Capitulo 27.

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Por fin habíamos llegado al hotel,bajamos del auto y Alexander dio la orden para que bajen las maletas y las llevasen a las suite

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Por fin habíamos llegado al hotel,bajamos del auto y Alexander dio la orden para que bajen las maletas y las llevasen a las suite.  Entramos por el vestíbulo de hotel caminando abrazados cualquiera que nos viera diría que estábamos de luna de miel. Subimos a la suite y Ralph como siempre tan cortés y amable nos dio la bienvenida. Y a mi me entrego una caja de fresa con chocolate de de la chocolatería de Lady Godiva, se lo agradeció encarecidamente porque era eso lo que yo chocolate. Abrí la caja y tome una enorme fresa con cubierta de chocolate y mini chocolate chip, le di un mordisco y sabore aunque no era muy amante a la fresas si era fiel amante de chocolate

—¡mmmm!—fue lo único puede expresar y cerré los ojos por un momento para disfrutar mejor de sabor del chocolate.

―No comprendo, porque como no te cansas de comer chocolate.

―Porque el chocolate además de ser extremadamente delicioso―le sonreí con picardía.―El chocolate contiene fosforo, magnesio, hierro, potasio, calcio, vitaminas A, B1, B2, B3, C, E, ácido pantoténico, tiamina y riboflavina, cafeína, teobromina y taninos, antioxidantes naturales, etc.—le explique recordando con fastidio la horrible clase de química que eso fue lo único que se me quedo en la cabeza, solté un suspiro terminé.—además de que ayuda a liberar el estrés, es muy beneficioso para la salud cardiaca. Y hace sonreír a cualquiera.

—¿como sabes todo eso?—me pregunto Alexander con una sonrisa en el rostro.

—te dije que fui buena estudiante cuando iba a la escuela y la universidad.—me encogí ligeramente de hombro.—tal vez no fui una nerd sobresaliente pero no me iba nada mal en escuela aunque siempre tuve problemas en matemática y ciencia.—me estremecí como si una corriente helada me hubiese recorrido la espalda, odie las matemáticas antes y las odiaré mi vida entera.—en lo que si fui buena siempre fue en el arte, la historia y la literatura.

—y no me extraña.—dijo rodeándome con los brazos por la espalda.—tú eres una mujer muy hermosa, sensible, creativa y lista.

—gracias.—dije sintiendo como las mejillas comenzaba a calentarse con la amenaza de ruborizarme.—¿quieres una?—le pregunté invitándolo a que tomase una de las fresa.

―no, gracias disfrútalas tú.―dijo.

―oh vamos aunque sea un pequeño mordisco―pedí haciendo un puchero―vamos Alexander solo un ligero mordisco.
―de acuerdo―aceptó a regañadientes se inclinó para morder la misma fresa que había mordido antes.―ya, contenta―dijo y sonrío.
—viste de lo dije, está sonriendo después de comer algo de chocolate.—afirme satisfecha.—yo tengo razón.

—lo que tú digas Kimberly.—dijo saco su celular del bolsillo que estaba soñando miro la pantalla con el ceño fruncido y luego a mi.—contestó esta llamada y estoy continuó enseguida amor.—se inclinó me dio un rápido beso en los labios y caminó rápido lejos de mi para contestar la llamada.

Un canalla arrepentido [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora