La habitación del hospital que me habían asignado después de dar a luz era exageradamente confortable no parecía para nada la tipica habitacion con decoracion aburrida de hospital. Las paredes de la habitación estaba decoradas con hermosos cuadros de diferentes pinturas, las cortinas eran color blanca y había una mesa entera con cinco jarrones de cristal llenos de rosas color rosadas y tulipanes rosados, además todas la habitación desprendía un delicioso olor a lavanda y sándalo por todas partes. Y no sabia porque pero presentía que Alexander había movido sus ínfulas de todo poderoso multimillonario para hacer esto. Escuche como alguien golpeaba levemente la puerta que se hallaba cerrada.
―Adelante―dije con la voz algo soñolienta estaba exhausta pero no era de extrañarme había pasado casi trece horas de parto. La puerta se abrió levemente si vi como Sam asomaba su rubia cabeza con timidez y me regalaba una sonrisa de admiración.―Hey.―la salud y ella entró la habitación y cerró la puerta de paso.
Se veia increible como siempre. ¡Tan sensual como el infierno! llevaba puesto una minifalda color blanca con un corte triangular en el muslo izquierdo que mostraba su increíbles piernas que están las anoréxicas modelos de Victoria's Secret le envidian. Una blusa de cuello de tortuga color negra y por encima de esta un blazer color blanco, unos botines cortos de tacón y las gafas de sol con lente plateando en el cabello. Parecía una sexy ejecutiva o empresaria. Pero había algo en ella no sabía que si era que, pero mi amiga se veía diferente. Desde hace tiempo yo había notado que ella tenía un aire o un brillo diferente que se le veia increible pero no sabía distinguir que era.
―Hola mi idolo.―me saludo un con una radiante sonrisa y se sentó en mi cama junto a mi. Yo puse los ojos en blanco al escucharla.―Oh, Kim no pongas esa cara es la verdad eres mi idolo.
―¡Agg!―hice una mueca de desagrado y negué con la cabeza.―Sam solo hace media hora di a luz, no te conviene molestarme―le advertí pero no pude evitar sonreír al recordar que ya había nacido mi hijita. Hacia rato que esperaba que la trajesen para verla y alimentar porque sentía que los pechos se me iban a explotar de lo hinchados que estaban.
―Amiga!―me miró con los ojos bien abiertos―hace media hora sacaste a un ser humano entero y precioso por la vagina. Y aguantaste trece horas de parto―dijo parecía que aún no se lo podía creer―¡Eres mi IDOLO!―puse los ojos en blanco al escucharla y sonreí, Sam soltó una estruendosa carcajada―no, pero ya enserio dime ¿como fue?—me miró con dudosas como si se debatieron en preguntarme algo.—¿Como fue?—me pregunto yo la mire con el ceño fruncido.—me refiero a ¿como fue todo?¿dolió?¿sentiste miedo?
Sonreí y contuve las ganas de decirle que fueron las peores trece horas y media de dolor que he pasó en mi vida. Pero que al final valio la pena por la emocion que senti al ver a mi hija y también por ver la cara de Alexander que tenía expresión de un ciego que ve la luz por primera vez.
―Fue...―me mordí el labio y sonreí.―Fue hermoso, maravilloso ―solté una risita―por un momento fue escalofriante―confesé con honestidad―pero después todo fue muy hermoso.—mire a Sam que se había quedado mirándome fijamente y totalmente callada. Parecida ida con la mente en otro mundo.—Sam, Sam..—di un chasquido con los dedos para llamar su atención. Ella pestañeó varias veces y concentró su atención en mi.—¿te pasa algo?
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Un canalla arrepentido [1]
Genel KurguAlexander R. Harrison Wright es un hombre guapo, rico, dueño de un gran imperio que esta condenado a muerte por una enfermeda incurable. Al darse cuenta de lo vacía que es su vida y como la a desperdicia en frivolidades, decide aprovecha su último...