aparta de su cara y eso me pone nervioso, camina hasta estar frente a mí, sus ojos rojos, nunca supe si eran postizos o reales, pero de cualquier forma te dejaban hipnotizado en ellos. ¿Qué hace aquí después de tanto tiempo? Se supone que jamás volvería a verla, por lo menos eso me dijo después de la muerte de Kikyo.

Aún recuerdo como me culpó de su muerte, y eso no era nada agradable. No es nada agradable que tu esposa muera dejándote sólo con una pequeña niña, y en ese instante te acusen de su muerte cuando en realidad todo fue producto de un maldito accidente. Yo la quise, quise mucho a Kikyo, pensé que jamás llegaría alguien a mi vida. Entonces es cuando siento culpa, porque de alguna manera estoy enamorado de otra mujer cuando a ella le prometí amarla hasta que la muerte nos separe y más allá, aunque también no es mi culpa enamorarme de ella, Kagome es demasiado especial y creo que Kikyo habría querido eso para mí.

Ella lleva el cabello recogido en un elegante moño, su vestido de gala, lo cual me parece estúpido solo para venir a visitarme, es color azul, su mirada, tan fría y distante como la de su hermana. No se parecen mucho en el físico, sin embargo, sus personalidades son idénticas. Egocéntricas y frías, aunque debo de admitir que la mujer que tengo frente a mí no es la misma que vi hace dos años, está más hermosa y tiene un aura que no me gusta, es cómo si mi cuerpo sintiera que traerá problemas.

—Kagura—la nombrada me mira y otra vez me sonríe de manera siniestra.

—Mucho tiempo cuñado—camina con elegancia hasta sentarse en uno de los muebles individuales—aunque no debería decirte así teniendo en cuenta que mi hermanita está muerta—camino y me siento frente a ella.

—No sabía que estabas en el país—paso mis manos por los ojos, los problemas están llegando todos juntos.

—Llegué hace unos meses—toma una copa de lo que creo es vino y retoma lo que dice—tenía que enterarme de todo antes de hacer mi aparición.

—Creí que te casaste—mi madre se encuentra en silencio escuchando la conversación.

—Lo hice—responde—mi marido murió—la miro sorprendido—me case con un empresario irlandés que tenía 75 años, el maldito viejo de mierda le dio un paro cardíaco y murió, sólo me dejó la cuarta parte de su herencia—la miro sorprendido, siempre he sabido que Kagura es una mujer ambiciosa, pero escucharla hablar de una manera tan déspota es algo que hace mi piel ponerse de gallina.

—Veo que no has dejado de ser una maldita ambiciosa—ella me mira en silencio.

—Eso no tiene por qué importarte—responde bordes—lo que tiene que importante es que me enteré que te vas a casar—su voz cambia a una más fría.

—Me iba a casar—decirlo me hace sentir una opresión en el pecho y un molesto nudo en la garganta.

—¿Qué pasó?—pregunta curiosa.

—Nada que deba importarte—le respondo igual que como ella lo hizo hace algunos minutos atrás.

—Eres un maldito cínico—se levanta y desde mi posición se ve incluso mucho más alta—juraste amar a mi hermana siempre y aparece la primera zorra y la quieres hacer tu esposa—suelta de manera dura.

—¡Kagome no es ninguna zorra!—grito ahora enojado—te prohíbo hablar de esa manera de ella—mi madre se levanta, sin embargo no dice nada.

—A mí no me puedes prohibir nada—me señala con el dedo índice—¡digo lo que se me dé la maldita gana de decir!—cierro las manos hasta convertirlos en puños.

—¿Qué quieres?—pregunto enfadado—dime de una maldita vez, ¿qué demonios buscas?—una sonrisa aparece en su rostro de modelo.

—Quiero todo y nada—la miro exasperado—solo cuídate Inuyasha, un paso en falso y te puede costar mucho—la miro frío.

—¿Me estás amenazando?—pregunto incrédulo.

—Tómalo como quieras—recoge su bolso y camina.

—No te metas con mi hijo Kagura—la voz de mi madre nos sorprende a ambos—por mi familia soy capaz de todo, ándate con mucho cuidado, porque si no lo haces te voy aplastar cómo la cucaracha que eres—miro sorprendido a mi madre, jamás le ha hablado a alguien de esa manera.

—Una anciana advirtiéndome—se carcajea—olvídenlo, pero cuídense—y se larga dejándonos en silencio.

—¿Cómo es que no te casarás?—suspiro, ya me esperaba ese interrogatorio.

—Kagome me ha dejado—nuevamente ese maldito nudo molesta mi garganta—desapareció, pero tengo la esperanza de recuperarla—ella sonríe.

—Recupérala hijo—me abraza y suspiro su aroma que tranquiliza mis demonios.

—Voy a descansar madre—ella asiente y yo subo las escaleras hasta donde mi pequeña, la veo dormir y beso su cabeza, camino hasta mi recámara y me lanzo a la cama, el sueño viene por sí sólo.

***

—Papi—la voz de Yui me hace mirarla—¿a qué hora viene Kagome?, la extraño tiene varios días sin verme y yo verla a ella—miro mi plato, el desayuno está intacto, no lo he probado.

Anoche fue la noche más horrible que jamás hubiera pasado, solo dormí algunas horas y luego desperté sobresaltado buscando a la mujer que me trae loco, pero lamentablemente no la encontré. Me siento tan marica por estar llorando cómo una mujer, pero es algo que no puedo evitar, amo y adoro a esa mujer y no tenerla me rompe de una manera peligrosa.

—Kagome está ocupada y no podrá venir en varios días Yui—respondo odiándome por mentirle a mi hija, pero no puedo decirle la verdad, eso la destrozaría.

—¿No puede venir?—pregunta triste.

—Cuando termine lo que tiene que hacer vendrá—ella sonríe y me pide permiso para irse a jugar, mi móvil suena y el contacto de sango sale en pantalla.

—Inuyasha—su voz suena preocupada.

—¿Qué sucede Sango?—pregunto preocupado.

—Kagome—juro que sentí mi corazón romperse más si es posible—desapareció, se largó, tienes que venir urgente...

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora