43. Maravilloso ¿no?

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Kagome

Hoy es un día muy importante para mí. ¡Hoy por fin me graduó de arquitectura! He esperado este día desde que tengo uso de razón. Estoy tan contenta igual que nerviosa. Sango esta igual, pero le he pedido que se calme ya que puede hacerle daño a la bebé.

Inuyasha solo ríe mientras que yo estoy toda estresada. ¡Odio estar así! No he dormido para nada bien, creo que mis ojeras son más que visibles en este momento. Mi madre me mando el vestido que usaré, pero yo solo pienso que me voy a caer frente a todos y hare el ridículo. Si. Siempre me pasan casos similares.

Recuerdo cuando tenía 10 años y me tocó cantar en una actividad de la escuela. Al momento de subir al escenario mi vestido se envolvió en un cable que estaba roto. El pobre pero hermoso vestido termino hecho añicos y mi rival para ese entonces era una niña que parecía la versión de Barbie humana. Se adelantó con todo el glamur del mundo y cantó ¡mi canción!

También cuando tenía 15 años y me di la oportunidad de conocer a un chico llamado Akitoky Hoyo. Él estaba perdidamente enamorado de mí y yo que ni caso le hacía. Ese día me rogó una cita y acepté. Me coloque unos tacones muy hermosos junto a un vestido sencillo. Resulta que mientras caminábamos muy romántico todo, tuve que perder el equilibrio y caer en excremento de caballo. Jamás lo volví a ver porque lo evité por siempre.

En conclusión: no tengo buenas experiencias cuando estoy estresada y nerviosa. Siento que en cualquier momento voy a vomitar encima de Inuyasha. Unas náuseas increíbles. Es tan normal como que siempre hago el ridículo. Suelto un suspiro y me dejo caer en la cama. Inuyasha se acerca y me abraza. Su suave y varonil colonia se impregna por mis fosas nasales que agradece ese rico aroma.

Inuyasha. Quien iba a pensar que de ser una chiquilla con ganas de un mejor trabajo pasaría a ser la niñera de una niña que robó mi corazón y luego a enamorarme perdidamente de este hombre. Lo miro tocando suavemente su rostro y acercando mis labios a los suyos. El acaricia mi pelo y encuentra la manera de calmarme. Me recuesto en su pecho mientras el tararea una canción y sigue acariciando mi pelo de una manera que me deja como una niña pequeña.

Sigo creyendo que soy la mujer con toda la puta suerte de este mundo para tener semejante adonis junto a mí. Siempre pensé que me quedaría soltera cuidando de veinte gatos los cuales llamaría como las personas que amo. Pero habría unos que los llamaría como las chicas que siempre me odiaron. Le llamaría así cuando hagan algo malo y tenga que mandarlos a la esquinita de la vergüenza. Lo sé. No tienen que decirlo, estoy loca. Talvez un poco, pero es que esas niñas me hacían querer matarlas de tan insoportables que eran. Eran como unas barbies por fuera versión Anabell por dentro.

—Ya estas calmada—murmura Inuyasha dejando de acariciar mi pelo para mirarme.

—Gracias—susurro con una sonrisa. Me levanto y entro a bañarme. El agua cae deslizándose por mi cuerpo.

—Te ves tan —miro detrás de mi encontrándome a un Inuyasha con pensamientos sucios sobre mí. ¿Cómo lo sé? Fácil, solo hay que mirar cómo se muerde los labios mientras su mirada me recorre el cuerpo y la lujuria se plasma en sus ojos—comestible—dice y suelto una gran carcajada.

—¿Enserio?, ¿comestible? —niego con la cabeza riendo—esperaba algo más...no sé. Sexy, bonita, sensual. Me haces tener una erección con tu cuerpo. No pensamientos carnívoros de mi—ahora es su turno de soltar una carcajada y caigo en cuenta de mis palabras sonrojándome.

—¿Enserio?, ¿una erección? —ya aparece mi conciencia a molestar. Y yo pensando que por fin tomo unas largas vacaciones a Hawai.

—¿Qué? —pregunto en tono angelical.

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora