13. Tu me gustas

5.5K 406 202
                                    

Kagome

Sus labios están en los míos, no lo creo, estoy soñando, no lo puedo ni imaginar, pero si es un sueño lo voy a disfrutar. Entonces reacciono, lo beso. La sensación de sus labios contra los míos es lo más placentero que he probado, es como si el mundo desapareciera rápidamente dejándonos solos, en una burbuja de la cual no quiero salir, quiero quedarme aquí, en este sueño.

Inuyasha me acerca más a su cuerpo, mis manos toman vida propia y viajan a su larga cabellera plateada, no quiero separarme de él, si voy a morir quiero que sea aquí y ahora. El beso es suave y exigente, como si ambos lo habíamos deseado por bastante tiempo, mi mundo lo puedo ver de mil colores, mi primer beso... Esperen, ¡ESTOY DANDO MI PRIMER BESO Y ES CON INUYASHA! La verdad no me molesta que él tome ese tan papel importante en mi vida, solo siento, solo disfruto, pero parece que el mundo no nos quiere juntos y el aire comienza a faltarnos. Nos vamos separando poco a poco, hasta este momento me doy cuenta que mantenía mis ojos cerrados. Inuyasha no permite que me vaya lejos y une su frente a la mía, sus ojos están de un dorado tan intenso que me hace templar, sus labios rojos e hinchados y entonces me cuestiono. ¿Le habrá gustado el beso? Es mi primer beso, pero no quería parecer una tonta inexperta.

—No vamos a morir—la sonrisa que Inuyasha me da, hace sufrir a mi corazón. ¿No ves que me vuelve loca tu sonrisa? Debería ser un delito tener esa sonrisa tan endemoniadamente sexy.

—Creo que yo si voy a morir—le digo, mi cara arde de la vergüenza.

Ja, ahora tienes vergüenza, pero cuando estabas devorando su boca no, ¿dónde quedo la vergüenza en ese momento?

—Cállate conciencia no me lo recuerdes.

Tranquila yo no te lo voy a recordar, tu misma lo harás cuando vayas a dormir y empieces a besar la almohada.

—Eso no pasará.

Sabes que sí.

—Piérdete.

—¿Por qué dices que vas a morir?—Inuyasha me saca de mi discusión con mi conciencia, me mira divertido. MALDITO, NO VES QUE ME MUERO Y TU TAN TRANQUILO.

—Muero de vergüenza—admito sonrojada.

—Vergüenza, ¿por qué?—pregunta y veo la comisura de sus labios levantarse.

—Pues por...

Ya arreglamos el problema, pueden seguir disfrutando de la atracción.

Un grito sale de mis labios cuando la montaña rusa empieza a moverse, Inuyasha agarra mi mano y la aprieta. Después todo es vueltas y vueltas hasta que por fin paramos. Bajamos los dos en silencio, él aún no suelta mi mano y tampoco quiero que lo haga. Cuando llegamos donde los chicos no puedo evitar reír.

—Chicos, ¿sabían que Yui no puede ver violencia?—les digo. Sango le está haciendo una llave a Miroku y Yui solo ríe animándola a que siga haciendo sufrir a Miroku.

—Estoy bien—me mira como un angelito robándome el corazón.

—No señorita, no le ponga esa cara a Kagome, manipuladora, sabes muy bien que la vas a convencer si haces eso—le regaña Inuyasha en tono dulce salvándome de decir que sí.

—Pero es gracioso—hace un puchero y me la quiero comer.

—¡Auch!—todos miramos como Sango suelta a Miroku y le golpea la cabeza.

—Eso es para que me respetes libidinoso—le dice Sango y se cruza de brazos.

—Papi, quiero un algodón de azúcar—dice Yui y todos miran a Inuyasha, pero luego sus miradas caen en nuestras manos entrelazadas.

—Creo que estamos sobrando—se burla Miroku y mi cara vuelve a ponerse roja.

—Papi, mi algodón, ¡porfis!—yo solo sonrío al ver la carita de Yui.

—Vamos—y todos caminamos hacia el hombre mayor que vende algodones.

Pasamos toda la noche jugando y divirtiéndonos todos. Inuyasha no me suelta en toda la noche, me sujetaba como si fuera su novia y eso hace que me enamore más de él. Nos tomamos muchas fotos, Sango golpea a Miroku gran parte de la noche, y bueno Yui es todo sonrisas. Ahora nos encontrábamos Inuyasha y yo frente al árbol sagrado que hay en mi casa, Miroku se ofreció a llevar a Sango y Yui se quedó dormida en el camino por lo que la llevamos a la mansión y después Inuyasha me trajo a casa.

—La noche estuvo grandiosa, gracias por llevarme—le digo sincera.

—No hay porqué, gracias a ti por hacer a mi hija y a mi feliz—mi corazón quiere saltar fuera de mi pecho—Kagome tú... tú—lo noto nervioso y eso hace que yo también este nerviosa.

—¿Tú?

Lo aliento para que hable.

—Yo... Tú me gustas Kagome y mucho, maldición parezco adolescente cuando estas cerca, de verdad—ahora literalmente puedo morir.

—Yo... Inuyasha—un bufido sale de mis labios y eso me hace mirar sus labios, creo que es demasiada tentación. Me lanzo a sus labios como respuesta, él se torna sorprendido, pero me responde de igual manera. Este beso no es dulce como el primero, es demandante y posesivo, nuestros labios pelean por ganar la batalla, él me acerca agarrando mi cintura y yo tirando de su nuca, sigo besándolo como si la vida se fuera a acabar. Inuyasha pasa su lengua por mi labio inferior lo que me hace abrir la boca y el adentra su lengua en mi boca, toco tímidamente con mi lengua la suya y el torrente de sensaciones que este acto hace que sienta me hace templar. Nos separamos por aire y digo con voz entrecortada y respiración agitada—tú también Inuyasha—basto esas tres palabras para que ataque mis labios otra vez.

Después de que obligue literalmente a Inuyasha a irse a su casa, entro en la mía con una sonrisa de tonta enamorada y saludo a todos mis familiares que me miran con miedo. No le doy importancia y subo a mi habitación y luego de gritar como loca por ser correspondida me duermo.

*******

Me encuentro caminando para entrar a la mansión cuando escucho ruidos y camino hacia donde están. Es el despacho de Inuyasha. Al pensar en él una sonrisa se forma en mis labios, entro despacio para no hacer ruido y darle una sorpresa. Pero la sorpresa me la llevo yo al ver a Inuyasha y Ayame besarse, este me ve y la suelta.

—Kagome no es lo que crees—se excusa y Ayame esta sonriente, una lágrima cae por mi mejilla y la limpio bruscamente.

—VETE A LA MIERDA—grito y me lanzo a correr.

—Uy siento como si los fans de este libro te quisieran matar—susurra mi subconsciente.

—Haz silencio, no quiero que descubran mi escondite—le susurro.

—Solo acepta que te matarán.

—Ellos me aman, no harán eso—le digo en tono dudoso.

—Yo creo que te quieren ver decapitada.

Hola mis amores
Otro capitulo, espero y no me quieran muerta.

Espero sus votos y comentarios

¡Sayonara!

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora