Capítulo 33 - Al Borde de la Verdad.

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Llegué a la escuela y todos en el pasillo me miraban de una forma extraña... no estaba entendiendo la situación ¡Parecía que el ambiente se cortaba con un cuchillo! Fui hacia mi casillero y seguía sintiendo esas miradas que me incomodaban. Pasaban detrás de mí y murmuraban sin poder entenderles lo que decían. Dejé mis cosas en el casillero y cerré la puerta de un solo golpe. Pensaba dentro de mi cabeza qué había sucedido... podía haber preguntado a alguien lo que pasaba, pero no me atrevía porque tenía miedo de saberlo.

–¡Hey! Male.... –se me acercó Vera ¡Fue un alivio!

–Hey ¿Sabes lo que está sucediendo?

–¿No te enteraste? Eres el terror de la escuela. –me sonrió con picardía y me enseñó la palma de su mano para hacer hi five, a lo que le respondí.

–¿En serio? –sonreí.

–Sí... por eso vengo a asegurarme de que no digas ni una sola palabra de lo que sucedió en Barcade. Por si se te ocurre amenazarme, linda. –remató sarcástica.

–¿Qué dices?

–Ya sabemos que estás amenazando con un "secreto" a Antón.... –gesticuló con los dedos las comillas.

–¡Es que es mi única forma de que me dejaran en paz! –trataba de explicarle.

–¿Esa es tu forma? ¡Ja! –me respondió irónica. Se dio vuelta y me dio la espalda... ¿Pensaría que era una soplona?

–¡Vera...! ¡No lo entiendes! –le respondí mientras se alejaba. Sonó la campana para entrar a clases.... Entré al salón y todos me miraban, incluso Diana y sus amigas. Carraspearon y se sentaron sin despegar la mirada hacia mí. Me senté tímidamente, tratando de no mirar a nadie. A la salida, fui al baño y me aseguré que nadie me viera entrar... tenía miedo de pasar por lo mismo de aquella vez que me encerraron. Salí y me lavé las manos... me miré al espejo y suspiré. Nunca me había sentido tan incómoda y en falta como esa vez. Sentía que todo era injusto, que yo era la hostigada y parecía que yo era la culpable de todo, hasta de mi propia desgracia de ser agredida.

Antes de salir, me interceptó Dylan en la puerta del baño. Me tapó la boca, arrinconándome contra la pared.

–¡Cállate, mono! –me ordenó entre dientes.

–Escúchame bien... llegas a decir una sola palabra de esto y te irá peor. Ahora, quiero que me digas ese secreto y no te molestaremos más.... Te soltaré ¡Y no grites! –me dijo amenazante. Sacó su mano de mi boca lentamente.

–No puedo decirlo ¡Di mi palabra! –le respondí con angustia.

–No me importa si diste tu palabra. Me lo cuentas y ya ¿Cuál es ese secreto? ¡Dilo, perra! –me empujó con todas sus fuerzas.

–¡Basta! –comencé a sollozar y a caerme al suelo, tratando de taparme con mis manos. Me tomó del brazo y me dio bofetadas.

–¡Dilo, mono inmundo!

–¡No, por favor! –le suplicaba entre llantos. Hasta que, sin darme cuenta, me dio un golpe de puño en seco en la boca de mi estómago, que me hizo doblarme del dolor... comencé a caerme, sintiendo que me faltaba el aire.

–No me voy de aquí si no lo dices... la próxima serán patadas. –realmente tenía miedo. Dylan era tan robusto, que tenía miedo a que me matara.

–Te lo diré.... –pude tomar aire y hablar.

–Bien... ahora nos estamos entendiendo, monito.... –me dijo con dulzura acariciando mi cabeza.

Malena a Los 14Donde viven las historias. Descúbrelo ahora