34. Eso nunca pasó

3.1K 260 84
                                    

Kagome

Maldición, me duele la cabeza un montón. Quiero abrir los ojos, pero me siento muy débil como para siquiera intentarlo. Mi cuerpo se siente pesado, muy pesado. Abro los ojos y los guiño varias veces para acostumbrarme, una luz cegadora me atrapa y me hace cerrarlos de inmediato. Cuando los abro miro a mi alrededor.

Estoy en algo así como un sótano, el olor a humedad y sucio me dan ganas de vomitar, las paredes descoloridas y sucias, una lámpara está encima de mi cabeza. Y yo, pues, yo estoy amarrada en una silla con una cinta en mi boca que evita que haga cualquier tipo de ruido. Esto es agobiante, solo espero que Sango haya podido escapar, si no es así, no me lo perdonaré jamás.

—Veo que ya despertaste—la voz del maldito de Naraku hace eco en todo el asqueroso lugar.

—Uhmmm.

Es todo lo que logro pronunciar gracias a la cinta en mi boca. Él camina hasta dónde me encuentro y arranca la cinta sin ninguna intención de ser amable conmigo. Hijo de puta. Un pequeño grito sale de mis labios, eso duele. Siento como los labios me arden del dolor.

—Pero si estoy siendo amable contigo—sonríe sarcásticamente y muchas escenas de homicidio pasan por mi mente. Me encantaría jugar con él y todos los pensamientos que pasan por mi mente, en este momento asesina.

—Demasiado—respondo rodando los ojos.

—Las mujeres se quejan tanto—pongo mis ojos en blanco y él sonríe.

—¿Qué quieres de mi?—pregunto lanzándome directamente hacía el grano.

—Veo que no tienes paciencia—responde—y yo estaba pensando charlar contigo.

—Contigo no tengo nada que charlar. Solamente el hecho de que usaste a Yui como carnada para luego secuestrarme a mí—respondo enojada.

—No soy yo que contestará tus preguntas—la confusión debe de ser notable en mi rostro.

—¿Y entonces quién?—pregunto muy confundida.

—Yo—responde la voz fría de una mujer.

Giro mi rostro y mis ojos se llenan de pánicos y miedo al mismo tiempo. Esto no puede ser verdad. La elegancia con la que entra me deja ensombrecida, no sé cómo camina cómo si de una pasarela se trata en un lugar como este. Su largo cabello azabache danza acorde sus movimientos de caderas al caminar. Su piel blanca como la de un vampiro perfectamente ajustada en ese vestido. Su rostro idéntico al mío... Esto debe de ser un error. No puede ser posible.

—Tú... Tú estás muerta—digo tartamudeando mientras ella sigue sonriendo.

—No estoy muerta—habla, esa voz sí que es fría—estoy más viva que nunca.

—Pe-pero, tu moriste el día que el avión explotó—ella suelta una enorme carcajada mientras chasquea los dedos. En segundos una silla se encuentra frente a mí y ella sentada en la silla.

—Eso nunca pasó—comenta entretenida—como te voy a matar cuando consiga lo que quiero, te contaré la historia—ríe burlona.

—Nunca moriste—murmuro sorprendida aún.

—Vamos a comenzar la historia—sonríe—a Inuyasha lo conocí muy joven, él es un hombre muy guapo aparte de ser millonario, ¿qué mujer lo rechazaría? Mi hermana Kagura y yo hicimos un acuerdo de quién lo enamoraría primero. Ninguna contaba con que él ya me hubiera elegido a mí. Tiempo después en uno de esos días calentones tuvimos sexo intenso—murmura mordiéndose los labios y haciendo que los celos me ataquen de solo imaginarla en los brazos de mi hombre.

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora