14. Sí

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Inuyasha

—VETE A LA MIERDA—grita y se lanza a correr, corro detrás de ella para buscarla.

—¡KAGOME!—grito, pero me ignora.

Corro con el alma pendiendo de un hilo y la tomo de un brazo para abrazarla, ella intenta apartarse, pero la retengo en mis brazos, en el único lugar donde siempre la quiero, nunca en los brazos de alguien más. Miro su rostro de ángel y tiene lágrimas en esos hermosos ojos chocolates, su labio inferior tiembla y ella lo muerde para que deje de hacerlo, cuando sé que no escapará suelto un poco mi agarre en ella y la beso, sin embargo ella no me corresponde.

—Déjame—susurra dolida.

—No cuando te encontré—le susurro cerca de sus tentadores labios—no cuando estás en mi corazón—la beso, pero ella me besa también, sus manos estrujan la camisa que llevo por dentro del saco, mis manos abrazan su cintura.

—No me engañes Inuyasha—pide y yo le doy un corto beso.

—Jamás lo haré—prometo y la siento abrazarme. Necesitaba con urgencia su contacto en mi piel.

—¿Q-Qué hacías besando a esa arpía?—pregunta y yo me río al ver sus celos en el aire.

—Yo no la besé, ella me beso a mí—ella me mira a los ojos, tal vez buscando que le mienta, pero no lo haré.

—Ella no te quiere—susurra uniendo nuestras frentes.

—Me siento mal con ella—la hago mirarme a los ojos—ella estuvo conmigo desde la muerte de mi antigua esposa. Me brindo su amor y cariño, pero yo nunca he podido amarla, ella, aunque a veces es un poco fría y cruel, no se—me rasco la nuca—creo que ella sufre sola, me ha demostrado que me quiere, pero yo la traicioné contigo y cuando se lo dije se puso a gritar y a llorar. Ella nunca me ha engañado, entonces me dolió verla a si, ella se lanzó y me beso y entraste tú y lo malinterpretaste todo—termino de explicar.

—Perdón, pero es que como siempre que algo iba bien entre nosotros ella lo arruinaba, lo siento—se cubre la cara con las manos—yo no soy así—sonrío cuando veo sus mejillas rojas.

—Creo que le debemos una disculpa—ella me mira en silencio.

—Creo que si—pone una cara maliciosa.

Kagome

Caminamos hacia la mansión otra vez, Inuyasha tiene su mano entrelazada con la mía. El calor que desprende de ella es muy agradable, volvemos a su despacho y Ayame tiene una sonrisa en su rostro, pero al vernos juntos se le borra.

—¿Qué hace ésta aquí?—le pregunta a Inuyasha.

—Venimos a disculparnos—dice pacíficamente.

—Por hacerme una cornuda—ríe sin humor.

—Discúlpame, no fue mi intención hacerte daño, te quiero como una buena amiga, nada más—se disculpa Inuyasha y mi turno a llegado.

—Para ti Ayame—respiro—mis más hipócritas disculpas—ella se lleva una mano al pecho de forma dramática a lo que ruedo los ojos.

—Pero que insolente—le dice casi chillando a Inuyasha.

—Vamos a dejarnos de hipocresías—digo harta de ver su falsa actuación—estás haciendo sentir a Inuyasha una mierda—Inuyasha me mira sorprendido. Lo sé, soy mansa, pero a veces mi fiera interna gana—cuando el único cornudo era él—ella abre los ojos—descuida te vi muy acaramelada en la parada del bus con tu amante—ella todavía sigue sorprendida, creo que hasta en shock.

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora