15. Sé que dirección debo de seguir

5.6K 411 113
                                    

Kagome

No sé cuánto tiempo tenemos abrazados como dos amantes que van a morir, pero me siento demasiado cómoda como para apartarme de su lado. Resulta que el restaurante tiene un estupendo techo que deja ver las estrellas en todo su esplendor, Inuyasha busco una manta para mantenernos en calor, aunque creo que sólo necesito su cuerpo pegado al mío dándome su fabuloso calor corporal. Mi cabeza descansa en su pecho mientras que las manos de Inuyasha arropan mi cuerpo, sus dedos están dándome caricias en mi cintura, eso me desconcentra mucho, que digo mucho, ¡DEMASIADO! Es como estar jugando sucio con mi razón, pero es tan jodidamente placentero que quiero que no se detenga. Y esa soy yo hablando sucio.

—Inuyasha, ven y escucha a tu dulce Kagome hablar sucio—grita mi subconsciente haciendo su aparición.

—No molestes en este momento, estoy muy tranquila para que lo arruines—advierto con cara de asesina en serie.

—Uy que miedo me das—entrecierro los ojos al escuchar su sarcasmo—estoy que tiemblo.

—¡Vete!, chu, largo—mi subconsciente me mira enojada.

—Me voy, pero después no me estés buscando—y se marcha.

Después de que mi subconsciente dejará de molestar miro a Inuyasha quién tiene su penetrante mirada en mi rostro, siento como me sonrojo visiblemente, él ríe y de un movimiento rápido estoy ahorcadas sobre él, su sonrisa desaparece.

—Kagome—advierte, pero yo no hago caso y lo beso.

Él me corresponde hambriento de mis labios como yo de los suyos, sus manos aprietan mi cintura y mis manos están en su nuca atrayéndolo más a mi cuerpo. El beso es todo pasión, la ternura y suavidad están de crucero muy lejos de aquí. No sé qué diablos me pasa, pero mi lengua sale y ataca la boca de Inuyasha arrancando un pequeño jadeo de su garganta. Su lengua entra en guerra con la mía haciendo que con cada toque descargas eléctricas pasen por todo mi cuerpo creando un magnetismo que ni yo misma conocía. Nos separamos por falta de oxígeno.

—No besas mal—susurro sintiéndome muy hipócrita ya que soy yo la que beso como una niña de 6 años, Inuyasha solo ríe.

—Deberías bajar de ahí—señala, me había olvidado que sigo sentada encima de él.

—¿Por qué?—lo desafío y dejo pequeños besos en su cuello—responda señor Taisho, es de mala educación hacer esperar su respuesta.

—Kagome—ruedo los ojos cuando vuelve a advertirme, es entonces cuando siento algo duro en mi muslo. Lo miro a los ojos y él los cierra avergonzado.

—C-Creo—maldigo mi voz por tartamudear, por lo que la aclaro y hablo—deberías controlar eso—señalo su amiguito que despertó.

—Tú lo despertaste—mi subconsciente vuelve a fastidiar.

—Nadie pidió tu opinión—ataco enojada.

—Pero me dio la gana de darla, ¿tienes algún problema con eso?—me mira amenazante y opto por ignorarla.

—Dame unos minutos y vengo—yo asiento con mi cara como un tomate.

—Regresa pronto—susurro y el besa mi coronilla y se marcha.

Inuyasha

Voy hacia el baño que hay aquí en el restaurante, creo que acabo de pasar el momento más vergonzoso de mi vida, ñah, el más vergonzoso fue cuando Yui nació, me desmayé en pleno parto. Hago magia para poder bajar ese bulto en mis piernas. Tranquilo pervertidos solo me eché agua, y uno que otro truquito. Cuando termino caigo en la realidad, una donde mi diosa Kagome es mi novia, ¡DIJO QUE SI! Aún no puedo creer, la inocente niña es mía, y solo mía, sus labios para mí, sus miradas para mí, todos sus gestos para mí. Esto es lo más indescriptible que me ha pasado. Miro la hora y es tarde, sí que tarde, salgo del baño para buscar a Kagome y la encuentro viendo las estrellas, escucho su melodiosa voz cantar.

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora