22. ¡Que ternurita!

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Kagome

Creo que lo único que debo contar es: los gritos de Izayoi, luego lágrimas hasta terminar en desmayo. Luego los gritos de Yui, aún no se si por saber que estoy comprometida con Inuyasha o porque Izayoi se desmayó. Y los gritos de el pequeño Shippo hacia Inuyasha, él lo culpa de que Izayoi se desmayara.

Aún tengo ese odioso presentimiento de que algo malo sucederá. Estoy un poco tensa desde que salimos de la mansión. Izayoi despertó hace unos minutos y pidió vernos a Inuyasha y a mí, estoy muy nerviosa, pero sé que estará feliz por nosotros, ella es un amor.

—¿Cuándo le pediste matrimonio?—pregunta sentada en su cama, donde Inuyasha la trajo tras desmayarse.

—Hace dos días—responde y sin evitarlo mis mejillas se tornan rojas al recordar que esa noche perdí mi virginidad.

—¿Te lo pidió romántico querida?—la miro y sonrío como boba.

—No pudo ser más perfecto—respondo de inmediato.

—Gracias al cielo, ya estaba preparando mi bate de béisbol para romperle la cabeza—Inuyasha la mira horrorizado—disculpa mi amor, pero recuerda que no fuiste nada romántico con Kikyo, así que no me juzgues, además de que Kagome es mi nuera de ensueños, siempre desee tener una nuera así—yo sonrío al ver sus ojos soñadores, sin embargo, hasta ahora me doy cuenta de que Inuyasha nunca me ha hablado de su antigua esposa, solo sé que es viudo, pero nunca siquiera he sabido de ella.

—Mamá, no me avergüences frente a Kagome—las mejillas de Inuyasha se tornan de un rosadito haciendo que se vea realmente bello y tierno.

—¡Que ternurita!—grito sin poder evitarlo, Inuyasha me fulmina con la mirada, pero una sonrisa en sus comestibles labios lo traicionan. Se acerca a mí y me abraza por detrás, su labio se acerca a mi oreja haciendo que me estremezca.

—Ya verás que ternurita puedo ser cuando estemos solos—susurra con voz ronca, haciendo que se oiga más sexy, mi cuerpo reacciona a sus palabras temblando.

—¡Inuyasha deja de decirle cosas sucias a Kagome!—exclama su madre y mi cara debe parecer un tomate justo ahora.

—No lo hacía—se defiende él sin soltar su agarre en mí.

—Lo hiciste, la pobre está toda roja—este debe ser el momento más vergonzoso que he tenido en toda mi vida, estúpido Inuyasha y sus palabras que hace que mi cuerpo reaccione de manera involuntaria.

—Tal vez solo un poco—admite y yo lo golpeo—no me miren mal, ella es irresistible—entonces soltamos una carcajada.

***

—¡Maldita! No puedo creer que no sea la primera en saberlo, digo, somos mejores amigas desde que tengo uso de razón. Aún no me lo puedo creer, ósea, tú casada antes que yo, mi pequeña crece, es que el mundo es una mierda total, pero no te sientas mal estoy feliz por ti, eres como la hermana que nunca tuve, lástima que fui bendecida con un hermano que la mayor parte del tiempo me juega bromas, pero eso no es como si me fastidiara—Sango toma un descanso, cuando iba de camino hacia mi casa la llame y le dije que vaya a mi casa, que tenía cosas de las cuales tenía que ponerla al día. Mamá no se encontraba por lo que subí. Sango lo primero que vio es el anillo dedo anular, desde entonces ha tenido diarrea verbal, no ha parado de hablar ni un segundo.

—Espero que lo hayan hecho de manera romántica, tú siempre has querido que sea romántico, ahora que lo pienso, debería de aprender de ti, ¿me entiendo? Es en el sentido de que debo dejar de ser tan alocada y fiestera, ser más responsable, yo también quiero que un dios griego me pida matrimonio y este locamente enamorado de mí, no me interesa que tenga diez niños porque yo los aceptos todos—ella va a continuar pero la detengo.

—¡Sango!—ella me mira molesta.

—¿Por qué gritas? Debes guardar eso para Inuyasha—y como siempre pasa mi cara es la versión humana de un tomate.

—Cállate—susurro bajito.

—¡Tú!—se alarma de sobremanera, sobresaltándome a mí—¿ya no eres virgen?—ella entrecierra los ojos.

—No—digo en un murmullo tan bajo que creo que nadie escucho, pero Sango lo entendió muy bien.

—¡Ya no eres virgen!—sube sobre la cama y empieza a saltar—¡perra promiscua! Hasta ahora me vengo a enterar, pero que clase de mejor amiga tengo, pero mejor dime—para de saltar y se sienta frente a mí—¿te dio duro contra el muro?, ¿suave en la cama?, ¿o te dio en cualquier superficie? Y quiero detalles, todos los detalles, pero primero contesta, ¿la tiene grande?, porque con ese cuerpo—suelta un silbido—no espero otra cosa.

—¡Por Dios Sango!—ella comienza a reír.

—¿Qué?—pregunta inocente.

—Deja de preguntar el tamaño del pene de mi novio—le reclamo y me cruzo de brazos.

—¿Acabas de decir pene?—asiento desconcertada—¡mi niña ya no es inocente!—ruedo los ojos sonriendo.

—No la tiene grande—respondo y ella me mira triste—¡la tiene enorme!—ella grita como toda fangirl.

—Apuesto a que caminabas raro cuando despertaste al otro día—tal vez era virgen, pero Sango me obligaba a ver películas porno, según ella para orientarme.

—Mejor dejamos el tema—pido o imploro.

—Está bien—acepta—pero dame detalles mujer.

—Bien, aquí vamos...

***

Son las nueve de la noche, estoy sola en casa, mi hermosa familia sigue en el viaje que les dio Inuyasha. Estoy feliz, porque mamá trabaja mucho y debería de sentirse la mujer más tranquila del mundo, ella es dulce y cariñosa, no puedo pedir más que no sea Naomi Higurashi. Cuándo papá murió ella se hizo cargo de todo. La casa, la comida, darnos todo lo que necesitábamos, ella es un sol para mí. Tocan la puerta y eso me saca de mis pensamientos, me levanto del sofá y camino para abrir la puerta. Tengo un extraño remolino en el estómago, ¿qué significa eso?, abro la puerta, pero inmediatamente trato de cerrarla, pero él es más fuerte que yo, me empuja y entra.

—Nos volvemos a encontrar Kagome—su cara está tapada, pero la voz con mucho gusto puedo identificar.

—¿Qué quieres de mi?—pregunto con voz temblorosa, el chico que me dijo cosas extrañas en la universidad está aquí y tengo mucho miedo.

—Muchas cosas, pero primero me vas a escuchar muy bien...

Kagome La niñera De Mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora