Epílogo.

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Una Semana Después

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Una Semana Después...

¡Había pasado una semana! Una horrible semana, desde que Alexander había caído en coma. Y aún estaba en shock después de dos días de negación, lágrimas y valium tuve que comunicarme con el mundo, empezando por mi madre. Le pedí que viniera con Ilianna, necesitaba sentir a mi hijita porque por ningún motivo me movería del lado de Alexander. Y tuve que contarle por encima todo a la inquisidora general Deborah Claire que en lugar de reprocharme por no haberle contado todo antes, me escuchó atenta y de manera comprensiva, como nunca creí capaz a mi madre. Yo sabía que me amaba apresar de ser poco demostrativa pero ese día había sido el día que más me demostró su afecto y compresión como madre.

Ahora está terminando de arreglarme, no me podría luto. El luto es para alguien que ha muerto y Alexander no había muerto él estaba vivo. Solo tenía que esperar a que despertara, pero hoy debía hacer algo. Él me había dicho que si algo sucedía, fuera lo que fuera me comunicara con Ryan Hartnett para que me entregara un sobre. ¿Que contenía el sobre? lo desconocía pero debía ser algo importante. Me mire en el espejo por enésima vez, para ver si me hallaba bien vestida: tenía una blusa de cuello de tortuga sin manga de color borgoña y una falda tubo color gris está la rodillas con unas plataformas color doradas. Deje mi cabello suelto y me había puesto medio kilo de maquillaje para cubrir las ojeras que tenía porque parecia mapache.

—señora Kimberly.—entró Ralph a habitación, pues la puerta estaba abierta. El pobre hombre estaba tan desolado como yo. Y era muy comprensible él conocía a Alexander prácticamente desde que nació al igual que Ilianna por decirlo de alguna manera Ralph era el abuelo postizo de mi hija.—El señor Hartnett la espera en el despacho.

—señora Kimberly.—entró Ralph a habitación, pues la puerta estaba abierta. El pobre hombre estaba tan desolado como yo. Y era muy comprensible él conocía a Alexander prácticamente desde que nació al igual que Ilianna por decirlo de alguna manera Ralph era el abuelo postizo de mi hija.—El señor Hartnett la espera en el despacho.

—Gracias Ralph.—le sonreí o eso intente no lograba que una buena sonrisa se formara en mis rostro para alguien más que no sea mi hija.—podrías quedarte con Ilianna mientras hablo con el señor Hartnett, sino está muy ocupado.

—por supuesto señora.—me sonrió amablemente siempre guardando las formas.

—gracias Ralph.—dije por puro impulso le di un abrazo y un beso en mejilla.—es usted de gran ayuda para mí. Y lo aprecio mucho.

—No tiene que agradecer nada señora.—pronunció muy serio era evidente que estaba incómodo, típico inglés ellos solo le demuestran afecto únicamente a los caballos o a perros.—Ehh...—se aclaró la garganta.—señora la esperan.—me recordó.

Un canalla arrepentido [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora