Lauren's POV
El camino de vuelta a Knoxtenville se pudo resumir en: silencio absoluto. La radio sonaba baja mientras yo conducía, y Camila miraba por la ventana.
Al llegar al pueblo, paré el coche en la puerta de casa de los O'Donnell, y le di un beso en la mejilla para despedirme.
—¿Te veo mañana en la piscina? —Preguntó ella con una sonrisa. Saber que quería seguir viéndome después de aquello me quitó un peso de encima.
—Nos vemos mañana. —Respondí sonriendo.
Llegué a casa unos cinco minutos más tarde, y mis padres se estaban dando un baño en el lago, no como lo hacíamos Camila y yo, por supuesto, aunque cuando me vieron salieron del agua y comenzaron a secarse.
—¿Qué tal el fin de semana? —Preguntó mi padre, dándome un pellizco leve en la mejilla.
—Bien, genial. Nos pasamos todo el día en la playa. —Respondí con una sonrisa leve, pero no dije nada más.
—Parece una buena chica. —Dijo mi padre frotándose la cabeza con la toalla para secarse.
—Vamos a pedir sushi, ¿de qué lo quieres? —Arrugué la nariz y negué un poco, saliendo de la terraza.
—No tengo mucha hambre. Estaré en mi habitación, tengo que hacer algunas cosas.
Subí y cerré bien la puerta. Me quedé mirando aquella habitación que tenía todas mis cosas. Libros, un montón de libros. Libros sobre derecho, libros sobre la antigua roma. Me senté en la cama sin saber qué pensar, sin saber qué hacer. Me puse los cascos para escuchar algo que me ayudase a evadirme, pero no podía.
La mayoría de la gente no me entendía, no sabía qué estaba sintiendo. La mayoría de la gente me decía que cómo podía trabajar así, a destajo, con las manos rotas y la espalda partida con tan sólo veintitrés años. Cómo podía 'malgastar mi vida' así. Pero es que yo no era suficiente para nadie. Lo único que hacía bien era nadar, y cuando me desperté en aquél hospital y vi que no podía hacer lo que más me gustaba, el mundo se vino abajo. Incluso ahora, estando quieta, me dolía el hombro; estaba destrozado. En mitad de la noche, a veces, me levantaba en busca de una pastilla o algo que me ayudase a mitigar el dolor, pero sólo moviéndolo y trabajando desistía.
Cuando salí del hospital, la que era entonces mi novia me dejó y se fue en busca de un nadador o jugador de lo que fuese más exitoso que yo, porque yo estaba acabada. Me saqué las asignaturas que me quedaban en la carrera con mucho esfuerzo, quizás demasiado. Ahora ya no era deportista y, los profesores no tenían en cuenta que yo entrenaba. Me pasé tres años de carrera estudiando lo mínimo para aprobar, lo mínimo para que me pasasen la mano por ser nadadora, y cuando todo se vino abajo me di cuenta, de que la verdadera nota de mis exámenes eran un dos o un tres.
Trabajé tanto para sacarme la carrera que mis padres me estaban pagando, que sólo me daba para llegar al cinco. Cinco raspado. Yo no era como mis hermanos o mis padres. Mis padres eran abogados de éxito en Chicago, todo el mundo quería contratarlos para que llevasen sus casos, mi hermano era economista en una multinacional, y mi hermana doctora en Nueva York. Me sentía la más inútil de la familia, porque lo que yo hacía, lo que me gustaba, era algo tan frágil como una lesión de hombro. Un dolor y todo lo que sabía hacer se derrumbaba. Ellos tenían notas excelentes, y yo un boletín de aprobados por los pelos.
Mi tío tenía un rancho aquí en Knoxtenville, y aunque no se hablaba con mis padres, siempre tuve relación con él. Ni buena, ni mala, pero me preguntaba a veces cómo llevaba los entrenamientos. Le pregunté si podía irme a aquél pueblo una semana en verano, y él aceptó. Mi mente cambió por completo. Podía salir con un caballo e ir al bosque, al lago, oler el verano, sí, el verano se olía en Knoxtenville. Se olían las sábanas limpias, la hierba recién cortada, el café recién hecho. En Knoxtenville se jugaban partidos de béisbol y no importaba quién ganase, todos se sentaban a comer perritos calientes juntos. Nadie se preocupaba por mí, por mi futuro. Allí se vivía en presente continuo y no en futuro próximo. Allí mi mayor preocupación era perderme el atardecer, o 'perder' ese partido de béisbol. Estaba tan cansada de ser el centro de atención, del 'pobrecita, ¿y ahora qué hará?', de mis hermanos siendo excelentes y yo una chica con una carrera que se había sacado por sus padres.
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la chica del maíz; camren
Fiksi PenggemarTODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. Camila vuelve a casa de sus abuelos en Knoxtenville tras años de veranos viajando por Europa o cualquier sitio que se le antojaba. Vuelve a donde pasó casi toda s...