Había vaciado casi mi costosa y exclusiva despensa de whisky en una sola noche sin éxito de conciliar el sueño. Tal vez se debía a la horrible sensación que tenía de que si cerraba los ojos no los volvería a abrir jamás. Mentiría si negara que tenía miedo a morir, miedo de cerrar los ojos y no despertar jamás. Miedo a no saber que hay más allá... pero sobretodo sentía miedo de estar solo.
Aquí estaba en la soledad de mi casa sin nadie a mi lado. La gente normal cuando se entera de algo como esto llaman a algún familiar por lejano que sea para que venga ampararnos y darnos su apoyo. Pero yo no tenía nadie. Está solo en mundo, complete solo. Mi madre había muerto al darme a luz, mi padre cuando mi madre murió se desentendió de mí porque sabía que jamás obtendría la fortuna de mi abuelo. Mis abuelos que fueron los que me criaron murieron cuando yo tenía diez años, mi tío el único pariente vivo que tenía me odiaba que yo había heredado el imperio de mi abuelo. No tenía nadie en este mundo.
Pase mis manos por mi cabello por la frustración y vi de reojo los análisis médicos. Aún me costaba creer que esto estuviese sucediendo.
**** Flash Black****
Unos simple análisis de rutina, últimamente me costaba mantener el ritmo en mis actividades y tal vez se debía a un desgaste físico por tanto trabajo o por ir a esa fiesta en casa de Mark y Hannah donde eso más que una orgía eso parecía un aquelarre. Tenía veintinueve años y en un mes sería mi cumpleaños número treinta tal vez ya comienza a sentir los efectos de que un cuerpo de veintitantos no resiste igual que unos de treinta.
Me había hecho todos los exámenes existente y ahora solo tenía que esperar el resultado de estos. Lleva hora en el consultorio de doctor Williamson y ya comenzaba a impacientarme no podía continuar perdiendo mi tiempo aquí, el tiempo es dinero y el dinero perdido no era algo me agrada.
Por fin la puerta se abrió y por ella entró el doctor Williamson un hombre de unos cincuenta y tanto, gordo, de estatura baja, y era evidente que sufría de una gran pérdida de cabello está casi calvo.
—Buenas Tardes señor Harrison.—me ofrecí la mano derecha en señal de salud. Yo le di una aparento de mano y dije
—ahorremos las formalidades "doc" y dígame rápido, pues tengo asunto de mayor importancia reclamando mi atención .—dije y lo mire serio.—y no puedo continuar perdiendo mi tiempo en tonterías.
El hombre tomó una respiración profunda, parecía que deseaba armarse de valor para decir algo que debía resultar difícil. Luego me miró con un semblante inexpresivo y dijo.
—pues lamentablemente señor Harrison eso asuntos tendrá que posponerlos.—informó el doctor Williamson.
—¿por qué?—preguntó con el ceño fruncido. El doctor Williamson tomó una gran bocanada de aire tomó los resultados en su manos y luego me dio una mirada compasiva y dijo.
—lamento informarle señor que no soy portador de buenas noticias para usted.—dijo con un semblante inexpresivo.
—¿de que se trata?—pregunté ya irritado por tanto misterio.—Hable sin rodeos doctor—exigí
—usted tiene un tumor cerebral señor Harrison.—dijo serio.—y me temo que está peligrosamente ubicado.
Por un momento pensé que había escuchado mal, pero el semblante del médico me daba a entender que había escuchado perfectamente.
—¿Un tumor?—pregunté incrédulo. Y el médico asintió con la cabeza.—¿Pero como?
—es inexplicable como algunos tumores se desarrolla.—empezó a explicar el médico.—algunos tumores son benigno y otra malignó.
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Un canalla arrepentido [1]
Художественная прозаAlexander R. Harrison Wright es un hombre guapo, rico, dueño de un gran imperio que esta condenado a muerte por una enfermeda incurable. Al darse cuenta de lo vacía que es su vida y como la a desperdicia en frivolidades, decide aprovecha su último...