Capitulo 3.

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Estuvo unos quince segundo presionado la trago de mi oído para lograr recuperar mi capacidad auditiva, para evitar que pareciera estaba dentro de una cueva donde solo había eco

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Estuvo unos quince segundo presionado la trago de mi oído para lograr recuperar mi capacidad auditiva, para evitar que pareciera estaba dentro de una cueva donde solo había eco. Porque gracias a los pulmones de Samantha casi me quedo sorda. La adoraba pero la rubia tenía unos pulmones de resto, es más ella no necesitaba utilizar un altavoz para lograr que una multitud la escuchase. La tipa servía para vender pasteles en la esquina de la calle.

—¡No lo puede creer!—exclamó con el asombro todavía dibujado en el rostro.—No puede créelo

—Pues créelo.—dije e hice una mueca.—estoy embarazada.—pronuncie y sentí un sabor a amargo en la boca y deseo de vomitar nuevamente.

—¿pero como fue?—me pregunto y yo le di una mirada que decía "¡tú cómo crees idiota!"

—creo que no te tengo que explicar "cómo fue"—dije de manera sarcástica.—porque asumo que en el colegio tomaste clase de ciencia o salud básica.

—me refiero a "cuando fue" porque "como fue" ya lo supongo, pues no te preñaste por obra del ¡Espíritu Santo!.—me dijo de manera cortante.—ni que fueras tú la virgen María en todo su esplendor.

Yo solté un suspiro de cansancio, aún no sabía cuánto tenía de embarazo pero tal vez fuese uno o dos meses. Ya se mucho que Joshua y yo habíamos terminado y yo había albergado la esperanza de no haber caído preñada pero para mí mala suerte estoy metida en este bochinche.

—el tiempo exacto no lo sé.—dije encogiendome de hombros.—pero de que estoy embarazada de eso no me cabe la menor duda.

—y ya se lo dijiste al imbécil de Joshua .—me pregunto y yo lo negué con la cabeza.—¿y porque no le has dicho?

—¿para que?

—Como que "¿para que?—me miró con el ceño fruncido.—pues para que se haga responsable, porque eso.—señaló mi barriga aún plana.—no lo hiciste tú sola él también participó del evento.—exclamó.—No, así fácil te abre las piernas, te la mete un par de ves y luego se larga.—hace un gesto con la mano.—con su cara bien lavada sin pensar en las consecuencias y tan, tan.

—Joshua es hombre.—me encogí de hombros.—consiguió lo que quería de mí. Yo fui la tonta que caí.

—Ah no tampoco.—dijo muy seria Sam.—los dos son responsables porque si tú te ciudades ¿porque el no? ¿O que no sabe que existen muchas manera de evitar un embarazo?—me miró expectante.—osea Joshua es imbécil pero algo de cerebro le tiene que funcionar ¿o que?.—se colocó los puños en las caderas y me miró.—para lo único que le funciona la cabeza para aguantarles cuatro pelos que tiene. Al cabeza biombo ese.

Ese simple comentario me hizo reír y en pocos segundos las dos nos estábamos riendo como dos buenas bobolonas. Y cómo no reírse, Samantha Baster tenía una especialidad única a la hora de crearle sobrenombres y apodos a las personas. Y sus comentarios eran tan graciosos que por momentos me distraen de mis preocupaciones y problemas. Pero ya cuando la risa se detiene y se termina la diversión la realidad nos golpea dejándonos en una disyuntiva.

Un canalla arrepentido [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora