32. Me voy

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Kagome

Sus grandes ojos ámbar no se apartan de los míos ni por un milésimo de segundo. Sé muy bien que debería de confesarle toda la verdad, pero soy lo suficiente razonable como para saber que en el momento en que abra la boca Naraku sería capaz de matar a Yui. Si ya la tiene secuestrada, ¿matarla sería fácil?, ¿o no? No puedo exponerla de esa manera, no puedo dejar que corra más peligro del que ya está viviendo. Yui es una pequeña niña que debe de estar traumatizada, si yo me siento de esa manera, ¿ella también lo estará?

El punto aquí es que si hablo Yui muere, pero si callo puede que corra más peligro. Maldición, no sé qué hacer. No sé si hablar o simplemente callarme todo esto. Naraku no juega, ya me lo ha demostrado, pero ¿esa mujer será peor? Aunque Naraku no lo sepa lo vi con esa mujer, una mujer fría, su voz gélida me congelaba el corazón. ¿Quién será?, lo más importa es: ¿qué quiere?, ¿qué busca de mí? Ya sé que quieren el dinero, pero... ¿mi presencia para qué?, todo esto es muy confuso para mí, siento que mi cerebro colapsará en cualquier momento.

Debo de ser lo más prudente ahora que puedo. No le diré nada a Inuyasha, ellos tienen la de ganar, tienen a Yui como rehén, eso ya son varios puntos a su favor. Debo dejar de llorar y pensar con la mente fría, no puedo dejar que ellos ganen, tengo que vencerlos, aunque sea lo último que haga. Ya me largué una vez, está no. Me quedaré a luchar por las personas que amo y por mi felicidad, aunque el hombre que amo debe de odiarme en estos momentos, tengo que ser fuerte y vencer.

Me levanto despacio de la cama. Sus ojos siguen calculando cada uno de mis movimientos por la amplia habitación. Arreglo mi vestuario y seco mis lágrimas, me siento un poco mareada, pero este no es el momento para pensar en mi bienestar, más bien mi prioridad desde ahora es salvar a Yui. Respiro tratando de no volver a quebrarme, tengo que hablar y soltar de mis labios más mentiras que me enredan en ésta historia. Más mentiras, volver a mentirle al hombre que amo, no me gusta, pero todo por salvar a Yui y mantenerlo a él también a salvo.

—¿Piensas hablar?—su voz rompe el silencio sepulcral que se mantenía en la habitación. Su pregunta suena dura y me causa ganas de llorar, pero me mantengo firme, ambos estamos dolidos.

—La secuestraron—respondo con voz ronca que no parece la mía.

—Eso ya me lo dijiste—responde, se está conteniendo para no gritarme y se lo agradezco internamente.

—Yui está secuestrada, porque unos mafiantes que me han seguido desde el pequeño pueblo donde estuve escondida todo este tiempo de ti. No pensé que me seguirían y mucho menos que atacaría a la niña, pero al parecer mis suposiciones quedaron en solo eso... Suposiciones—me queman las lágrimas que estoy reteniendo para no derrumbarme y que él descubra que miento.

—¿Y lo dices con tanta calma?—pregunta exaltándose.

—¿Cómo pretendes que lo diga?, ¿llorando como lo he estado haciendo hasta ahora?, ¿ahogándome en el dolor? No Inuyasha, se supone que debemos salvarla no hacer un velorio—sé que estoy siendo muy dura y cruel con el pero las palabras salen por si solas. Sin esperarlo sus manos están en mi cuello donde sin quererlo ejerce fuerza.

—¡No digas cosas como esas!—me grita fuera de sí.

—Lo-lo diré co-como se me pe-pegue la ga-gana—respondo buscando oxigeno ya que las manos de Inuyasha se las roban. Inuyasha me suelta y respiro desesperada y toso sin control, veo en sus ojos el arrepentimiento, pero no habla—ellos quieren cinco millones de dólares—hablo ya más tranquila.

—¿Cinco millones de dólares?—pregunta enojado y asiento—¿para cuándo?—camino hasta sentarme en la cama ya que me estoy sintiendo débil.

—No lo sé, aún no me han llamado—él asiente y quedamos en silencio.

—Kagome yo siento lo de an...

Lo callo con una mirada fría y despiadada. Sé que está preocupado por su hija, pero eso no le da el derecho de querer matarme como hace rato, sé que él jamás me haría daño, o no se esa manera. Sin embargo, dolió cada segundo en que sus manos aprisionaban mi cuello y su mirada me clavaba mil dagas en el cuerpo.

—Me voy—me levanto para pasar por su lado, pero su brazo agarrando el mío me detienen.

—La doctora dijo que debes descansar—me suelto de un jalón.

—Hablas de descansar cuando tú me ibas ahorcar. Ja. No me hagas reír—avanzo hacia la salida, pero mi teléfono suena. Ambos nos miramos y salgo corriendo hacia el para cogerlo.

—Dame el teléfono Kagome—me susurra Inuyasha y lo ignoro tomando la llamada.

—Kagome—respondo.

—Ya tienes mis cinco millones preciosa—instintivamente mis sentidos se alertan al escuchar su voz.

—Ya los tengo, solo dime el lugar y la hora—respondo con una mentira, al parecer las mentiras se me están haciendo tan naturales que estoy temiendo.

—Es esta...

***

Inuyasha no me ha dejado salir de la habitación en todo el día, me ha mantenido encerrada y no sé cómo diablos hacer para escaparme. Inuyasha se ha mantenido con la oreja pegada al teléfono y yo sentada en la cama como una estúpida.

—Ya tengo el dinero en efectivos—asiento en silencio.

—Soy yo quién lo llevaré—le hago saber y sus ojos se fijan en mi de inmediato.

—¡¿Qué?!—tapo mis oídos por su grito—ni lo sueñes, no saldrás de aquí—lo ignoro y ruedo los ojos.

—Lo haré de cualquier manera, ellos me piden a mí no a ti. Si vas tú puede que le hagan algo a Yui, además es más fácil que yo lo haga—respondo cansada. Inuyasha iba a contestarme, pero suena la puerta.

—¿Quién es?—pregunta avanzando.

—Señor la buscan—él me toma de la mano y camina hacía la puerta conmigo.

—¿Quién me busca sara?—pregunta saliendo.

—Es su amigo Miroku—Inuyasha me mira feo y me hace seña para que camine.

—Déjame caminar—digo soltándome y bajando los escalones.

—¿Miroku, trajiste el dinero?—pregunta Inuyasha, Miroku deja las llaves de su auto encima de la repisa que hay junto a la chimenea.

—Si, aquí lo tienes completo, aquí hay 2 millones, lo demás está en mi auto—responde.

—Bien, Kagome—él me mira y hago como si me voy a desmayar para que le me tome en brazos.

—¿Qué tiene Inuyasha?—pregunta Miroku preocupado.

—Busca algo fresco yo voy por las pastillas que dejo la doctora—él asiente y ambos se alejan. Me levanto del mueble y tomo las dos bolsas muy pesadas de dinero, tomo las llaves del auto de Miroku y me marcho rápido.

—¡Kagome!—el grito de Inuyasha se escucha lejano mientras el auto avanza a una velocidad impresionante.

¡Volví mis amores!

Se que muchas me odian por el hecho de que no estoy publicando, pero la verdad es que no tengo de donde. Mi teléfono como lo dije alguna vez se lo robaron y me tienen castigada con comprarme uno nuevo. Hago un gran esfuerzo por publicar por eso les pido paciencia y comprensión.

Comenten:

Si creen que kagome no se merecía ese trato
#inuyasha_nooo

Si creen que si
#inuyasha_sii

Espero ver sus votos y comentarios.

Sayonara...

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora