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Lauren's POV

—¿Es que no lo entiendes, Lauren? Tú tienes que trabajar. Tienes un puto contrato conmigo, y sin embargo aceptas la maldita baja que te da el médico. —Me echaba en cara mi tío. Caminé con la mandíbula apretada para no darle un puñetazo en la cara.

—¿¡Y qué coño hago si tengo el hombro dolorido!? No puedo hacer esfuerzos, a ver si te enteras. Y me voy al lago, déjame en paz. —Salí de casa, y él me siguió algo ofuscado.

—¿¡CÓMO QUE A VER SI ME ENTERO!? Trabajas para mí, eres mi empleada ante todo, no empieces a desviarte. —Me señaló con el dedo.

—¿Desviarme? Si para ti desviarme significa hacer cosas de jóvenes, créeme que lo haré. —Caminé hacia las cuadras, que estaban algo más alejadas de la casa. Él me siguió.

—Lauren, te juro que como mañana no vengas a trabajar, te...

—¿Me qué? ¿Me vas a despedir? —Solté una risa abriendo la puerta del establo, caminando hacia la cuadra de Silver. Él se quedó en silencio en la puerta. —No puedes. Porque, nadie, nunca, va a hacer las cosas que yo hago por ti, Arthur. Lo miré mientras sacaba a Silver de su cuadra. —Y, sinceramente, estoy un poco harta de que me mandes a cortar leña a las cuatro de la mañana cada vez que hago algo que no te gusta.

—Ese es el precio que tienes que pagar por estar aquí. —Solté una risa mientras preparaba a Silver, terminando de ponerle la silla, enganchándola con cuidado.

—Eso se llama explotación laboral.

—Mira, si haces una tontería más como eso de irte a comer con los O'Donnell, o con esa chica, estás fuera. —Me señaló con la mandíbula apretada.

—Estate tranquilo, tío Arthur. —Recalqué ese tío con una sonrisa, poniendo un pie en el estribo e impulsándome para subirme en Silver. —Ella no tiene nada que ver en esto.

Salí disparada con Silver, escuchando las quejas de mi tío, pero sinceramente, yo no quería escuchar nada. Los O'Donnell estaban en el porche tomando té o limonada, sinceramente no sabía qué era, pero Camila no estaba.

Salí por el carril del campo de maíz, y al fondo vi a Camila. Llevaba una mochila a la espalda, unos shorts vaqueros, y una camiseta de tirantes blanca. Había un coche parado en la entrada, esperándola. Eran las chicas.

—Hey, ¿dónde vais? —Camila alzó la mirada al verme, pasando una mano por el lomo de Silver con una sonrisa. Dinah sacó la cabeza por la ventanilla del coche.

—Al río Millestone. Vamos a subir, dicen que hay corrientes muy chulas. Además, haremos barbacoa. —Asentí mirando a Dinah, y luego a Camila. —Puedes venir si quieres.

—Está bien. Yo sé llegar, ¿quieres que te lleve, Camila? —Ella arrugó la nariz con una sonrisa y asintió. —Vale, pues pon el pie ahí. —Quité el pie del estribo y agarré su mano. —Ahora impúlsate. —Camila se impulsó, pero no con la suficiente fuerza, aunque yo tiré de ella más fuerte hasta que pudo pasar su pierna por encima del caballo.

—Gracias. Qué alto. —Dijo riendo. Noté sus brazos rodear mi cintura, y puse mi mano sobre las de ella para que afianzase bien el agarre.

—Nos vemos allí, Lauren. —Normani sacó la cabeza por la ventana, era la que conducía. Asentí, y el coche arrancó, desapareciendo en el horizonte.

—Vamos a dar un paseo. —Di un pequeño golpe en el costado de Silver, sin fuerza, y él comenzó a caminar.

—Nunca he montado a caballo. Pero... Creo que los coches son más rápidos y llegarán bastante antes. —Solté una pequeña risa y me giré de nuevo para mirarla.

la chica del maíz; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora