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Camila's POV

—¿Estás segura de que podrás estar sola hasta mañana por la tarde? —Mi abuela parecía preocupada con su bolso entre las manos. —Tienes comida en el frigorífico, nuestro teléfono, el teléfono del jefe de policía, y a los Jauregui al lado. —Con esto de que se iban a una feria agrícola al norte de Carolina, estaban más tensos de lo normal. Mi abuelo había puesto una trampa para osos en la puerta trasera, con eso lo decía todo.

—Sí, abuela. De todas formas las chicas vienen a dormir conmigo. —A mi abuela se le dibujó una sonrisa en el rostro, dándome besos por toda la cara.

—Muy bien. Tened cuidado. —Mi abuelo pasó por mi lado, besó mi frente y luego me abrazó.

—Tened cuidadito, ¿eh? Nada de fiestas, yo confío en ti, pero nada de fiestas. No aquí. Sin chicos. —Solté una risa y asentí rápido a las palabras de mi abuelo.

—Está bien, abuelo. Que os lo paséis bien. —Dije despidiéndome de ellos.

Tras unos cuantos avisos y consejos de mi abuela, por fin se fueron, y cogí el móvil enviándole un mensaje a Lauren.

—Ya puedes venir.

Mientras venía o no, dejé la puerta abierta, mientras leía uno de mis libros en la encimera de la cocina. Escuché los nudillos en la puerta, y entró sin decir nada, rodeando mi cintura con sus brazos y moviéndose un poco.

—¿Quieres que te proteja de los asesinos en serie, los aliens, o del demonio que puede que te posea? —Le di un codazo en el abdomen y me giré, poniéndome las manos en la cintura.

—¿Para qué traes mochila? —Dije al reparar en el asa que estaba en su hombro.

—Hombre, llevo el hacha por si tengo que matar a alguien. —La cogí de las mejillas y la besé, sintiendo su lengua impactar con la mía instantáneamente, y sus manos se aferraron a mis muslos. —Te noto un poco... ¿Necesitada?

—Sí, y mucho además... Deberíamos haber follado en la habitación de Dinah. —Me soltó en el suelo, pero no separó su mano de mi culo. —Sólo para ver cómo reventaba.

—Voy a dejar las cosas en tu habitación. ¿Uhm? —Me dio un apretón en el culo antes de separarse con una sonrisa, y dirigirse hacia las escaleras.

Subí con ella, y al llegar dejó su mochila en el suelo, y se quedó mirando el tablón de corcho que tenía pegado en la pared. Ahí estaba la foto que nos hicimos en el photobooth del bar, y ella se giró hacia mí, poniendo las manos en mi cintura.

—¿Qué? —Pregunté frunciendo el ceño, intentando esconder mi sonrisa pero sin éxito.

—Nada. Sólo me gusta el hecho de que quieras tenerme como recuerdo. —Murmuró sobre mis labios, justo antes de volver a besarme de la manera más húmeda que tenía. Enganché mis manos a su camiseta, pero ella apretaba más mi trasero. —¿Puedo hacer esto? —Me desabrochó el short mientras me miraba a los ojos directamente, y los bajó hasta que cayeron al suelo.

—Ya lo has hecho.

—¿Puedo seguir? —Preguntó en voz baja, ronca, raspada.

—Deberías. —Respondí asintiendo.

Lauren se agachó delante de mí, puso mi pierna encima de su hombro y mordió mi centro por encima de la tela, alzando la mirada hacia mí un poco. Sus dientes mordiendo la tela, presionándome, hacía que las piernas me temblasen.

Se levantó del suelo y me quitó la camiseta, sin siquiera pedirlo, y con una mano me desabrochó el sujetador, y justo cuando las tirantas estaban cayendo por mis hombros lo sujeté con la mano.

la chica del maíz; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora