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Camila's POV

El sonido del cuchillo afilado deslizándose por la tabla era ciertamente relajante. Mi abuela cortaba col para hacer ensalada, mientras me dejaba a mí quitarle la envoltura a las mazorcas de maíz.

Cuando era pequeña solía hacer aquello, me gustaba mucho ayudar a mi abuela, y de todas las cosas que habían cambiado aquella no era una de ellas.

—¿Quieres que quite el maíz de la mazorca? —Dije cuando había pelado la primera, pero mi abuela negó parando el cuchillo.

—No, déjalas en la bandeja. Son para asarlas enteras.

Mientras seguía pelando mazorcas, tirando de su dura envoltura verde, vi cómo justo delante de la casa de los Jauregui se paraba una camioneta. Lauren salió con su tío, y aunque no pude escuchar bien lo que le decía, pero comenzó a coger cajas que parecían muy pesadas. El sudor corría por su frente, su rostro estaba enrojecido pero no paraba. Debía tener bastante calor con aquella camisa de cuadros naranja, aunque sus mangas estaban dobladas hasta los codos.

—Abuela, ¿qué llevan esas cajas? —Pregunté sin dejar de pelar las mazorcas con las manos.

—No sé cielo, quizás pienso para los animales, quizás animales... Pero deben pesar mucho.

Las venas de sus brazos se marcaban cada vez que cogía una caja y caminaba con ella unos metros para ponerla en la camioneta.

Debíamos estar a unos 35 grados a la sombra, pero ella estaba a pleno sol así que serían unos 40 grados. Me preocupaba que se desmayase, aunque al parecer aquello era normal allí; pero a mí me preocupaba. Estaba totalmente encendida, y las gotas de sudor caían por el lateral de su frente hasta la curvatura de su ojo derecho.

—¿Puedes echar la mantequilla en las mazorcas? —Asentí a la petición de mi abuela y partí un trozo de mantequilla con el cuchillo, cogiéndolo luego con las manos para embadurnar el maíz.

Yo seguía mirando a Lauren.

Cuando terminó con las cajas desapareció por un momento, pero volvió con dos pollos en las manos que se retorcían y arañaban su piel con las patas. No sabía si quería ver eso. Aparté la vista y me centré en la tarea de embadurnar aquellas mazorcas de maíz, una por una hasta que me decidí por levantar la cabeza unos minutos después.

Los pollos estaban muertos, y Lauren les quitaba las plumas con rapidez y fuerza hasta que quedaban sin nada. Daba gracias a que no tuviesen cabeza.

—¿Ya están las mazorcas? A ver, trae. —Mi abuela cogió la bandeja y la metió al horno.

Tres toques de nudillos en la puerta, y mi abuela me miró para que abriese. Apareció Lauren con la cara totalmente enrojecida y bañada en sudor, con una caja entre sus manos y sus ojos clavados en mí.

—Señora O'Donnel. —Dijo intentando tener la respiración calmada, buscando a mi abuela. —Le traigo sus pollos de hoy.

—Gracias, corazón, déjalos aquí en el suelo, ahora lo coloco. —En cuanto mi abuela vio a Lauren, hizo una mueca. —Camila, dale un poco de limonada a Lauren. Debe de estar seca.

—Oh, no, no... —Negó ella mientras dejaba la caja en el suelo, pero yo abrí la nevera y cogí un vaso, echándole limonada hasta el borde.

El hielo chocaba entre si mientras caminaba para llevarle el vaso, y se lo acerqué a ella con una sonrisa.

—Toma, bebe. —Negó rápidamente con las manos a la espalda y el ceño fruncido.

—No, no puedo aceptar esto. —Lo acerqué más y no me moví, hasta que ella tuvo que cogerlo. Su mano temblaba un poco, pero se lo llevó a la boca rápido; estaba sedienta.

la chica del maíz; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora