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Camila's POV

I Feel a Sin Comin' On — Pistol Annies

A veces Lauren pasaba a caballo delante de nuestra casa. Galopaba con Silver, con aquella camisa puesta, sus jeans y las botas camperas debajo. Aquél día incluso llevaba un gorro puesto. Al verme, mientras galopaba, me sonrió un momento, casi burlesco, guiñándome un ojo. Dio la vuelta a la casa de mis abuelos y volvió a aparecer. Era lo más sexy y provocador que había visto casi sin quererlo.

Se paró delante de nuestra casa, encima de su caballo.

—Buenos días, Jauregui. ¿Qué te trae por las tierras de los O'Donnell? —Me crucé de brazos, apoyándome en el pilar de madera del porche. Ella sonrió, pasándose la lengua por los dientes.

—Tu abuelo me ha dejado que corra con Silver por aquí. —Me humedecí los labios, cogiendo la taza de café que tenía para desayunar.

—¿Y a estas horas de la mañana ya estás por aquí? —Alcé las cejas dándole un sorbo a mi café, dejándolo de nuevo en la mesita del porche.

—Tengo algo de tiempo libre ahora. —Se bajó del caballo, sacudiéndose las manos. Se acercó hacia mí, quedándose unos cuantos escalones más abajo. Me crucé de brazos, evitando que así se diese cuenta de que no llevaba sujetador. —¿Quieres subirte conmigo?

—No puedo. —Dije ladeando la cabeza con una leve sonrisa.

—¿Por qué no puedes? —Ella frunció un poco el ceño, y bajé un escalón para quedar casi a la misma altura que ella.

—Porque no llevo sujetador. Y hace algo frío. —Ella sonrió, sin bajar la mirada a mis pechos como pensé que iba a hacer. —Esta noche querríamos ir a la piscina... ¿Nos puedes dejar las llaves? —Le quité una pequeña mota blanca que tenía en la ceja, y sonreí.

—No os harán falta. —Negó ella, dándome una caricia en la mejilla al separarse.

—¿Seguro?

—Seguro. —Sonrió, mirando a Silver de nuevo. —¿Vienes a dar un paseo y te invito a desayunar en Joe's?

—Está bien.

Me subí con ella al caballo y pegué mi pecho a su espalda, comenzó a trotar rápido, hasta que con un golpe en el abdomen le pedí que parase, y ella paró entre risas. Caminábamos por mitad del pueblo, pero, era tan temprano, que aún no había nadie. El aire era fresco, casi frío, y yo me refugiaba tras su espalda, apretando mis brazos fuertemente alrededor de su cintura.

Me bajó del caballo con cuidado, y entramos en aquella cafetería que apenas acababa de abrir. Pedimos gofres con beicon y revuelto de huevos; me dijo que era su desayuno favorito.

—Me gusta mucho pasar tiempo contigo, ¿sabes? —Susurró ella, cruzando los brazos encima de la mesa, mientras yo bebía un poco de zumo.

—A mí también. Quizás estos días podamos aprovecharlos más, ¿no? —Lauren sonrió, tomando su vaso de zumo para darle un largo trago.

—Eso espero.

*

Yo fui la primera que llegó a la piscina, y sí, estaba abierta. Cerré la verja un poco, más bien la entorné, y escuché el sonido de alguien en la piscina. En una de las hamacas había una toalla y una mochila azul, y alguien nadando. Estaba casi segura de que era Lauren.

Nadaba a brazas, sumergiendo la cabeza y sacándola rápido, avanzando como una bala de una punta a otra. Nunca la había visto nadar, y la verdad era que verla hacer lo que más le gustaba me alegraba mucho.

la chica del maíz; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora