41. Tenemos una noticia

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Kagome

Toda la habitación queda en silencio mientras que yo estoy más roja que un tomate gracias a la vergüenza que tengo en estos momentos. Inuyasha solo sonríe y yo quiero golpearlo porque mientras el ríe yo muero de la pena.

—Creo que mejor los dejamos solos—la voz de Sango hace que me calme un poco.

—Es verdad—todos van saliendo de la habitación mientras que Inuyasha no aparta sus ojos de mi cuerpo.

—¿Qué fue eso? —pregunta sonriendo de esa manera que no me deja pensar con claridad.

—Una pelea con mi conciencia—respondo riendo de mis palabras.

—¿De verdad? —siendo la burla en sus palabras.

—Si...

—Bien, señorita creo que debes descansar, mañana empiezan las terapias para tu cuerpo. Como sabrás un mes en coma es mucho tiempo y tu cuerpo aún está herido. Así que descansa—besa mi frente mientras me abraza.

—Te amo—murmuro.

—Yo a ti—cierro los ojos y me duermo plácidamente.

***

Desperté hace un rato, pero Inuyasha tuvo que irse por Yui. Ahora me encuentro sola en estas paredes blancas que dan pena. La puerta se abre y una enfermera entra e inyecta algo en el suero que conecta con mi vena. Un cansancio aparece tan rápido y toda la fuerza de mi cuerpo se va.

—Hola Kagome—mis ojos se abren muy grandes cuando veo a Kikyo frente a mí.

—Tu—susurro entre el pánico que me causa su presencia.

—Eres una perra muy difícil de matar—mis ojos mandan ráfagas de odio hacia ella. La mujer que me arrebato mi hijo. Trato de matarme a mí. Nunca había sentido lo que era el odio y la ira, hasta que conocí a Kikyo.

—Déjame en paz—murmuro pesada, ¡maldición!, estoy segura que me drogó.

—No hasta que termine lo que empecé—toma una almohada y empieza asfixiarme.

Mis manos tratan de detenerla, pero ella es más fuerte. Escucho su horrible risa y solo quiero matarla. Dentro de mi agonía escucho la suave y angelical voz de mi hijo pidiendo que no me rinda, que luche, que este no es mi fin.

Busco sin mucho éxito el botón de emergencia. Trato de retener aire, pero siendo como mis pulmones exigen con mucha desesperación oxígeno.

—Tu maldita bastarda—sigue asfixiándome—yo debería de ser la hija predilecta, la primogénita, no tu estúpida. Yo amaba a mi padre—lloriquea mientras sigue haciendo fuerza—también robaste a mi esposo e hija—siento el botón cerca de mi dedo y lo presiono rápidamente—¿qué hiciste maldita? —me grita y sale corriendo mientras que yo respiro con dificultad. Varios doctores entran a la habitación para ver qué pasa. Al ver mi cara todos me socorren y me inyectan algo que me hace caer en la inconciencia.

***

—Señor estas son las imágenes de la cámara de seguridad—escucho la voz de alguien, pero no reconozco esa voz.

—¡Dios mío!, esto debe der mentira—la voz de Inuyasha se escucha sorprendida y horrorizada.

—Aquí le dejo la prueba para que pueda poner la denunciar—comenta y luego escucho la puerta cerrar.

—Inuyasha—murmuro somnolienta.

—Shu—murmura—debes descansar—niego pesadamente.

—Tengo que contarte algo urgentemente—digo desesperada porque sepa todo. Ahora me doy cuenta que todos corren peligro si mantengo mi boca cerrada.

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora