Capitulo 14 Parte II

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Orihime estaba terminando su turno esperando que fueren la cinco para retirarse, hacía falta cerca de 15 minutos para ello. Mientras limpiaba el estante donde colocaban los panes y los postres, de repente se escuchó la campanilla de la puerta, que avisaba, la entrada de un nuevo cliente.

-Bienvenido! Gracias por preferirnos ¿en qué puedo servirle?.-dijo alegremente sin darse cuenta de quien había entrado, pues sonreía ampliamente con sus ojos cerrados, pero al abrirlos...

Vistiendo una camisa manga larga recogida en ambos lados de color blanca con un detalle de cruz gótica color negro con una inscripción en inglés por sobre alrededor de la cruz en letras góticas y negras, así también unas símbolos como ondulaciones, sobre el hombro de la misma camisa un detalle igual de gótico pero el dibujo era de una corona siempre en color negro bajo ella otros figuras de ondulaciones del mismo color, encima traía un chaleco de color petróleo, con cuello y con detalles de tachas sobre la caída del cuello hasta el pecho con orillas de color blanco, con tres botones grandes para abrochar, a cada lado a la altura del pecho un detalle de ciper por bolsillos, llevaba puestos unos jeans color celeste con desgaste(asemejando que estuvieran rotos) bajo el bolsillo derecho y más debajo de esta otro de mayor tamaño, otro detalle igual de desgatado al lado izquierdo a la altura de su muslo, traía un cinturón con tachas de color negro y tachas plateadas, así como una cadena enganchada por el frente en una de las correderas donde atravesaba su cinturón y terminando en su bolsillo trasero izquierdo, usaba dos collares plateados una corta de forma rectangular con un diseño por dibujo, y otro más largo siendo una especie de cruz con una calavera al centro y por extremos un par de alas, llegando esta hasta donde comenzaba su pecho. Su cabello despeinado de color naranja y sus ojos color avellana, Ichigo había llegado a buscar a Orihime y traía en su mano una cajita de color rosa con un moño blanco.

-I-Inoue, hola ¿ya casi terminas?.-pregunto pasando una de sus manos por su cabellera naranja para disimular su nerviosismo, y desviando un poco la mirada, mientras un leve sonrojo asomaba sus mejillas sin ser detectables para la chica.

-K-Kurosaki-kun?!-ampliamente abrió sus ojos sin creer que su amigo estuviera ahí.- h-hola, b-bueno pues casi t-termino, q-que te trae por acá ¿d-de nuevo necesitas p-pastelillos?.-pregunto nerviosa, regresando atrás de la vitrina de los postres para abrir y empezar a sacar lo que Ichigo necesitara.

Aun no se acostumbraba a que él se acercara tanto a ella de esa manera, se sentía muy distinto a como era en la escuela, y a decir verdad eso la confundía a veces, pues su corazón palpitaba rápidamente, latiéndole a mil por hora, era tan diferente, tan distinto a lo que sentía por Ulquiorra, pues estando junto a él su corazón se sentía más relajado, más tranquilo, pero sobre todo protegido. Aun debía encontrar la respuesta a eso que estaba sintiendo, no podía dividir sus sentimientos por ambos chicos, hace mucho dijo cuanto amaba a Ichigo, incluso se lo confeso aunque este estuviese inconsciente antes de partir a Hueco Mundo, pero desde que conoció a Ulquiorra eso había cambiado, poco a poco él se terminó colando en sus pensamientos y sobre todo en su corazón, a pesar de que él era un Arrancar y sobre todo su enemigo.

-No, Inoue, esta vez no vine a comprar para llevar a casa.-dijo con más confianza Ichigo, aunque extrañamente su corazón empezó nuevamente a latir de forma impaciente y rápida, creería que en un momento a otro podría salírsele, definitivamente a él le pasaba algo y odiaba admitirlo pero esta vez, tendría que pedirle al idiota de su padre que lo chequera, la última vez no lo hizo porque cuando entro a su casa, su padre salió corriendo como loco y empezó a gritar tonterías como "Cariño nuestro hijo se fue a perder por ahí, sin decir nada!... será que esta vez ha regresado como un hombre! Y quien será la afor..." no termino de decir sus estupideces pues en ese momento Ichigo le dio una patada que lo dejo inconsciente, era tan tonto que su viejo se comportara de esa forma, dejarlo de esa forma fue lo mejor pues le dio tiempo hasta que se calmara, y extrañamente, ya no se sentía tan raro, como en el momento en que dejo a su amiga en su casa.

Otra Oportunidad (La dulzura de un amor se paga con lagrimas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora