28. Wildest Dreams

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Inuyasha

Dos semanas después

Dos semanas, dos malditas semanas sin saber nada de mi pequeña, es como si la tierra se la hubiese tragado. Ni el detective más bueno, ni la policía ha dado con su paradero. Nada. Nada de ella, Yui sigue preguntando por ella y yo solo enloquezco cada día que pasa, son como miles de dagas que apuñalan mi corazón. ¿En qué momento me volví tan cursi? Creo que desde que la conocí ese es mi pasatiempo favorito, quien me vio y quien me viera, hay veces en las que me desconozco totalmente.

—Todo está listo Inuyasha—Ayame entra con una hermosa sonrisa a mi despacho, digamos que después de nuestra conversación nos llevamos mejor.

—Qué bueno, si todo está listo me macho a casa, tengo que arreglarme para esta noche—digo levantándome del sofá que está en mi oficina.

—Esta noche, presiento que traerá cosas buenas—la alegría de Ayame logra hacerme reír.

—Te doy lo que queda del día para que te arregles, eres mi secretaria y no debes de venir fea al aniversario de la empresa—ella me mira y luego comienza a hablar de cosas sin sentido, para luego salir corriendo diciendo que se tiene que arreglar.

***

—Mamá, ¿segura que es buena idea llevarla?—pregunto arreglando mi corbata. La voz angelical de mi hija suena mientras que mi madre la peina, sonrío nostálgico al ver la escena, es tan bonita y me recuerda a ella.

—Claro que sí, una amiga me ayudará a cuidarla cuando se tenga que ir—la miro rápidamente, ella sabe perfectamente que no me gusta dejar mi hija en manos de cualquier persona, ¿quién demonios es esa amiga?

—¿De qué amiga hablamos madre?—mi voz enojada la hace mirarme disculpándose.

—De... Naomi Higurashi—mi cara debe de ser todo un poema, ¿la madre de Kagome? Lo último que quería es a su familia cerca de mí, por lo menos no en este momento.

—Está bien—mi madre me mira tratando de descubrir algo. Sé que se esperaba que arme todo un escándalo, pero soy lo suficiente maduro como para no hacer eso.

—¿Seguro?—mi princesa se levanta y da saltitos para mostrarme su hermoso vestido azul, con zapatitos blancos y dos hermosas colas. Tiene un pequeño bolso y me mira con aires de grandeza.

—Ya soy mayor papi—sonrío y me arrodillo ante ella para besarla.

—Jamás serás grande para mi princesa—ella luce feliz y me abraza.

—Vamos papi, tenemos que ir al aniversario—acepto feliz su petición para acompañar a mi madre y a Yui.

***

Música suave se escucha fuera de la empresa donde reporteros y periodistas están agrupados esperando mi llegada. Le digo a mi madre que entre a Yui por otro lugar, no quiero que sea víctima de escándalo social y mucho menos ver su bello rostro en todos los periódicos del país. Se dé sobremanera que estos periodistas viven del chisme y las calumnias y no voy a exponer a mi hija a eso. Salgo del auto y enseguida los flashes de las cámaras me atacan.

—Señor Taisho, hablemos un poco acerca del aniversario de su empresa—dice uno de ellos tomándome varias fotos.

—¿Por qué vino solo?—pregunta otro periodista.

—¿Y su novia?

—¿Qué paso con la chica de cabellos azabaches?

—Señor Taisho...

Miles de preguntas me asaltan y yo las evado. El chico de seguridad me ayuda a entrar espantando a los idiotas esos. Cuando logro entrar puedo respirar con tranquilidad, algo que todos ellos me quitaron.

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora