Capitulo 41.

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Después de comer un enorme plato de papas a la francesa justo como yo lo quería. Extra grandes con mucho queso derretido, sour cream, ketchup y mucho bacon picado encima. Cuando termine de comer, fui directamente al baño para lavarme los dientes. Abrí la llave de la tina y esta comenzó a llenarse aproveché para echarle las sales: ámbar, vainilla y le eche jabón con tenía aroma a bálsamo de tolú, ciruelas, flores de madreselva y fresia. La tina comenzó a llenarse de burbujas y yo me quite toda la ropa y la tire hacia una esquina, quería darme un baño, sentía mucha comezon por culpa de que mi piel se estaba estirando por el embarazo y los pies me estaba matando. Ya completamente desnuda entró dentro de la tina el agua estaba tibia y relajaba los músculos de mi cuerpecito. Las burbujas cubrían mis desnudez, me comencé a sumergir dentro de agua completamente, aguante la respiración unos minutos. Cuando salí a la superficie, me quite rastro de burbujas que me había quedado el rostro abrí los ojos y me encontré con los oscuros y profundos ojos negro azabache de Alexander mirándome.

―Hey―saludé con una sonrisa tímida pero él me devolvió una sonrisa lobuna que provocó que mi sangre hirviera.―¿porque me ves así?―pregunté y me mordí el labio ¿como es que este hombre me provoca de esta manera? o ¿son las hormonas? me senté y recosté mi barbilla sobre el costado de la tina, Alexander se inclinó y me beso.

―¿Te gustaría que nos bañamos juntos?―me pregunto, tomo la esponja llena de jabón y comenzó a enjabonarme la espalda.

―Hmm.―me mordí el labio le sonreí de manera coqueta―Si me das un masaje en el cuello si―propuse e hice un puchero. Alexander no respondió solo se limitó a darme mi masaje como lo había pedido.

Alexander realiza suaves movimientos circulares con tus pulgares e incrementa la presión suavemente, en mis hombros y cuello. Cerré los ojos y me deje llevar por el momento de relax que estaba viviendo en este momento.

―¿Te gusta así?―me pregunto susurrándome al oído con la boca muy pegada, y pude percibir su cálido aliento en la parte trasera de mi mejilla. Yo solo me limité a sentir sin poder hablar. Quería quedarme en esta burbuja relax para siempre.—Te amo―sonreía al escucharlo

―Yo tambien te amo―pronuncie con los ojos cerrados.―tienes experiencia en esto―dije siento mis hombros más relajados y menos rígidos.―¿a cuantas mujeres les diste masajes?―le pregunté golpe, ni siquiera lo pensé y Alexander detuvo su masaje un segundo para luego continuar

―Kimberly.―hablo a modo de advertencia, me encogí de hombro.

―Lo siento no sé de dónde salió, esa preguntas.―me mordí el labio, porque en realidad si sabia tenia curiosidad de saber si como decía ese artículo un dia despertaria bajaría las escaleras de mi casa y me encontraría con una fila mujeres anoréxicas abofeteando a mi marido una por una.―Solo quiero ¿cuantas fueron?

―No voy a responder eso―dijo con voz tranquilo muy disimulado pero yo lo conocía estaba incomodo.

―Por favor―pedí me gire levemente y para verlo―enserio no me pondré celosa ni nada.

―No, Kimberly.―se inclinó me dio un suave beso.―voltéate.―me ordenó delicadamente, obedecí y pensé en una mejor estrategia.

―Sabes no tienes que darme una cifra exacta solo un acercamiento. ¿te parece?

―No.―yo puse los ojos en blanco. ¿Porque los hombres tiene que ser tan obstinado con razón son el sexo débil?

―dejame ver si adivino ¿de cinco a diez?―le pregunté y no obtuve respuesta alguna el solo seguía con su masaje.―¿de diez a quince? ¿de quince a veinte? ¿de veinte a veinticinco?―seguían sin obtener una respuesta y sabía que si continuaba sumando de cinco en cinco el número aumentaría y la verdad eso no me estaba gustando.―¿de veinticinco a treinta? ¿de treinta a treinta y cinco? ¿de treinta y cinco a cuarenta?―esa última pregunta lo hice apretando los dientes

Un canalla arrepentido [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora