Capítulo 3 - El Libro Instructivo.

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Sin hacerle caso, tiré el libro arriba de mi escritorio y el estuche en mi tocador. Me puse a hacer mi tarea de literatura para el día siguiente y lo iba corriendo cada vez que abría el libro de clases. De repente, se cayó al suelo, haciendo un ruido en el piso de madera. Lo tomé, sin dejar de sacar mi trasero de mi silla, estirando mi brazo hasta alcanzarlo. Medité mirándolo si leerlo o no... la portada no era atractiva, pero luego me dije "¿Por qué no?". Lo abrí y comencé a leer el primer capítulo, salteando el Prefacio porque no me parecía interesante de leer... mis ojos se iban agrandando cada vez que leía "Pájaros". Cada línea iba acrecentando los relatos más eróticos que nunca imaginé leer... era la primera vez que leía cómo un hombre veía a las mujeres y lo que le gustaba de ellas. Una de las líneas decía.

"Manuel era muy consciente de que la naturaleza le había dotado bien en cuestión de tamaño. Si bien era cierto que su pene enflaquecía en cuanto se acercaba demasiado a una mujer, en cuanto se tendía al lado de una mujer; si bien era cierto que le fallaba siempre que quería ofrecer a Thérèse lo que ella deseaba, también era cierto que crecía hasta alcanzar un enorme tamaño y se comportaba de la forma más vivaz cuando lo miraba una mujer. Entonces era cuando estaba en todo lo suyo..."

Me avergonzó de tal forma que lo cerré de golpe... nunca me había llamado la atención por el erotismo y lo explícito que era... tan de pronto, que ya no me sentía ni deseada. Respiraba agitada, temblaba y transpiraba del calor que me había dado. De repente, algo se estaba despertando en mí... algo que nunca había sentido.... Me miré al espejo... me contemplé por unos segundos. Acomodé mi cabello de un lado al otro... de repente me estaba gustando a mí misma. Desabroché mi camisa blanca mangas cortas, descubriendo mi sostén. Tomé mis pechos y los elevé haciéndolos parecer a los de mi madre... y me gusté. En el estuche de maquillaje que me regaló mi tía Nancy, tomé un lápiz delineador y un labial rojo. Me miré al espejo de mi tocador y comencé a maquillarme... delineé mis ojos y me puse el labial apenas, para que no fuera el color muy fuerte. Los dejé nuevamente en el estuche... un erotismo se había apoderado de mi cuerpo... se despertó al fin. Cerré mi puerta con llaves y me puse en frente de mi espejo. Por primera vez, me atreví a desnudarme frente a mí misma. Cuando me bañaba, apenas echaba un vistazo a mi cuerpo ¡Sentía repulsión! Pero en ese instante, me sentí la chica más hermosa. Así y todo, fui despacio... aún no me atrevía a tocarme por debajo de mi panty... solamente me contemplé. Ya con eso me bastaba por el momento. Tomé el libro y admiraba la libertad sexual de los personajes y en especial de las mujeres... quería ser como ellas, libres llenas de gozo y sin tabúes. Mi madre no me castraba, pero tal vez creía que aún era una niñita y solamente habló de sexo cuando llegó por primera vez mi período ¡Me dio tanta vergüenza esa charla que hui a mi cuarto!

Malena a Los 14Donde viven las historias. Descúbrelo ahora