46. Por ella

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Inuyasha

Las horas pasan y seguimos sin saber nada de Kagome. Mi mente esta en blanco y agradezco internamente que mi familia me esté apoyando en este momento, a Miroku, la madre de Kagome y a mí. Suspiro cerrando los ojos.

—Inuyasha—el oficial a cargo del caso de Kagome viene hasta mí.

—¿Si oficial? —lo miro cansado y desganado.

—Kikyo fue encontrada muerta en el lugar donde encontraste a la señorita Higurashi—lo miro tenso porque recuerdos de las graves heridas de Kagome vienen a mi mente y el agujero en la cabeza de Kikyo, un fuerte escalofrío me recorrer—encontramos el arma y las huellas nos indican que la asesina de Kikyo fue Kagome—me sorprendo bastante y lo miro con los ojos fuera de órbita.

—¿Qué? —un hilo de voz sale de mis labios.

—Cuando se recupere tendremos que interrogarla y que ella de su declaración—asiento distraído.

Las horas pasan y los doctores no dicen nada del estado de Kagome y de Sango. Suspiro cansado, llevamos algunas 16 horas aquí sin noticias de mi mujer y su mejor amiga.

—Familiares de Kagome Higurashi—me levanto rápido y camino hasta el doctor.

—Su prometido—él me mira con lástima y mi mundo se viene abajo.

—La señorita necesita que donen sangre, perdió mucha y su corazón casi no late—mi mundo se detiene—su sangre es poco común—murmura y niego sumergido en el dolor.

—Yo puedo donar toda mi sangre—comenta la madre de Kagome.

—Vamos hacerle la prueba de sangre a ver si es compatible—ella asiente y veo a ambos dirigirse lejos de mí.

Camino hasta donde mi mejor amigo y lo abrazo en silencio.

—¿Te han dicho algo?—pregunto sin mirarlo.

—Solo que espere, que todo estará bien—lo veo tan derrotado y es la primera vez que me doy cuenta de cuanto ama este hombre a Sango.

Quien creería que nosotros nos pudiéramos enamorar de esas dos increíbles chicas. Pero tampoco nadie me dijo que amar dolería tanto como en este momento. Kagome, su nombre se repite como una suave y dulce melodía que me acompaña en mi momento de dolor.

Solo quiero entrar y poder estar a su lado en este momento tan tormentoso. Las horas pasan y nada, no hay una sola noticia, algo que me pone más nervioso. Mi pecho se oprime mientras que mi respiración se vuelve pesada y muy caliente. ¿Efectos de que Kagome corra peligro?, no lo sé, el dolor no se va y las esperanzas tampoco.

—Familiares de Sango—miro al doctor arqueando una ceja por la manera tan íntima en la que habla de Sango. Digo es un doctor y ella una paciente, debería decir su apellido.

No soy el único que se da cuenta de la manera íntima del doctorcito ya que Miroku lo asesina mil veces en su mente, una sonrisa se asoma por mis labios.

Quien iba a imaginar que este mujeriego de mierda quedaría loco por una chica, yo mismo me sorprendo todavía de que esto esté pasando ya que él era un hombre de todas las chicas que le pasaban por delante. Lo que hace el amor, ya no se atreve a mirar a otros horizontes que no sean la mujer que ahora lucha por su vida y la de su pequeña.

—¿Qué pasa con MI MUJER doctor? —nadie pasa desapercibido el hecho de que remarca las palabras mi mujer.

—Todo salió bien y ambas están a salvo—ahora Miroku llora—felicidades, tu hija es hermosa—lo abrazo sintiéndome feliz por él.

—¿La puedo pasar a ver?—pregunta mi mejor amigo nervioso.

—Todavía, debemos dejar que descanse, mañana puede pasar y verlas a ambas—ambos soltamos un suspiro que ninguno sabía que retenía.

—Felicidades—lo abrazo más fuerte y el corresponde emocionado.

—Soy padre Inuyasha—asiento.

—Inuyasha—la madre de Kagome viene hacía mi con cara de preocupación.

—¿Sucede algo? —pregunto esperando lo peor.

—No soy compatible—murmura entre lágrimas y las mías la acompañan.

—¿Qué haremos? —pregunto.

Yo ya me hice la prueba y nada, todos mis familiares y los de Kagome también, pero ninguno es compatible.

—Papi—miro encima del hombro de la madre de Kagome a mi hija que se encuentra con una sonrisa.

—Princesa, ¿qué haces en este lugar?—pregunto sin ocultar que me desagrada que mi hija este aquí. Este lugar no es para niños.

—Quiero ver si soy compatible—mis ojos se abren de la sorpresa—la abuela Izayoi hablaba por teléfono y escuche un poco de la conversación, quiero saber si puedo salvar a Kagome... A mi madre—mis ojos se llenan de lágrimas.

¿En qué momento mi hija se convirtió en una mente adulta?, habla con tanta seguridad que me hace creer que ella es la adulta y yo soy el niño.

—¿Harías eso? —pregunto sorprendido.

—Por ella eso y más papi—sonrío y la abrazo.

La llevamos para así poder ver si ella puede donar. Le toman la sangre para ver si es compatible, abrazo a mi mejor amigo rogando el silencio porque ella es nuestra última oportunidad de que Kagome siga en este mundo. No hay tiempo para buscar más donadores ya que tenemos el tiempo contado. Ella la necesita de urgencias, solo ruego en silencio y en mi momento de desesperación corro hasta la iglesia que se encuentra al lado del hospital.

—¡Dios!—grito entre lágrimas—te ruego por ella, no me la arranques cuando me la has dado. Tu sabes todo lo que siento por esa mujer y en cómo se ha convertido en mi universo, no creo poder vivir sin escuchar su voz, su risa, ver esos indescriptibles ojos chocolates, ver su pelo danzar en el aire—caigo de rodillas y las lágrimas no cesan—danos una nueva oportunidad señor, te lo ruego, quiero, amo a esa mujer con todo y mi insignificante ser, la necesito para ser feliz, no me la arrebates, no te la lleves después de todo lo que hemos pasado, la necesito aquí... Conmigo—me desahogo entre lágrimas, no me importa aquellas personas que están cerca de mí y solo me miran con lástima, no me importa nada... Solo ella.

Camino de regreso y veo a Miroku nervioso lo que me pone en alerta.

—¿Qué ha pasado? —pregunto al llegar, sus ojos me miran expectantes.

—Yui... Ella es compatible—una sonrisa se aloja en mis labios.

—Entonces quita esa cara—murmuro.

—Kagome empeoró—todas mis fuerzas se van...

La la la
Shalalalala
No invoquen vainas raras para mi muerte pliss
Yo los jamoro

Espero sus besos y abrazos
Okno ustedes solo quieren mi muerte.

Quiero ver en acción los votos y comentarios.

Sayonara.

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora