Capítulo 46 - La Mudanza.

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Pasó un mes de la muerte de la señora Marcia Esteves. Vera y yo nos veíamos más seguido para entretenerla y sacarla un poco de su casa. Su padre dejó a su amante y decidió vivir su dolor como correspondía. Se lo notaba arrepentido y culpable de lo que sucedió... lo notaba en su mirada cada vez que lo veía en su casa. Bruna dejó de ser la niña ocurrente y alegre... me daba mucha pena. Vera faltaba mucho a la escuela y su padre las llevó a ambas a una psicóloga para tratarlas. Mi madre decidió que no estuviera mucho tiempo en su casa para que cumpla con mis obligaciones. Finalmente, el señor Esteves decidió volver a Brasil para alejarse de todo lo que vivieron en Estados Unidos... estar allí les hacía revolver el dolor y vivir en esos recuerdos. La extrañé muchísimo, pero nos manteníamos en contacto por chat.

Un sábado a la mañana, en la hora del desayuno, mi madre la vi inquieta. La notaba así de hacía varios días y pensé que se trataba de su trabajo. Ya me desesperaba su humor.

–¿Sucede algo, ma? –le pregunté despreocupada, mientras le pasaba mantequilla a mi tostada. Ella me miró sorprendida. Bajó la mirada y se quedó callada por unos segundos. Luego, suspiró.

–Bueno... es algo que debo decírtelo ahora. No habrá diferencia.... –me respondió misteriosa.

–¿Qué? ¿Qué debes decirme? –le pregunté nerviosa. Pensé que se trataba de mi padre.

–Estuve viéndome con alguien hace mucho tiempo... en Manhattan, específicamente. Dejamos de vernos un tiempo y volvimos a encontrarnos.... –la noté nerviosa.

–Bien... ¿Y cuál es el problema? –le respondí despreocupada.

–Es una relación que va en serio... él es un hombre bueno, caballero y me quiere....

–¿Y tú?

–También.... –hizo una pausa que me dio que sospechar.

–¿Segura? –dudé de su respuesta.

–Sí... lo quiero. Él está en una buena posición económica y....

–¡Ya entendí! –le dije sarcástica.

–¿Qué entendiste? –me preguntó a la defensiva.

–De tu respuesta de que lo querías....

–Bueno. Pero de verdad lo quiero....

–Le tienes cariño, que es distinto.

–Lo que sea. El punto es que... pensaba en que deberíamos mudarnos allí. Mi trabajo está en Manhattan y sería una buena ciudad para ti también... hay muchas posibilidades.... –mis ojos se agrandaron de la impresión.

–¿Qué?

–Sí.... ¿Qué piensas? ¿Te gustaría vivir en Manhattan? –me preguntó ilusionada. Al principio pensé que sería genial vivir allí. Buscaría a mi padre y haría mi carrera de modelo... pero luego pensé en Danilo.

–Bueno... era lo que siempre quise. Vivir en Manhattan.... –le sonreí.

–¿En serio me lo dices? –se relajó al escuchar mi respuesta.

–Sí... ¿Cuándo nos mudaríamos? –le pregunté nerviosa.

–Nos mudaríamos antes de Navidad. Como a fines de noviembre.

–O sea que pasaría mi cumpleaños allí. –concluí.

–Sí. Pero volveremos a comenzar ¿No te parece? –me sonrió.

–Sí.... Quiero volver a comenzar. –nos abrazamos después de mirarnos y sonreírnos con complicidad como lo hacíamos antes.

–Pensé que te opondrías a mi decisión. –me dijo entre risas.

–Pensaste mal. –reí con ella.

Le comenté a Vera que me iba a mudar a Manhattan y se puso contenta por mí. La noté un poco mejor de ánimo y eso me puso contenta. Le iba bien en la escuela y se había puesto de novia con un chico de la secundaria.

Ya se había acercado la fecha y nos pusimos a guardar algunas cosas en cajas con mi madre. Fue un trabajo arduo entre las dos mientras nos contábamos los proyectos que teníamos para nuestro nuevo hogar... fue lindo compartir eso con mi madre.

A la noche, me escapé de mi casa para ir a verlo a Danilo. Toqué su timbre y salió enseguida a abrirme.

–Otra vez aquí. –me dijo molesto, pero resignado.

–Está bien. No te molesto. –le respondí enojada. Me estaba por ir, pero me detuvo.

–¡Hey! Lo siento. Entra. –pasé y me senté como siempre sin pedirle permiso. Me dio un vaso con agua y se sentó frente de mí.

–Quería contarte que en dos días me mudaré a Manhattan. –le conté sin rodeos. Danilo quedó petrificado.

–¿Te mudas? ¿Cómo...? ¿Con tu madre? –me preguntó desencajado.

–Sí. Nos vamos antes de Navidad. Quería despedirme de ti y creo que este era el momento adecuado para hacerlo. –le respondí como si nada. Danilo me miró con pesar....

–O sea... que no nos veremos más por aquí. –concluyó con tristeza.

–Sí. Si quieres podemos vernos en Manhattan. Puedes pasar a visitarme, no estamos muy lejos. –resolví inocentemente. Él asintió con la cabeza. Me miró y suspiró.

–Será mejor para los dos.... Comenzarás una nueva vida. –concluyó resignado. Pensé que la noticia lo haría reaccionar, pero lo noté frío. Se levantó de la silla y yo hice lo mismo, enfrentándolo y mirándolo a los ojos. Me la desviaba y luego, me miraba avergonzado. Le tomé de las manos para besárselas, pero él las soltó.

–¿Qué haces? –me rechazó de una forma vil... como si yo fuera la peor cosa. Esa actitud me lastimó el corazón. Comencé a llorar y me fui hacia la puerta de salida. Danilo me tomó el brazo y me dio un beso apasionado que yo no esperaba. Lo seguí con deseo, mis manos no daban abasto con mis caricias. Danilo me detuvo y suspiró.

–Te amo, Male.... –me dijo tristemente. Eso no me lo esperaba. Fue hermoso escucharlo, pero a la vez me destrozó. Me estaba por ir y recién ahí me lo dijo.

–Yo también te amo. Siempre lo hice. –le respondí entre sollozos.

–Te prometo que nos veremos muy seguido. Y cuando cumplas dieciocho, le diremos a tu madre de nuestra relación. –me dijo entusiasmado. Parecía que iba a cumplir con su promesa

–¿Me lo dices en serio? –me alegró su propuesta.

–Sí.... Te lo prometo. –me besó fervientemente.

–¡Te amo, te amo, te amo! –le decía mientras lo besaba efusivamente.

A los dos días, cargaron todos los muebles, nuestra ropa y otras cosas y las llevaron en el camión de mudanzas hacia Manhattan... nuestro nuevo hogar.

–Bueno, hija... ya es hora. –suspiró mi madre con un poco de melancolía, pero a la vez estaba contenta. Nos abrazamos y subimos al coche. El agente inmobiliario ya tenía nuestras llaves para proceder a la venta de nuestra casa. Nos íbamos alejando de nuestro barrio y miraba todas las casas de nuestros vecinos... no quería olvidarme cada detalle, quería que quedaran grabadas en mi memoria, para no olvidarme más de ese día. Reconozco que me dio un poco de pena.

–Adiós, Brooklyn. –dije en voz baja. En ese momento, mi madre sintonizó la radio y como si fuera una coincidencia, sonaba "Ruby Tuesday" ... parecía que lo habían puesto para nosotras.



Fin.

Malena a Los 14Donde viven las historias. Descúbrelo ahora