18. Te quiero

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Kagome

Llega un momento en la vida donde tus peores temores salen a la luz, donde sientes tanto temor que no puedes ni articular alguna palabra. Por ejemplo, yo le temo a los exámenes, me puedo enfrentar a cualquier cosa (menos la madre de mi novio), cualquier persona. Mi segundo gran temor son las suegras, para mi buena suerte Izayoi es la primera que tengo, ¿Cómo demonios haré para caerle bien?, no soy una hermosa modelo rubia de piernas finas y largas, ojos preciosos y bonito cabello con un cuerpo envidiable. Soy una chica normal y común, soy solo Kagome Higurashi, solamente una chica normal.

Mientras mi mente maquina cosas, el terror vuelve a mí al recordar que mi "amoroso cuñadito" no me soporta por ser según él una: pobretona, corriente, respondona, que no está a la altura de su clase social, entre otras cosas. ¿Y si le envenenó la mente a Izayoi? ¿Qué tal y también le caigo mal al padre de Inuyasha?, ¿y si soy poca mujer para su hijo? Yo sé que estoy enamorada de Inuyasha, mi corazón dictó que es él su dueño, pero no dejo de pensar en las posibilidades de que los padres de Inuyasha me odien. ¿Y si extrañan a su antigua nuera?, ¿ella si sabe hablar diferentes idiomas?, ¿sería de su misma clase social?

Las preguntas no dejan de dispararse en mi mente y eso me asusta más de lo que ya estoy. Izayoi tal vez piense que soy una oportunista que le quiere quitar el dinero a su hijo, me verá como una malagradecida y con justa razón, ella me abrió las puertas de su casa y yo me vengo a enamorar de su hijo. De verdad que tengo que tener algún fallo en el cerebro, solo eso explica en este momento mi gran capacidad de idiotez.

—Kagome—la voz preocupada de Inuyasha me saca de mis pensamientos.

—¿Qué?—es la única palabra que logro articular después de minutos donde me mantenía en silencio. Agradezco internamente a Inuyasha por respetar eso de mí.

—Kagome, mírame, estás pálida—hasta ahora es que me doy cuenta que mi mirada estaba perdida en un punto ciego, miro el rostro del chico que tiene mis hormonas alborotadas, su mirada y rostro preocupados me dicen que debo de actuar como una adulta y no como una niñata de 5 años. Aunque pensándolo mejor, Yui no actuaría como lo estoy haciendo yo.

—No te preocupes estoy bien—hago el intento de reír, aunque sé que solo fue una mueca.

—No te preocupes—es fácil decirlo—ella te adora cómo a una hija—y espero que siga asiéndolo, me sentiría muy mal si la relación entre Izayoi y yo acabara.

—Gracias por tu apoyo—abrazo a Inuyasha y me dejo llevar por su aroma tan varonil, el cual vuelve un caos a mis hormonas.

—No tienes por qué agradecer—sus manos toman mi cara con delicadeza y me mira, amo ver ese hermoso color ámbar en sus bellos ojos, esa mirada que me vuelve tímida, esa que enloquece todo en mi ser.

—Te quiero—las palabras salen solas de mis labios y siento como se tensa, solo espero no haber metido la pata. Es la primera vez que le digo esas palabras a alguien más que mi familia o Sango.

—¿Qué dijiste?—pregunta Inuyasha con voz ahogada.

—No me hagas repetirlo—susurro con la cara roja de la vergüenza por lo que bajo la mirada.

—Dilo—sus manos suben delicadamente mi mentón para mirarlo.

—Te quiero—una sonrisa aparece en su rostro y eso me llena a mí también de alegría.

—Yo también te quiero... Kagome—mi corazón da un vuelco y siento en mi estómago murciélagos por todas partes dándome a entender que no es un sueño y esto es real.

—Bésame—no hace falta más para que sus labios se unan a los míos y eso me hace sentir tranquila.

—Pareces a la princesa cuando su príncipe la besa—sonrío en los labios de Inuyasha al oír a Yui.

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora