Capitulo 2.

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Observe mi reflejo en el espejo mientras terminaba de arreglarme uno de los tan costosos trajes de marca que tenía. No sabía qué marca eran o cuanto costaba y tampoco me importaba ganar lo que fuese por un traje hecho por un sastre a la medida correcta. Fuese de Hugo Boss, Oscar de la Renta, Armani, Tommy Hilfiger, Massimo Dutti o la que fuese. Me da exactamente igual lo único en lo que siempre enfatiza es que fuese de color negro. ¿Porque? simplemente porque el negro es el color del abismo,del misterio, de la tristeza, de la soledad, y la muerte.

Porque el negro era el color de mi alma, negro era mi pasado, mi presente y mi futuro. El negro era el color que predominaba en mi vida.

En el reflejo del espejo ve lo que las personas ven cuando estoy presente: un hombre joven, apuesto, rico que posee todo, que siempre lo ha tenido todo para ser feliz. Dinero, posición, lujos, mujeres, relaciones en los negocios, un apellido de renombre y poder. En pocas palabras era un bastardo con mucha suerte. Un maldito hijo de perra que lo tenía todo pero que no lograba llenar el vacio que habia en su vida. Porque nada lo llenaba, nada lo satisfacía y nadie le importaba. Un ser déspota, que no respetaba a nadie más que así mismo. Alguien que atropella, humilla, avasalla y destruye sueños, familias y vidas para obtener lo que quiere.

Nunca me había importado ser de esa manera al contrario me había enorgullecido por tener el poder de manejar la vida de los demás a mi antojo. Me había gustado sentir superior a los demás. Pero ahora el solo pensar en quién he sido toda la vida me asquea. Ver mi reflejo me asquea. Todo me asquea, mis trajes de miles de dólares, mis colonias, mi Rolex, mi rostro, mi voz, todo lo que soy. Todo lo que he sido me asquea.

Por puro arrebato rompo el espejo de un puñetazo. "Clack" del cristal astillado se escucha y mi imagen presente espejo se ha deformado. Así realmente soy yo deforme, no soy nada ni nadie. Miro mis nudillos ensangrentados y no me importas ¿porque? Porque no siento nada, no siento dolor, no me duele nada. Tal vez físicamente estaba vivo pero mi alma si es que tenía una estaba muerta y ahora esa alma muerta consumía cuerpo dejándome sin la posibilidad de salvar mi vida.

Unos golpes secos se escucharon en la puerta, pronuncie un "adelante" desganado sin vida, sin alegría sin nada. La puerta se abri.

—señor uno de sus apoderados le llama por teléfono.—me informó Ralph con su habitual formalidad y elegancia como la debe llevar un mayordomo.—dice que es sumamente urgente comunicarse con usted.

—¿quién es?—pregunte sin voltearme.

—el señor Gilbert, del Magnus Hotel en Miami.—dijo Ralph.

Lo que faltaba tener que resolver problemas triviales, cuando para eso le pago muy bien a eso inútiles para que no fastidien y con todo fastidian.

—pasa la llamada a la extensión del despacho.—ordene.

—de inmediato señor.—dijo y frunció el entrecejo.—Señor está sangrando.—mencionó como si yo no me hubiese dado cuenta pero me importaba.—sería más prudente limpiar esos cortes antes o se infestaran.

—no moriré por una infección Ralph.—le dije con sequedad. Y dejándole claro que no deseaba que continuase fastidiando con el mismo tema. Mi leal mayordomo entendió el mensaje claramente y asintiendo con la cabeza dijo

—como usted diga señor.—dijo en su típica elegancia formal.—su desayuno está listo para cuando guste señor Harrison.

—vete—ordene y Ralph girándose sobre su talones obedeció mi orden.

Hice una mueca al escuchar la palabra "desayuno" pues ya comer no significaba nada. Estaba muriendo alimentarme bien no servía de nada. Además de que ya la comida no me sabía a nada, era como arena en mi boca. Ya no disfrutaba de una buena comida ni siquiera podía degustar un buen vino tinto, estaba muerto por dentro no había nada dentro de mi.

Un canalla arrepentido [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora